12. Él tenía alguien en su vida.

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Había sido mala idea, repetía mi subconsciente cada que vez que recorría uno de los tantos senderos de aquel inmenso cementerio. Él iba a mi lado caminando y viendo el lugar sin detenerse, me había resistido a venir, pero él había insistido, desconocía su afán por ver el lugar, pero ahora aquí, me arrepentí de haber aceptado, este lugar sólo me traía malos recuerdos.

Recuerdos que perdurarán toda la vida.

Tan sólo habían pasado unos días desde la última vez que vine, estaba mal y no recuerdo con exactitud lo que había hecho. Los recuerdos eran borrosos pero lo único que sabía, es que aquí quise borrar todo rastro de dolor por lo que me había enterado.

Dejé de caminar al notar que habíamos llegado, el lugar estaba destruido, había pelotas de césped agrupadas sobre ella, pareciera que hubieran intentado escavar. Y lo más seguro era que yo fuese la responsable.

—Es ahí. —Señalé con mi dedo índice el lugar, él siguió la dirección de mi mano con su mirada y la mantuvo en la tumba por varios segundos, hasta que terminó por acercarse.

Ninguno pronunció palabra, creo que no era momento para hablar. Estar ambos aquí, era un poco irreal desde mi punto de vista. Nunca tan siquiera imaginé verlo en este lugar, ni vivo ni muerto.

Era una serie de ocurrencias que nunca imaginas que puedan suceder.

Él en este punto, era consciente de lo mucho que había significado su muerte, y no sólo para mí, sino, también para las personas que lo habían conocido. Lo peor en este caso, era que inclusive él debía lidiar con una muerte que nunca existió.

No era fácil, nada lo era.

Aden se arrodilló en el césped, tratando de quitar un poco la tierra que había en su lápida. No me acerqué, lo veía ahí encorvado quitando un poco la suciedad. Observarlo desde mi lugar, me provocó un escalofrío por todo mi cuerpo, traté de abrazarme a mí misma, así convencerme y asimilar lo que mis ojos veían, era demasiado fuerte. Y es que, nada más habían pasado un par de días, desde que él llegó de nuevo a mi vida y el impacto de tan sólo verlo cada día, después de sufrirlo tanto, era lo que me sobrepasaba por completo.

Las emociones aún me sacudían por más que trataba de evitarlas, aún verlo, hacia que se me acelere el corazón, mis manos Sudán cada vez que se me acercaba. Sin embargo, su compañía me reconforta, me hace sentir bien y eso era algo que reconocía, porque desde hace un tiempo, pocas cosas me hacían sentir de esa manera, pero por ende, aún había muchas más que debía arreglar.

Y una de esas, era las ansias que provocaban en mí el alcohol. Aden había encontrado una botella de vodka vacía, al lado de su lápida. Me maldije internamente. Él no dijo nada, tampoco giro a verme, sólo la sostuvo en sus manos, suspiré mirando hacia otro lado y no a él. Pero su voz hizo que volviera a verle.

—Mi verdadero nombre de nacimiento es Aden Van Leeuwen. —Dijo con un acento diferente. —Era lo que me diferenciaba de mi padre, porque su nombre era Aden Cash.

No, no era ninguna sorpresa para mí, aunque sí escucharlo de su boca. Ese apellido ya lo había escuchado por parte de Jason y aunque se lo hice saber a Aden me lo había negado en aquellos años. Su padre, sobre quién fue, no había escuchado nada, nunca antes pero, ¿qué tenía que ver esto con él?

—Cuando mi padre murió, sus cenizas fueron esparcidas sobre el Caribe. —Fruncí el ceño, espere que continuará ya que había guardado silencio. —¿Por qué no escribir mi verdadero nombre sobre la lápida? —Cuestionó girando hacia mi dirección. Negué sin saber la respuesta. —Tu padre no fingió una muerte sino que hizo pasar una muerte por mi nombre.

Una Mentira Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora