Camine hacia la cafetería de la escuela, era un lugar agradable siempre había personas charlando, estudiando o leyendo algo. Las mesas estaban distribuidas en el interior de este edificio y también fuera de él.
Había ido unas veces con Harper-igual no habría otro lugar de donde conseguir comida en sí, al menos que la máquina expendedora de dulces y paquetes de papas en la entrada de nuestro edificio contara- aunque siempre preferíamos comer en nuestra habitación mientras contábamos cosas de nuestra infancia sin sentido o ver algún reality show en la computadora. Ya habíamos terminado cerca de 6 programas en el tiempo que llevamos viviendo juntas.
Tomamos asiento en una de las mesas del interior con nuestras bandejas de comida frente a nosotras. Yo tenía un pequeño croissant, unos cuantos sobres de mermelada de zarzamora y un pequeño jugo de manzana en una cajita. Harper solo había comprado una ensalada con trozos de pollo y una botella de agua. Nos dispusimos a comer nuestros alimentos y nos reíamos de las historias de la otra.
Harper estaba hablando sobre como durante su fiesta de diez años un familiar suyo cayó sobre la piscina por culpa de sus primos que corrieron cerca de él y como permaneció empapado en una silla hasta que se secó por completo lo cual resultó bochornoso. También me había contado sobre un novio que tuvo a los 13 años y como se habían jurado amor eterno y a las dos semanas se dejaron de hablar.
Yo le conté sobre las veces que Alana y yo solíamos hacer cartas de san valentín para nuestros familiares o amigos y como nos vestíamos con el mismo vestido para ir a entregarlas, según nosotras éramos unas hadas que repartían amor.
Mi mamá para no perder la tradición nos tomó una foto antes de que salieramos y ahora las fotos forman una hermosa secuencia de los años en el pasillo a la cocina, claro solo hay como cinco o seis fotografías pues con el paso de los años dejamos de hacerlo, pero se conviritió en una de esas cosas que nunca piensas extrañar y de pronto anhelaba volver para verlas una vez más.
Alana siempre había sido lo más cercana a una mejor amiga que había tenido a lo largo de mi vida. Solíamos hacer pijamadas en el cuarto de la otra los fines de semana, dormíamos hasta tarde mientras comíamos palomitas de maíz y veíamos alguna serie nueva en el televisor.
Ahora que estábamos separadas la recordaba casi siempre, pensé en qué momento había crecido tanto ella como yo, hace tan solo unos veranos íbamos junto a mis padres a las piscinas y nos tirábamos de los toboganes al mismo tiempo.
A veces el tiempo pasa tan rápido delante de nuestros ojos y nunca nos damos cuenta, mi madre dice que es parte de crecer que cada año a medida que envejecemos parece pasar más rápido que el anterior y era cierto ahora parecían irse en un parpadeo. Mi madre igual empezaba a cobrar cuentas de la edad, la última vez que estuve en casa vi como empezaba a notarse mechones de cabellos blancos más grandes, tal vez sería cuestión de tiempo hasta que tuviera que usar tintes de cabello para ocultar su cabello blanco.
Al igual que mi padre que hace unos meses atrás empezó a utilizar lentes para poder trabajar sin dañar su vista.
Luego estaba yo que había dejado la comodidad de mi habitación en la cual crecí y ahora estaba estudiando fuera, de alguna forma valiéndome por mis esfuerzos propios.
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El día estaba soleado con algunas nubes en el cielo, era Martes. Dylan y yo nos encontrábamos en las mesas del jardín del Internado trabajando en nuestro último proyecto.
Había decidido dejar de pensar en la carta de Jason, así que la única manera que encontré de olvidar aquella situación por un momento fue mantener mi mente ocupada por el mayor tiempo posible, así que los últimos días había pasado yendo de un lado para otro leyendo libros para completar mis tareas de todas las materias.
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La Ultima Rosa
Teen FictionUn ultimo beso lo guardas en tu memoria y te aferras a la sensación que ha dejado en ti. Una ultima rosa, no queda mucho por hacer mas que intentar mantenerla con vida hasta que se marchite, lo ultimo que veras serán sus pétalos cafés caer hasta que...