Parte 17 Toda la verdad

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POV LINA

Ni en mis peores sueños me habría imaginado reencontrarme con Mario en esta situación. Los dos hermanos Mencía dirigiéndose miradas asesinas mientras yo intento reordenar mis pensamientos.

—¿Por qué no me explicáis qué está pasando aquí?

Los dos parecen volver a la realidad y me miran como si cada cual se estuviera debatiendo en qué decir. Al final es Mario el que habla.

—Vayamos a la cocina. Ahí podremos hablar con tranquilidad. —Mario no está en mejores condiciones que Leo, pero su ropa negra disimula la mayor parte de la sangre que le salpica.

Está muy diferente. Más alto y grande. Con el pelo más oscuro que el de Leo. Siempre fue un chico musculoso, pero ahora tiene una espalda que es dos veces la mía. No puedo evitar comparar a los dos hermanos; Leo pese a ser el pequeño ha superado en altura y tamaño a su hermano. Ambos manifiestan ese carácter arrogante e imperturbable de los Mencía. Dos pilares de puro músculo y furia.

Observo cómo Mario aprieta la mandíbula mientras caminamos hacia la cocina. Un gesto característico de él cuando está nervioso. Aún no lo he olvidado.

—¿Y bien?.— Me siento en uno de los taburetes más altos para no mostrar ningún signo de debilidad y estar a su altura.

Los dos hermanos intercambian miradas hasta que Leo toma el control de la conversación.

—Está bien. Mira Li... esto te va a sonar un poco a locura.

—Después de verte  con esas pintas creo que nada me puede sonar a locura.

—Esto lo hará —La voz de Mario me silencia. No la recordaba tan grave. Ni tan autoritaria. Un escalofrío me recorre la columna mientras sigue fijando esos ojos grises tan parecidos a los de su hermano en mí. Pero yo conozco esa mínima diferencia de color entre ellos.

—Hace años, unos reclutadores de estudios especiales vinieron a esta casa.

—¿Vamos a contar toda la historia? —Mario se ha puesto tenso y no parece contento. ¿Qué querrá ocultarme?, ¿Es que no confían en mí?. Antes Leo dijo que era peligroso, ¿Hasta qué punto será peligrosa una pequeña pelea en la que se hayan metido?.

—Ya está en esto. Nunca tenía que haberme acercado a ella, lo reconozco, pero es tarde, así que no vale de nada mentir. Nos tienen vigilados y ahora a ella también.

—¿Y de quién es la culpa?

—Lo sé, no hace falta que lo repitas mil veces. ¿Qué querías que hiciera?

—Alejarte.

—No podía.

—De todos los puñeteros destinos que te ofrecían ¿tenías que volver aquí?

—Sí.

Parecen querer matarse con la mirada, así que intento intervenir. Aggh Hombres...

—Hola, sigo aquí. Estaría bien que dejarais de alagar esta situación y contarme la verdad. Creo que al menos me merezco eso después de haberle visto a Leo la cabeza medio abierta.

—Ala no exageres.

—Te vi hasta el cerebro. —Esto le saca una sonrisa que me contagia a mí también a pesar de la situación.

Mario carraspea desviando nuestra atención hacia él.

—Hace algunos años, unos hombres vinieron a nuestra casa. Leo aún era pequeño. No sé si recuerdas que sobresalíamos en bastantes deportes y nos hicieron una serie de pruebas.

Cuando me recuerdes (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora