Mi piel se puso pálida en el momento en que me percaté de la sangre seca que parecía comenzar en mi nuca y terminar en mi cuello. Fue inevitable pensar lo peor. Afortunadamente, al llevar la mano a la zona de la que parecía provenir, me di cuenta de que la sangre no era mía. No sentía ninguna herida en mi piel. Aun así, no podía relajarme por completo.
¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué había tenido otro celo después de lo que ocurrió ayer? Sabía que por más que le diera vueltas en mi mente, eso no haría que las respuestas aparecieran mágicamente. Solo había una persona a quien podía preguntarle sin enfrentar tantas consecuencias como ir directamente a la matasanos.
—¿Qué quieres? Es sábado.
—Déjame entrar —exigí, abriéndome paso al interior de la casa.
—¿Qué mosca te picó?
—¿Has entrado en celo dos veces seguidas? —pregunté sin rodeos al llegar a la sala.
—¿Qué? —respondió entre bostezos—. He tenido celos que duran varios días.
—¡¿Y por qué no me dijiste ayer que podía seguir en celo?! —grité, lleno de frustración. No podía creer que esto se hubiera podido evitar.
—Espera, ¿qué? ¿Ayer entraste en celo otra vez?
La noticia pareció terminar de despertarlo.
—¿Me estás prestando atención? Entonces, ¿es normal?
Mi paciencia estaba al límite, y aún así mi mal amigo decidió ignorarme y caminar hacia las escaleras.
¿Piensa volver a dormir? ¡¿En medio de esta crisis?!
—¿A dónde vas?
—A cambiarme. Puede que ambos estemos estudiando medicina, pero no soy doctor. Para algo está Preeda.
—No es necesario que...
—No me importa si no quieres, vamos a ir al hospital.
—Iba a decir que no es necesario que vengas.
Si bien no era la ayuda que quería, tenía que admitir que el enano tenía razón. No podía seguir posponiendo esto.
—No confío en que vayas por tu cuenta —dijo, subiendo las escaleras—. Además, le prometí a tu madre que cuidaría de ti.
¿Quién cuida de quién?
Mientras esperaba a que Noah estuviera listo, marqué al hospital para preguntar si Preeda podía atenderme en ese momento. No estaba de humor para hacer una larga fila en el hospital. Para mi suerte, me dijeron que era su día de descanso. Qué mal por ella; su descanso había terminado. Le mandé un mensaje avisándole que estaba en camino a su casa. Ella tenía la culpa por decirme que podía molestarla si era una urgencia. Esto definitivamente lo era.
.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó Preeda, dejándose caer en su sillón. Por su aspecto, supuse que había interrumpido su sueño.
—¿Es posible entrar en celo dos veces seguidas?
Noah tomó la iniciativa tras un par de segundos de silencio. Sabía que yo debía hablar, pero no lograba que las palabras salieran de mi boca.
—Oh, no sabía que la consulta era para ti.
—No lo es, pero no quiero pasar todo mi preciado fin de semana en el hospital.
—¿Tuviste otro celo? —Preeda me dirigió la mirada—. Bueno, aunque no ha pasado un mes, considerando tu condición, no puedo decir que sea anormal.
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Mi alfa
RomanceSi le dices a alguien que piense en el nombre de un alfa, esa persona automáticamente te dirá el nombre de Liam. Alto, guapo, bueno en los deportes y en sus estudios; siempre ha sido el alfa por excelencia, hasta el día que descubran su secreto.