Oportuna proposición

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Oportuna Proposición





Harry guardaba todo en su baúl de manera desordenada, a pesar de que intentaba no hacerlo no podía, y le hacía rabiar no conseguir contener el llanto, y por eso mismo ya no quería estar más en esa casa... ¿Cómo iba a soportar verlos juntos todos los días? ¿Saber que dormirían en una habitación cercana y que estarían...?


Tan sólo de pensarlo le recorrió un escalofrío, no lo iba a conseguir, y aunque no pudiera confesar lo que sentía, se iría de ahí y jamás volverían a saber de él.


Sirius entró sin llamar, no lo creyó necesario habiendo tanta confianza entre su ahijado y él, así que cuando lo vio guardar con evidente rabia todos sus objetos personales en su baúl sintió que el corazón se le encogía.


— Harry... no me hagas esto. —le pidió sujetándole de los brazos para detenerlo.

— Suéltame —pidió zafándose para continuar con lo que hacía.

— Harry, eres mi ahijado, y además mi amigo, creí que me ibas a entender.

— ¡Pues no lo entiendo y como tal, entonces prefiero irme de aquí!

— Sé que lo odias, Harry... ¡Pero yo lo amo!

— Mejor será que no lo repitas frente a mí, Sirius, no puedo escucharlo.

— No pensé que fueras tan egoísta. —le dijo sentándose en la cama con profunda tristeza—. Tal vez Severus tenga razón... siempre la tuvo.

— Bien, considérenme todo lo egoísta que quieran. —dijo secándose las lágrimas—. ¡Pero lo único que hago es irme y dejarlos ser felices!... Supongo que eso es lo correcto, aunque lo que tengas con Snape no me parece que lo sea.

— Tú y Remus son lo único que tengo además de Severus. Quería compartir mi felicidad con ustedes... ¿porqué me abandonan justo ahora?

— Que te baste con Snape... ¿o es que no te parece suficiente?

— Los quiero a ustedes también. Harry, por favor... —volvió a suplicar—... no te vayas, yo sé que con el tiempo te acostumbrarás a verlo como parte de mi vida, dame una oportunidad... no te vayas.

— Lo lamento... pero lo mejor es que ya no viva en esta casa. Créeme, sé lo que digo y sería un verdadero error que continuara viviendo bajo el mismo techo contigo... y con él.


Harry dudó un segundo, le dolía mucho ver a Sirius así, pero también le dolía verlo con Snape, supo que aunque quisiera no podría quedarse, era demasiado para él, así que cerró el baúl, y encogiéndolo lo echó en un bolsillo de su chaqueta. Salió de su habitación sin despedirse de su padrino.



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Esa noche, Sirius solamente revolvía su comida sin ánimo de llevarse nada a la boca. Severus le observaba en silencio frente a él. Quiso infundirle ánimo, sabía que su tristeza era por la partida de Potter y le odió todavía más, suavemente acarició la mano que tenía sobre la mesa pero Sirius la apartó.


— ¿Estás enojado conmigo?... yo no tengo la culpa de que tu ahijado sea tan caprichoso.

— No es capricho, algo le está pasando que no quiere decirme. —respondió con brusquedad—. Esta tarde fue más evidente, dijo cosas que no entendí, pero sé que guardan un significado oculto.

— Es sólo tu imaginación, el deseo que tienes de no ver a ese niño consentido como lo que es, un egoísta voluntarioso y malcriado.

— ¡Basta, Severus, Harry no es así! ¡Si tan sólo te dieras la oportunidad de conocerlo sabrías que es un chico dulce, gentil y bondadoso!

— ¡Ahora lo defiendes, después de que se larga de la casa sin importarle nada!

— ¡¿Y qué quieres que haga?! ¡Es mi ahijado, mi familia!

— ¡¿Y yo?!


Ambos se habían puesto de pie y levantado la voz sin darse cuenta hasta que escucharon que la puerta de la cocina donde intentaban cenar se abría dando paso a un Remus que les miraba de modo extraño.


— ¿Es una discusión real?... ¿O nuevamente montan un teatrito para salirse con la suya?

— Remus... ¿tú también? —preguntó ignorando su comentario al ver que su amigo llevaba una maleta pequeña de viaje en la mano.

— Sí... ustedes parece que ya decidieron que viven mejor juntos. Sólo espero que sin nadie que los separe no terminen matándose.

— Remus, no te vayas...

— ¡Deja de rogarle, Sirius! —exclamó Severus enfadado—. ¡Si se quiere largar, que se vaya, no necesitamos a ninguno de los dos!

— Sí, ya veo que tú no nos necesitas, Snape. —respondió Remus entornando los ojos—. También veo que no te importa si Sirius lo hace o no... después de todo, para ti sería mejor que nos separáramos ¿qué importa lo que Sirius deseé o necesite si tú puedes obtener lo que buscas, verdad?

— ¡Si te vas a ir vete de una vez! —le gritó Snape—. ¡Deja de intentar crear más problemas!

— Es cierto... tengo la impresión de que ya tienen suficientes. Adiós.


Remus usó la chimenea para irse y al ver desaparecer a su amigo, Sirius giró para abrazarse de Severus, intentaba con todas sus fuerzas contener las lágrimas pero le era demasiado difícil. Harry y Remus, las únicas personas con las que había querido vivir por siempre, le daban la espalda cuando más los necesitaba, era algo que no podía superar tan fácilmente.


— No llores por ellos. —le pidió Severus incómodo por ese llanto—. ¡Les odio más por ser capaces de hacerte sufrir de esta manera!

— Ya no hablemos de eso, Severus. —suplicó retirándose—. ¿Sigues molesto conmigo?

— Yo ya no puedo molestarme contigo, pulgoso. —respondió acariciándole el rostro con algo de torpeza.

— Más te vale, Snivellus, porque si no esta noche te quedas sin postre.

— ¿Ah sí?... pues en ese caso tú te quedarás sin plato principal.


Sirius rió ante la broma y Severus sintió que su corazón volvía a tranquilizarse de escuchar su risa, odiaba que esos dos desconsiderados a los que su pareja apreciaba tanto no fueran capaces de hacer un esfuerzo por soportarle. Él también los odiaba, y sin embargo no estaba exigiéndole a Sirius que se alejara de ellos... ¿porqué esos tontos no podían hacer lo mismo?


Severus besó a su amante, y la caricia que en un principio fue cálida y suave poco a poco fue tornándose tan apasionada que terminaron quitándose la ropa mientras subían las escaleras rumbo a la habitación... tal vez no fuera tan malo estar solos en casa.



Prisionero de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora