Mi mente se quedó procesando durante unos segundos sin saber cómo reaccionar. Una parte de mí me decía que debía alejarme de ella. Se veía como la clase de persona de la que tus padres quieren que huyas cuando eres pequeño.
—¡Ah, no! Lo siento, no lo dije bien —se apresuró a hablar antes de que tomara una decisión—. Mi nombre es Clara, soy representante en la agencia Vada. ¿Alguna vez has pensado en ser modelo?
Terminó su discurso con una tarjeta de representación, la cual tomé para mirarla fijamente mientras respondía con una negación. Al menos no me ofreció vender drogas. Debería mejorar su forma de abordar a la gente.
—Oh, ya veo —su rostro reflejó decepción por un momento, pero luego recuperó su emoción inicial—. ¿Tienes tiempo? ¿Por qué no vamos a un café? Así puedo explicarte.
—Lo siento, no me interesa.
Guardé la tarjeta en mi bolsillo con la intención de tirarla más tarde. Di media vuelta para continuar con mi camino, pero antes de que pudiera alejarme más, la escuché gritarme con desesperación.
—¡El sueldo puede ser tres veces más que cualquier otro trabajo de medio tiempo!
—¿Solo un café?
Debo decir que me pareció un poco sospechoso que hubiera una cafetería a un par de metros de donde estábamos. Me hacía preguntarme si tal vez se dedicaba a cazar gente por esta zona para atraerlos a ese lugar. Decía que se trataba de una agencia de modelaje, pero, por alguna razón, sentía que estaba siendo reclutado en alguna clase de secta.
—Es bueno, ¿cierto? —me preguntó al verme terminar de leer la última página de la carpeta que me dio mientras esperábamos nuestras bebidas.
Mi vista estaba clavada fijamente en las hojas que sostenía. No necesitaba verla para saber que tenía altas expectativas en mi respuesta. La verdad es que el trabajo no sonaba tan mal. Me gustaría poder decirle lo que quería escuchar, solo que había un pequeño problema. Bueno, puede que fuera uno grande.
—Sé que aún somos una agencia nueva —siguió hablando al notar mi indecisión—, pero confío en que en poco tiempo nos convertiremos en la mejor agencia de alfas.
Ahí estaba. Olvidé por un segundo que todos a mi alrededor suponen mal mi segundo género.
—Entonces, ¿te interesa firmar un contrato con nosotros?
—No puedo —le puse fin a sus esperanzas.
Supongo que predijo que estaba a punto de levantarme, ya que sujetó mi mano para impedirlo.
—Pero...
Antes de que pudiera seguir tratando de lavar mi cerebro, el mesero llegó con nuestra orden. Podía ver en sus ojos que estaba buscando alguna forma de convencerme mientras el chico ponía nuestras bebidas en la mesa.
—No soy un alfa —admití finalmente cuando el mesero se alejó.
—Oh, entiendo —respondió débilmente, con la mirada fija en su latte—. Disculpa, soy beta, así que no me queda de otra más que basarme en la apariencia física y, bueno, luces como uno.
—No importa, la gente me confunde con un alfa todo el tiempo.
Pensé que eso sería suficiente para que se rindiera. En su rostro se veía que no sabía qué más decir.
—Aun así, firma conmigo —dijo con determinación, alzando la vista.
—¿Qué?
—Bueno, es verdad que nuestros modelos siempre son alfas, pero estoy segura de que no les importará incluir a un beta con tu perfil. Eres como un alfa.
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Mi alfa
RomanceSi le dices a alguien que piense en el nombre de un alfa, esa persona automáticamente te dirá el nombre de Liam. Alto, guapo, bueno en los deportes y en sus estudios; siempre ha sido el alfa por excelencia, hasta el día que descubran su secreto.