004| Max

581 53 0
                                    

—Estaba aquí —señaló Max, con la linterna, una pared del instituto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Estaba aquí —señaló Max, con la linterna, una pared del instituto.

—¿Un reloj de péndulo? —preguntó Raine, intentado ver más allá de la pared azul, pero era imposible, no veía nada más que la pintura.

—Era muy real —exclamó Max, nerviosa—. Y al acercarme, de pronto...me desperté.

—Era como si estuviera ante un trance —añade Dustin—. Eddie dijo lo mismo sobre Chrissy.

Max se volteó, iluminándolos con la linterna.

—Esa no es la peor parte.

[...]

Max les entregó los informes que habían encontrado a Nancy y Robin

— Fred y Chrissy acudieron a la señora Kelley—explicó—. Los dos tenían migrañas. Dolores de cabeza constantes —trago en seco—. Y pesadillas. Problemas para dormir. Se despertaban con sudores fríos. Y empezaron a ver cosas. Cosas malas. Del pasado. Y esas visiones fueron cada vez peor hasta que al final...

—Se acabó todo —susurro Raine. No podía pensar con demasiada claridad.

—La maldición de Vecna —concluyó Robin.

—Hace una semana, Chrissy empezó con migrañas. Fred hace seis días—los ojos de la pelirroja se tornaron brillosos—. Yo las sufro desde hace cinco.

Raine pensó en las noches pasadas. Algo dentro de ella se congelo, se paralizó.

Cuatro días con migraña.

Cuatro noches con pesadillas.

Steve se pasó una mano por la barbilla, afectado. Mientras Raine sentía los ojos quemarle por las lagrimas contenidas.

—No se cuanto me queda —añadió Max—. Solo se que... Fred y Chrissy murieron en menos de veinticuatro horas tras la primera visión. Y yo acabo de ver ese maldito reloj, así que...

Raine no podía ni quería aceptarlo.

—Parece que me toca morir mañana.

Raine negó de inmediato.

—No —dijo, con el tono de voz más elevado—, estoy segura de que hay algo para evitarlo, es decir, tiene que haberlo... tú no... tu... —no se dio cuenta que la primera lágrima había caído, Max bajo la mirada apenada—, encontraremos una solución, te lo prome...

Un sonido metálico le interrumpio. Sobresaltando a todos.

—Quedaos aquí —susurro Steve, dirigiéndose a la puerta, cogiendo una lámpara larga que había al costado.

—Siempre con el complejo de héroe —murmuró Raine, para si misma, al mismo tiempo que se ponía de pie y le seguía. Segundos después sintió los pasos de los demás detrás suyo.

KILLER QUEEN | Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora