Una Mentira Por Amor

7. Alguien nos está vigilando.

—¡Rápido, entren pónganse los guantes!

No dudamos en hacerlo, movieron el paciente en un conteo de una camilla a la otra, comenzaron a ponerle las intravenosas, el paciente un adulto aproximadamente de cuarenta y cinco años con fiebre casi a los 40° se encogía de dolor en un costado de su torso. Liam y yo nos encontrábamos en los pies de la camilla viendo y escuchando todo. Justo en este momento realizábamos una prueba de emergencia en el hospital, asistiendo a los doctores a cargo, nos encontrábamos en el piso asignado para emergencias, esperamos por mucho tiempo este paciente, habíamos creído que no lo lograríamos. 

—Se necesitan exámenes de sangre y orina, radiografía de tórax. El paciente presenta sangre en la orina y ardor desde hace un par de semanas. Necesitamos descartar algún tipo de enfermedad de transmisión sexual. —Una de las enfermeras apuntaban las indicaciones. —¿Ustedes que consideran hacer en este caso? —Nos miró a ambos seriamente, desconocía su nombre ya que era la primera vez en trabajar con él. Intenté responder pero Liam fue más rápido.

—Realizar más análisis en busca de ácido úrico en orina y sangre. Un ultrasonido abdominal no caería mal, el paciente presenta dolores muy extensos en esa zona, por lo que podríamos estar hablando directamente de un problema en los riñones. —Liam miró directamente al doctor, quien escucho todo con atención, bien acertado. Le hizo un ademán a la enfermera quien añadió más a la libreta.

—¿Tú? —Me señaló directamente, me acerque más al paciente siendo cautelosa y observándolo. —¿Conforme con lo que ha dicho tu compañero?

—Estoy de acuerdo con mi compañero, estamos hablando de los riñones así que un dolor tan extenso en esa zona podría ser causado por un cálculo renal. ¿Puedo tocar su abdomen? —El doctor asintió y me guió con su mano indicándome acercarme. El paciente parecía ser un sujeto deportista, comencé a tocar su abdomen para recibir señales de dolor, con ambas manos estrujada su abdomen hasta llegar al lugar de donde provenía el dolor. Mire al doctor y asentí.

—Muy bien, llamen a radiología e informen sobre los ultrasonidos e imágenes de tórax, los resultados los quiero en mi oficina cuanto antes. —Indicó el médico, Liam y yo nos volvimos a ver sonriendo.

—Estarás bien. —Puse mi mano en su brazo, el paciente comenzó hacer horcadas de vómito, no tuve tiempo de sostener la pequeña bandeja y todo el vómito cayó sobre mí.

—Bienvenida. —Fue lo único que me dijo el médico. El olor era muy fuerte, me aparté para que pudieran sacar la camilla. Todo el vómito había caído en mi bata y esperaba que sólo ahí, pero lo dudaba.

—Qué asco. —Liam me miró de abajo hacia arriba negando. —Excelente manera para decirte gracias.

—Algún día te tocará, no es mi primera vez, pero si deseo cambiarme así que salgamos.

Los dos salimos de la sala de emergencias, vimos a Madison salir de otra de las habitaciones, solo meneó su mano en forma de despedida, sin acercarse. La relación con Liam iba de mal en peor. Él tenía un clara chispa hacia Madison pero ella lo ignoraba por completo, sabía que no estaba interesada por él, pero sus peleas habían llegado al límite, cuando nos asignaron trabajar en parejas y para la desgracia, Liam quedó con ella. La gran pelea la tuvieron ayer, durante una práctica de reanimación cardio pulmonar (rcp), discutieron como niños por quien lo hacía y quien no, delante de toda la clase, claramente reprobaron el ejercicio y se realizó un cambio de parejas, ahora Liam era mi pareja y mi antigua pareja pasó a ser la de Madison.

Bajamos en el ascensor hasta salir totalmente del hospital, debía cambiarme en algún baño cerca de nuestro lockers. Liam me acompañó en todo el recorrido, me sorprendió demasiado la manera en que se desenvolvió y no dudo en contestarle al médico, me daba cuenta que su inseguridad iba quedando de lado y que las largas noches estudiando juntos estaban dando buenos frutos. Se mantuvo firme ante la situación y eso eran puntos magníficos para él.