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Me hubiera gustado poder decir que no era consciente del precio que conllevaba haberme quedado callado ese día. Pero, ¿a quién engañaba? Muy en el fondo sabía perfectamente lo que había hecho; simplemente decidí ignorarlo. Me convencí a mí mismo de que no había hecho nada malo. Nunca dije que era un alfa; no podía contar como mentira si ellos mismos sacaron sus propias conclusiones.

Noche tras noche me iba a dormir con la misma promesa: mañana resolveré este asunto. Pero, para cuando despertaba, toda la determinación que había acumulado comenzaba a tambalearse, desapareciendo por completo antes de abrir la puerta del salón de clases, siempre con la excusa de no haber encontrado las palabras correctas. No es como si pudiera llegar y decir casualmente: "Hey, la verdad es que según mi examen soy un omega, aunque parezco más un beta. No, ¿saben qué? ¡Soy un maldito unicornio!".

Apoyé mi frente en la puerta, intentando recargar fuerzas. No sabía si estaba agotado de tanto pensar o si solo tenía sueño por haber madrugado para llegar lo más temprano posible. No había muchos dementes que hicieran lo mismo, así que tenía todo el pasillo para ahogarme en mi desgracia sin ser visto.

Esto me hizo suponer que tampoco habría nadie dentro del salón, por lo que estaba considerando entrar y seguir mi lucha mental en la comodidad de mi escritorio, hasta que escuché unas voces del otro lado de la puerta.

—¿Alguna vez han sentido las feromonas de Liam?

De nuevo, no me consideraba una persona curiosa que escuchaba conversaciones ajenas, pero todo cambiaba si mi nombre estaba incluido.

—No lo había pensado. Ahora que lo preguntas, creo que no.

—¿Van a hablar otra vez de sus temas raros de omega?

Escuché la queja de una de mis compañeras. En mi interior, recé para que le hicieran caso y dejaran de hablar de mí.

—¿No creen que es raro?

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Esto era la realidad o era otra de mis pesadillas?

—Tal vez en realidad sea beta.

—¿Tú crees? —la emoción en la voz de la chica que anteriormente se quejaba me tranquilizó un poco—. ¿A quién le tengo que rezar para que eso sea verdad? Así tendría una oportunidad con él.

Tal vez esa fuera la solución. Incluso yo pensaba que tenía más sentido la posibilidad de que fuera un beta. Sí, solo debía entrar y decirles que habían acertado; puede que me molestaran un poco por dejarlos pensar que era un alfa, pero definitivamente sería mejor que seguir con esta mentira.

—Di algo que tenga sentido, yo tengo una suposición mejor —la conversación continuó antes de que pudiera terminar de ordenar mis pensamientos—. Liam es...

Todo parecía estar en cámara lenta. Mi corazón latía rápidamente.

—Un alfa dominante.

Mi cuerpo permaneció estático mientras mi mente se partía en dos. Una parte se sentía aterrada; sus suposiciones estaban yendo demasiado lejos. Sin embargo, mi otra mitad lo estaba disfrutando demasiado. No hice absolutamente nada y, aún así, subí de categoría.

La sensación de satisfacción era una droga que nublaba mi juicio.

—¿Te vas a quedar ahí parado todo el día?

La voz de uno de mis compañeros me devolvió a la realidad.

—¿Eh? —apenas pude emitir un sonido en respuesta—. Ah, ya voy.

Así fue como la bola de nieve comenzó a crecer. Ahora me resultaba imposible decir la verdad por miedo a ser aplastado por ella. Lo único que podía consolarme era el hecho de que solo estaría un año en esa escuela. Si lograba sobrevivir ese periodo de tiempo, cuando entrara a la preparatoria tendría la oportunidad de empezar de nuevo.

Mi alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora