El elegido del corazón de Harry

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El elegido del corazón de Harry





Harry estaba aterrado, quería salir corriendo pero había quedado paralizado mirando como el Profesor le veía boquiabierto, ambos parecían haberse quedado suspendidos en el tiempo, ninguno se atrevía a decir nada, tenían su mirada fija en la otra en espera de que no tuvieran que ser el primero en reaccionar.


Finalmente fue Severus quien lentamente dio un paso hacia atrás, y al ver que había sido capaz de moverse le dio fuerzas para girar y salir de la habitación sin decir palabra. Harry no sabía qué hacer, ese no era el modo en que hubiera querido que el Profesor Snape se enterara de lo que sentía por él, había soñado mucho con el momento en que lo hiciera y siempre había por lo menos velas y música de por medio... no así, de manera tan sorpresiva.


Comprendiendo que ya no podía retroceder el tiempo para cambiar la historia, Harry se armó de valor y fue tras el hombre. La cabaña no constaba de más de tres piezas, la recámara, la sala, y una cocina-comedor, así que no necesitó más que recorrer la vista para saber que no estaba ahí. Caminó hacia el jardín, y lo vio sentado en el suelo, justo en el límite de las protecciones, abrazándose las piernas, su mirada perdida en el mar.


— Supongo que le debo una explicación.


Daba la impresión de que el ojinegro ni siquiera le había escuchado, sin embargo, se puso de pie, caminó tres pasos alejándose del lugar y volvió a sentarse en la misma posición, mirando ahora otro lado de la playa. Harry movió negativamente la cabeza, algo divertido y algo apenado por la conducta evasiva del Profesor.


— Me hubiera gustado decírselo en una situación diferente. —le dijo sentándose a su lado, imitando su misma posición, pero él apoyando su barbilla en las rodillas.


Severus no respondió, era como si Harry no existiera, ya no se movió de su lugar, pero tampoco parecía estar poniendo atención. El chico no se amedrentó por eso, sin embargo, decidió que si había qué hacer una confesión de amor, no sería en ese momento, de todos modos no habría ninguna respuesta. Continuó en su lugar por un rato hasta que vio que el sol ya estaba llegando alto.


— ¿Tiene hambre?... Vamos adentro y le prepararé algo. —le ofreció procurando animarse.


Pero Severus continuó sin responderle. Harry exhaló hondo y se puso de pie para volver a la cabaña, cocinó un poco de carne y sopa y las sirvió en dos platos que colocó sobre una bandeja con una botella de vino. Sabiendo que el Profesor no querría volver, llevó todo hacia el jardín y se sentó a su lado.


— Creo que sabe bien. —le dijo ofreciéndole su plato que el hombre no aceptó—. Profesor, no creo que sea buena idea una huelga de hambre, por más fuerza de voluntad que tenga no le voy a dejar ir, así que es mejor que coma un poco.


Harry contempló descorazonado como el Profesor continuaba tomándole como si fuera un mosquito zumbando a su alrededor. Suspiró y dejó su propio plato en la charola, no podía comer si el hombre tampoco lo hacía. Luego vió como Snape tomaba la botella de vino y bebía directamente de ella sin ofrecerle y sin servirse en las copas que Harry había llevado. No la soltó, y continuó bebiendo sin apartar la vista del mar.



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Circunstancias muy diferentes se vivían en la cabaña contigua. Remus había cocinado un sencillo consomé que Sirius devoraba hambriento ante la mirada complacida del licántropo, a veces se observaban y se sonreían divertidos por la forma avorazada de comer del animago mientras que Remus no abandonaba su cuchara usándola con toda propiedad.


— Te quedó delicioso. Gracias. —dijo Sirius al terminar de comer y beber un gran vaso de limonada fresca.

— De nada, sé que no fue mucho pero lo hice con todo mi cariño.

— Lo sé, por eso lo agradezco.


Remus se sonrojó cuando Sirius le brindó una sonrisa muy especial, él se la había visto infinidad de veces, pero jamás dirigida a su persona, era la que mejor le salía, la que brotaba cuando se sentía relajado y sólo quería sentirse consentido. Unos minutos más tarde, mientras Remus ordenaba la cocina, Sirius fue a sentarse junto a una ventana. Veía hacia el jardín, justo donde sabía que terminaba la barrera, no podía ver más que algunas dunas y pensó en Severus.


"¿Ya sabrá lo que siente Harry por él?" Se preguntó angustiado. "¿Qué pensará al respecto?... No sé ni qué pensar yo. Tengo miedo por mi ahijado, le quiero mucho y Severus no es una persona que reaccione halagada por un cumplido, puede llegar a ser hiriente ¡vaya si lo sabré yo!" Exclamó esbozando una tenue sonrisa que borró casi enseguida. "No quiero que Harry sufra por él, aunque no olvido que eso significa perder a Severus... y ahora está Remus".

Prisionero de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora