8. Él.

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Era un día normal en la facultad, creo que todos ya nos estábamos acostumbrando a la rutina: levantarnos, desayunar e irnos hacer nuestros deberes. El frío comenzaba hacerse mucho más presente que los demás días y era porque se acercaba la temporada de invierno. Trataba de venir lo más abrigada, no quería resfriarme, aun cuando la facultad tenía calefacción y no pasábamos con tanto frío.

Las clases de hoy serían distintas, ya estábamos en nuestra semana de prueba. La última semana en Canadá y debíamos hacerlo bien, no sólo por dejar en alto a Manhattan sino porque esta última semana, era crucial para graduarnos y poder hacer nuestra residencia como internos. Estaba nerviosa cada vez que lo pensaba, en menos de seis meses ya estaría en algún hospital trabajando. Mi plan era mudarme para algún otro lugar afuera de New York, quizás Los Ángeles o Chicago, son mis dos opciones razonables, ya pensaría luego sobre mi mudanza.

No sabía nada de Liam, parecía estarme evitando, cada vez que coincidíamos asientos en alguna clase, se movía de lugar disculpándose, ni siquiera me daba oportunidad de preguntarle lo ocurrido hace algunos días, cuando intenté buscarlo el día siguiente, fui hasta su habitación y se negó a verme. No lo entendía , pero tampoco seguí insistiendo. Ya era martes por la mañana y Madison caminaba a mi lado relatándome sobre ese chico que yo no lograba ver, ella junto a las otras chicas seguían revoloteando con el sexy chico que se encontraban a cada rato en los pasillos, según ella no parece doctor, pero que la bata demostraba todo lo contrario. 

—No entiendo por qué eres la única que no lo has visto.

—No lo sé, pero te lo digo en serio, no me interesa verlo. —Me encogí de hombros y coloqué mi cabello detrás de las orejas. Ella negó sonriendo, me conocía. Cambie de tema.  —¿Estudiaste los procedimientos?

Asintió. —Absolutamente todos, pero, ¡agh! me preocupa, no saber cuál me va a tocar. —Respondió buscando su celular que se encontraba sonando en su bolso. —Es Derek, voy a contestar, ya no quiero seguir huyendo. Te alcanzo en un minuto.

Seguí caminando hasta los pequeños locker que nos habían asignado, guarde los grandes libros que traía y por despistada se me cayeron algunas hojas, bajé a recogerlas antes que algún estudiante las pisara, oí a una pareja reír y sentí la sangre irse de mi cuerpo, cerré los ojos con fuerza.

Era su risa.

La misma risa gruesa de Aden.

Abrí los ojos y no había nadie en el pasillo, negué con la cabeza mientras respiraba profundo, no podía permitirme volver alucinar con su voz y tampoco haría algún escándalo en este lugar. Ya estaba mejorando y no volvería a eso.

"Déjalo ir" me repetía mi subconsciente.

Di una respiración profunda, tomé todas las hojas rápido, me levante y guarde todo dentro del libro, cerré el locker y Madison ya estaba de vuelta.

—Estas pálida. —Me confirmó, lo que me suponía, asentí dando una pequeña mentira.

—No desayune bien, vamos a la cafetería. —Dije y ella asintió.

Mire el cielo y volví a negar. Esto era imposible. Definitivamente me había imaginado su risa, no había nadie en el pasillo quien pudiera haber ocasionado esa risa tan famiar.

Y como era costumbre, la ansiedad volvió a mí, no podía creer lo débil que me hacía pensar en él y lo vulnerable que eso volvía mi organismo para exigir consumir, pero esta vez no lo podía permitir, al llegar a la cafetería bebí dos de mis pastillas y compré un paquete de semillas, había descubierto que al mantener mi manos y boca ocupada, disminuía un poco la ansiedad, mientras las pastillas hacían efecto.

Una Mentira Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora