1. Hybrid / Emmett Cullen

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MILLION EYES — LOIC NOTTET

'Desordenado'

Carter

Me quitó la campera que tenía puesta y fui hacia la habitación, encontrándome con ellos, encontrándome con la escena, no más aterradora, pero una de las más sorprendentes de la noche. Me relamo los labios, es un reflejo.

Apoyó las manos sobre el brazo derecho de la mujer e hizo una leve presión hacia abajo para mantenerla quieta, parpadeó sintiendo un malestar en el estómago. Es algo bueno y malo. Ahora mismo es malo hasta cierto punto. Tengo hambre.

La sangre escurre por mis manos, el aroma es exquisito y siento mi garganta arder levemente por ello, los gritos a mi alrededor están por sacarme de quicio, los detesto, el hambre crece y recuerdo que no me he alimentado desde hace ya unos días, mi dieta se basa en comida, sangre humana y animal.

Vivo tranquilo variando con los tres, pero hace ya un mes que no había bebido ninguna gota de sangre de ningún tipo, y mi cuerpo lo pedía. Tenía una fuente de sangre allí frente a mi.

Pero no lo hice.

—¡Carga a 200! —ordena el médico frente a mi —¡Despejen!

Alejo las manos del cuerpo de ella y parpadee al ver su pecho elevarse tras la descarga, agudice los oídos y preste atención, aprieto la mandíbula y suspire aliviado. Parpadee al mismo tiempo que escuche un leve latido, tan silencioso pero presente. Mire al médico frente a mí, Thompson.

Me observó de reojo, mientras ordenaba cargar más las paletas y lo único que pude hacer fue darle un leve asentimiento, el sabia que había algo en mi, no sabia que era, pero comprendía que no era humano, así que era como su boleto dorado, sabia que yo podía determinar, antes de cualquiera, cuando alguien iba a morir al final del día. Y esta mujer no lo haría fácilmente, tenía probabilidades, pero pudimos salvarla.

Mi vida era esta, ir corriendo—a una velocidad humana—por todo el hospital buscando a las personas que podían o no salvarse, algunos sobreviven, otros morían. Era también parte del ciclo, no podíamos salvar a todos, había ocasiones en las que por más que sabía que al correr de los días la persona moriría, no lo decía.

Algo que me fascinaba y tenía presente el tipo de especialidad que seguiría, era cardiología. El corazón humano para mi era fascinante, como funcionaba, como se fortalecía o debilitaba, los latidos me calmaban tanto como me enloquecía el bombeo de la sangre en las venas.

El corazón, la sangre, el cuerpo.

Todo sumaba para mi.

Los humanos eran... lo que debía proteger.

Era lo que los Quileutes me habían enseñado. Era proteger y cuidar lo que había decidido hacer por el resto de mi vida. Desde los catorce años, eso fue lo que decidí hacer. Era algo que no me cansaría de hacer. Jamás.