005| Todo es falso

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—¿Podrías llevarme a casa? —preguntó Raine a Steve, cuando ya todos habían bajado del vehículo y se dirigían de nuevo a la casa Wheeler

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—¿Podrías llevarme a casa? —preguntó Raine a Steve, cuando ya todos habían bajado del vehículo y se dirigían de nuevo a la casa Wheeler.

—¿A casa?—preguntó él, incrédulo, aún con las manos al volante—. Rai, no podemos dejarte sola —abrió los ojos con obviedad—. No puedes estar sin nadie en estos momentos.

—Lo sé —suspiró ella, echando la cabeza hacia atrás—, yo solo... quiero despedirme.

Steve se tensó al instante, y bajó las manos del volante con lentitud.

—¿Despedirte? No tienes porque despedirte.

—Steve —frunció el ceño y su voz se tornó más dura—, no tengo tiempo para esto, te pido solo un pequeño favor—observo por la ventana a Nancy y a Robin bajar del coche de la primera—, o si quieres voy con Robin y Nancy, estoy segura de que no tendrán ningún problemacon acompañarme.

El chico soltó un suspiro corto y arrancó el coche.

[...]

—Por favor date prisa —murmuró Steve al mismo tiempo que su amiga salía del coche.

—Lo intentaré.

Se dirigió a los escalones de la entrada y abrió la puerta con las llaves que llevababa en el bolsillo de la sudadera.

En la sala de estar y la cocina no había ni un alma, y las luces estaban apagadas. Nunca había tenido miedo en su casa. Entre esas paredes siempre se había sentido segura, o al menos los cinco años en los que llevaba allí. Pero en esos momentos no sentía nada parecido a la seguridad.

Subió las escaleras con cautela. Toco la puerta de la habitación de su hermana pero no hubo respuesta. La abrió y no la encontró.

No se molestó en buscar a su madre ya que sabía que estaba trabajando. Tomó una bocanada de aire y bajó de nuevo.

En la encimera encontró una carta, con su nombre escrito en ella. Era de Lily, le decía que había salido con una tal Sophie. Aquello logró tranquilizarla un poco.

Se dirigió de inmediato a la puerta, cogió el pomo de y entonces las sintió. Sintió unas manos frías en sus hombros, cogiéndola con fuerza.

Trago en seco y se giro de inmediato, desasiéndose del agarre. Deseo por unos segundos que la persona detrás de ella fuera Steve.

Pero no lo fue. Ahí estaba su padre. Su padre. Jack Clark. El mismo al que vio morir hacía ya cinco años. Estaba delante de ella. Y no la miraba con la dulzura que le caracterizaba.

—¿Papá? —el aire de repente le faltaba. El dolor constante en el pecho se transformó en algo más agudo.

De pronto se percató de que les rodeaban unas nieblas azules y muchos árboles. En un momento ya tenía ganas de potar.

KILLER QUEEN | Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora