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Adam no se detuvo para confirmar si estaba de acuerdo. Cuando me percaté del error que había cometido por culpa de mi maldito lado competitivo, mi nombre ya había sido registrado junto al de Max para ser parte de Alshan.

Me mordí la lengua mientras veía la cara sonriente de nuestro entrenador. Lo que más odiaba después de perder era retractarme. Si ahora le decía que solo había sido un desliz de mi parte, dudaba mucho que aceptara mi excusa y, en su lugar, me soltaría alguna tontería sobre el compromiso y la disciplina.

Suspiré, harto de la situación, mientras sentía además la mirada del inútil que me había metido en este problema. Pude ver la silueta de una pequeña sonrisa en su rostro incluso después de que lo fulminé con la mirada.

Cuando terminé la práctica, mis pasos me llevaron en automático hacia la casa de Noah. No quería estar en casa de mi tía solo para pasar el resto del día repasando en mi mente una y otra vez lo que había sucedido, culpándome por haberme dejado arrastrar.

En realidad, no me importaba la empresa a la que iban a enviarme. Incluso si fracasaba, podría simplemente buscar otro trabajo. Después de todo, había entrado al mundo del modelaje solo por accidente. Mi verdadero problema era que, a partir del lunes, tendría que soportar la presencia de ese alfa molesto el doble de tiempo. Todavía no podía creer que hubiera terminado de esta forma. A pesar de que éramos un grupo de veinte personas, justo tenía que tocarme con el pitbull. ¿Pitbull? No, tampoco le quedaba. Por muy peligroso que pareciera, no había demostrado ser agresivo. Bueno, todavía.

Cuando llegué a mi destino, saludé a la señora Linda y después subí al cuarto del enano. Lo vi sentado en su escritorio, pero lo ignoré y seguí mi trayecto hacia su cama para dejar caer mi cuerpo en el colchón. Me mantuve en silencio observando el techo. Vine aquí para tenerlo como ruido de fondo, no porque quisiera hablar. ¿A quién engañaba? Sabía perfectamente que, siempre que Noah estaba cerca, estar en silencio no era una opción..

—Todavía recuerdas que la próxima semana se va a estrenar Luna Roja, ¿verdad? —preguntó sin voltear a verme, manteniendo la mirada fija en su celular.

¿Cómo podría olvidarlo? Se la había pasado hablando sobre esa película desde que anunciaron que saldría este año. Lamentablemente para él, los planes habían cambiado.

—Voy a estar ocupado. Tendrás que esperar —respondí sin rodeos.

—¿Qué?

Dejó caer su celular en el escritorio para centrar su atención en mí. Podía ver en sus ojos que se estaba preparando para hacer todo un espectáculo hasta convencerme de hacer un espacio para él en mi, según él, apretada agenda.

—No me mires así, te conviene.

Entrecerró los ojos, no muy convencido de mis palabras, pero se mantuvo en silencio esperando mi explicación.

—El lunes empiezo mi primer trabajo de modelo, ¿sabes lo que eso significa?

—Videojuegos.

Su mirada cambió por completo. Ahora le brillaban los ojos.

—No, dinero —lo corregí.

—Es lo mismo.

Suspiré resignado, regresando mi vista al techo. Al menos alguien estaba entusiasmado por la tortura que me esperaba la próxima semana.

—No cantes victoria. No es tan simple —dije sin voltear a verlo.

Todavía estaba la posibilidad de que no lograra agradarle a los trabajadores de Alshan, una roca sería más sociable que yo.

—¿Por qué lo dices?

—Uno nunca sabe, podrían despedirme. Escuché que Alshan es el lugar más estricto de la lista.

Mi alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora