Pensé que había encontrado una manera para resolver mis problemas, tan sólo pensé que acabar con mi vida, era lo mejor que podía ocurrir en ese momento. Pero una vez más, parecía no lograr mi objetivo.
Había despertado el día siguiente con un fuerte dolor de cabeza, estaba en mi apartamento, exactamente en mi habitación, una de mis muñecas estaba vendada, por un instante sentí mi cuerpo pesado, no podía moverme y en mi brazo tenía una intravenosa. Justo en ese momento era consciente que había sido mucho peor que cualquier otro día.
El día después, mi cabeza siempre me traicionaba, porque me daba cuenta que Olivia era la responsable de cuidarme, ella siempre me encontraba herida y salía a mi rescate. Justo en este momento, ella cruzaba la puerta, tenía sus ojos un poco rojos e hinchados. Desvíe la mirada, sintiéndome culpable.
—Toma esto. —Me entregó dos pastillas y me ayudó a beberlas.
No quería disculparme, por algo que no sentía realmente. Simplemente, no podía decirle "lo siento por lo ocurrido", ya lo había dicho muchas veces, a como también le prometí no volverlo hacer. Ya no quería decirlo más.
—No tienes que cuidarme, sólo vete Olivia.
—¡No puedes decirme eso! —Su voz se escuchaba ronca, acomodaba unas vendas dándome la espalda. —No puedes... —Sollozó y no continuó. Cerré los ojos y giré la cabeza para el lado contrario. —Ya no quiero más esto Maia, no puedo llegar aquí y verte como te desangras, como tu vida depende de mí. No puedo... —Sollozaba con su voz rota.
—Entonces no vengas. —Susurre, sentí que la cama se hundió a mi lado.
—Me refiero a que no puedo perder a mi hermana Maia, no puedo dejar de venir, sabiendo que podrías estar tomando una mala decisión. ¿Sabes qué sentí ayer cuándo te vi? —Se colocó de cuclillas tomando mi mano, giré mi cabeza hacia ella, sabía que la había lastimado, estaba llorando. —Que mi vida se rompía en mil pedazos, sólo pensaba: actúa rápido, no lo dudes. —Dijo y con su otra mano se limpiaba las lágrimas. —Así que yo te suplico como hermana mayor. —Se río en seco, sonreí triste. —Que no lo vuelvas hacer, por favor, sé que te lo he pedido muchas veces, pero ya no puedo verte más en ese estado Mai, te lo suplico.
Cerré los ojos por un segundo, cuando ella termino de desahogarse. Me dolía saber por lo que pasaba, lo que sentía cada vez que me ocurrían estas crisis, ella siempre había estado para mí en todo momento, pero aun así, está vez no lograba arrepentirme por lo ocurrido y debía hacérselo saber, aunque fuera díficil de asimilar.
—Liv. —Me miraba con sus ojos llenos de lágrimas, negué sonriendo triste. —Es que... Yo ya no puedo más. —Hablé con sinceridad, ella cerró sus ojos con fuerza, derramando algunas lágrimas, ella lo sabía. —¡Me han mentido por años! Siento como si todo estuviera acabando conmigo y ahorita lo único que me pesa, es seguir aquí respirando. Prefiero morir que soportar esto.
—No digas eso Mai. —Olivia limpiaba sus lágrimas, mostrándome una sonrisa alentadora. —Yo puedo ayudarte, sé que lo que pasó nos lastimó, pero no puedes preferir eso. No puedes dejarme, no puedes ni siquiera pensarlo, yo no puedo pensar mi vida sin ti, no puedo, no puedo... —Sollozaba dejando caer su cabeza en la cama, su llanto era lo único que se escuchaba en mi habitación.
—Olivia. —Le llamé, aún seguía con su rostro escondido entre la cama y su llanto cada se escuchaba cada vez más fuerte.
—¡No puedes Maia! —Gritó fuerte, me sobresalte porque no esperaba esa reacción. Se había levantado y ahora estaba junto a mi cama. —¡Yo no voy a permitir que te quites la vida! —Sentenció señalando hacia mi dirección con el dedo índice. —Estaré para ti las veinticuatro horas del día, seré quien te escuche y te dé el hombro para llorar, porque eres mi hermanita pequeña y te amo Mai. Juntas superaremos esto, no estás sola, nunca lo has estado porque yo siempre, pase lo que pase, estaré contigo, jamás te abandonaré.
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Una Mentira Por Amor
RomanceMaia Holister sufre en silencio, todos los días, para ella la felicidad quedó en su pasado, pero su pasado no quiere dejarla atrás. Las mentiras duelen pero hieren más si vienen de tus propios familiares. Una historia de amor y dolor, marcada a tr...