Parte 21 ¿malas decisiones?

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POV LINA

Llevaba tanto tiempo sin arreglarme que ya se me había olvidado lo que se siente estar sobre unos tacones de quince centímetros de altura. No soy muy fan de los tacones, pero mi escasa estatura a veces lo agradece.

Me he puesto uno de mis diseños favoritos. Un vestido de color verde botella midi con escote en forma de corazón y mangas cortas abullonadas. Es bastante sencillo pero los tacones rojos y mis labios del mismo color le dan 'el toque'. He optado por recoger mi pelo en una coleta alta dejando mi cuello desnudo, adornado por una fina cadena de oro rosa.

Carlos, mi cita a ciegas, es abogado. Un hombre tranquilo con pasatiempos humildes; le gusta leer, y salir a hacer rutas los fines de semana. Es divertido, ha hecho un par de bromas que me han sacado una sonrisa... pero falta algo. Ese instinto primario de atracción, el tirón en el estómago, las cosquillas en el corazón. Nada.

Tengo suficiente experiencia como para saber que yo le atraigo y que va a intentar terminar la noche conmigo. En un par de ocasiones me ha rozado la mano con la excusa de pasarme el pan, o la copa de vino. Me siento anestesiada de todo tipo de sentimientos; un claro 'Pinchame que no siento', vaya.

Me deprime un poco la idea de que este chico tan encantador y perfecto no me provoque nada en absoluto.

—¿Y tienes pensado quedarte a largo plazo?

—Pues no lo había pensado, pero estoy bastante establecida ahora mismo. Los vecinos me han hecho un par de encargos de costura y eso me da algo de estabilidad. —Evito decirle que el hecho de tener a dos Mencía controlando toda mi vida en estos momentos para no morir a manos de una organización terrorista que se quiera vengar de ello, también es algo que me mantiene atada a esa casa.

—Ah bien.

Carlos es muy agradable. Esa palabra me deja con la cabeza llena de pensamientos en los que no se encuentra él. Parece notar la tirantez en mis respuestas y la prisa por terminar, así que lo mejor será pedir el postre.

El postre siempre lo arregla todo. Ese es mi lema.

Alzo la vista para llamar al camarero cuando mi mirada se topa con cuatro pares de ojos grises que conozco muy bien. Profiero un sonido ahogado que mi cita, gracias al cielo, pasa desapercibido. Se encuentran situados tres mesas más alejadas de la mía.

No me lo puedo creer.

Los Mencía no han podido evitar meter sus narices en mis asuntos. Me queda claro que esto ha sido idea de Leo, que me observa con un brillo divertido en su mirada. Mario, más bien parece aburrido, mirando a todas partes y a ninguna a la vez.

¡Maldita sea! Espero que esa organización suya pueda salvarles el culo de mis instintos asesinos en estos momentos.

—¿Me disculpas un momento?, tengo que ir al baño.

—Claro. ¿Pido postre?

—No, gracias, pídelo para ti si quieres. —Listo, ya me han arruinado el mejor momento de la noche. El postre.

Leo Mencía me las va a pagar.

Me dirijo al baño echando una mirada asesina al culpable de todos mis puñeteros males, espero que perciba el halo de la muerte en mis ojos, porque de esta noche no pasa.

Mi vecino le dedica unas palabras a su hermano mayor al oído que acto seguido le hacen recoger las llaves que hay sobre la mesa y salir del restaurante con una cara de Poker que no pretendo analizar, ya bastante tengo con uno.

Mi única noche libre. La primera vez que intento despejarme de la locura de las últimas semanas, y tenían que venir hasta aquí. A estropearme la cita. No es el hecho de que me hayan seguido lo que me molesta, sino que sé por qué lo ha hecho. Leo quiere molestarme.

Cuando me recuerdes (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora