Prisionero de tu amor

Sentimientos escondidos

Sentimientos escondidos

Severus nuevamente tenía problemas para dormir aquella noche, por más que intentaba concentrarse no podía, parecía haber perdido su habilidad innata para controlar su propia mente y obligarla a hacer lo que le ordenara, ahora no podía. Se llevó las manos a los oídos intentando no escuchar los suaves sollozos de Harry que aún continuaban repitiéndosele una y otra vez.


Afortunadamente había logrado contener esos ridículos sentimientos compasivos cuando le vio llorar, no entendía porqué ahora volvía a sentirse afectado al recordarlos.


"¡Basta, Severus! " Se ordenó sentándose al filo de la cama. "¡No vas a ganar nada sintiendo compasión por él! Ahora mismo debe de estar en su sillón y completamente susceptible. Lo que deberías hacer es aprovechar eso... Tal vez incluso sea parte de su plan para conmoverte, así que dale una lección y enséñale cómo actúa un verdadero maestro del engaño".


Una torva sonrisa se dibujó en sus labios, más tranquilo al pensar que lo que pretendía era utilizar el amor de Harry para poder encontrar una verdadera salida a ese embrollo, salió de la habitación y fue en su busca.


Harry se encontraba aún en su sillón. Luego de bañarse para quitarse la sal se puso su pijama y ya no se levantó ni para comer. Severus se sentó en un huequito del mueble y tocándole suavemente en el hombro, le sacudió un poco.


— Potter, ¿está dormido?

— No. —respondió sin moverse.

— No puede seguir quedándose aquí, este sofá es muy incómodo, así que venga a la cama.

— No, pero... no quiero. —se negó débilmente—. Sería peor, por favor... vaya a dormir y descanse.

— Es usted un necio, Potter, pero yo lo seré más.


Severus se puso de pie y colocando una mano bajo las piernas de Harry y otra en su espalda, lo levantó en brazos. Al sentirlo, Harry miró confundido a su ex Profesor, y aunque no creía conveniente aceptar, su corazón latía muy rápido sintiéndose llevado a la recámara de ese modo, fue imposible resistirse y enamorado, apoyó su cabeza en el pecho de Severus.


El Profesor sonrió satisfecho, ese sencillo gesto de su ex alumno le confirmó que no se había equivocado, todo era parte del plan de Harry para salirse con la suya, para enamorarlo de forma tan sutil que pareciera inocente... pero no contaba con su inteligencia, y luego de conseguir tenerlo en sus manos tal vez podría encontrar un modo de escapar.


Sin imaginarse los pensamientos de Snape, Harry intentaba no sentir nada que no fuera el disfrute de aquel contacto, ya no quería soñar, pero cuando el hombre le colocó sobre la cama, no quería soltarlo, ansiaba abrazarlo y no dejarlo ir jamás. Sin embargo se portó bien y no hizo nada que Severus no quisiera.


El ojinegro fue a recostarse del otro lado, le dio las buenas noches y apagó la lámpara del buró para disponerse a dormir.


Cerró los ojos, y percibiendo un suave movimiento a sus espaldas, Severus sintió algo extraño en su estómago, era raro saber que Harry estaba tan cerca. Suavemente, intentando hacer parecer que se trataba de un movimiento común y corriente, giró sobre sí mismo. La luz de luna daba directo en el rostro del ojiverde, parecía que ya estaba durmiendo pero no podía asegurarlo, sin embargo, sabiendo que no era observado, se dedicó nuevamente a mirarle.


Era tan joven aún, pero se le veía sufrir a pesar de su respiración tranquila y relajada. Severus estaba consciente que la vida del chico no había sido fácil teniendo siempre una espada de muerte colgada sobre su cabeza. Aun así, jamás le había visto ese semblante, tan difícil de interpretar, casi tanto como lo que le provocaba a sí mismo.


No pudo evitarlo, el Profesor continuó mirando sin pensar en nada más, y unos minutos más tarde, Severus soñaba algo extraño. Harry estaba llorando en el sofá tal como el día anterior, pero él, en lugar de quedarse sin hacer nada, se le acercó y con profunda vehemencia unió sus labios a los del joven enamorado. En esa ocasión ambos correspondieron y gemían apasionados mientras sus cuerpos se restregaban el uno contra el otro.


Severus abrió los ojos con espanto y al sentir un peso sobre él, se quedó impávido. Tuvo que respirar tranquilamente por unos segundos antes de captar lo que sucedía. Harry continuaba durmiendo, pero lo abrazaba posesivamente, y lo peor, una de sus piernas había quedado justo en medio de las suyas, provocando que el roce estimulara con el consiguiente abultamiento bajo su pijama.


Quiso regresarlo a su lugar, pero Harry se quejó en sueños y hundiendo su rostro en el cuello del ojinegro aferró más su abrazo. Severus no quería despertarlo y arriesgarse a que notara lo que le pasaba. Él mismo estaba angustiado por eso, no era la primera vez, igual había sucedido la ocasión que durmieran encadenados, y aquella vez se había salvado de hablarlo gracias al pequeño accidente de Harry... Así que se quedó quieto, intentando normalizar su respiración, sin ningún deseo de volver a causar ningún accidente.


Sin embargo, ocasionalmente Harry se movía rozándole con su pierna, él simplemente mordía sus labios intentando controlarse, hasta que por fin supo que no podría, en cualquier momento explotaría y eso sería completamente vergonzoso. Quiso pararse para ir al baño, pero sus instintos lo traicionaron y apretó con fuerza la pierna de Harry con las suyas. El chico despertó chillando de dolor y sin saber lo que pasaba, vio como el Profesor salía apresurado al baño.


— ¿Y ahora qué hice? —se preguntó frotándose la pierna—. Tampoco tenía porqué lastimarme.


El Profesor tardó varios minutos en el baño y cuando regresó, evitó mirar a Harry quien había decidido esperarlo despierto.


— ¿Está bien?... ¿Porqué me pateó?

— Yo no lo pateé, y duérmase, Potter.


Harry asintió acomodándose de nuevo en su lugar, prefirió olvidar lo sucedido y se dispuso a volver a dormir sin darse cuenta que Severus ahora tenía un suave sonrojo en sus mejillas