Parte 23 Órdenes rotas

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POV LEO

Hay algo dentro de mí que no está bien, nunca lo ha estado. Ese algo ruge por sangre y venganza.

Un momento que lo cambia todo. El momento en el que Lina sale herida por mi culpa. Por no haber previsto este ataque. Por no ser capaz de protegerla.

Mi hermano deja tirada la moto en medio de la carretera: no está muy transitada, decidí coger un camino secundario por el que llegar más rápido a casa. Ese fue mi error.

Mario llega corriendo hasta el coche.

Dimos vueltas de campana hasta que nos sacaron de la carretera. Ahora nos encontramos boca abajo; yo inmovilizado por el cinturón, y Lina inconsciente a mi lado. La impotencia y las ansias de matar a quien quiera que haya hecho esto se apoderan de mis sentidos.

—¡A ella!, primero sácala a ella!. —Le grito a Mario.

Llevamos dispositivos en todos los vehículos, el de este ha debido alertar a mi hermano de que algo pasaba y ha venido corriendo. ¡Gracias al cielo!

Podría ser cuestión de minutos que ella viva o muera. Ese pensamiento me aterroriza como nunca antes nada lo había hecho.

Una vez que Mario la ha sacado y dejado sobre la calzada, viene a ayudarme a mí. Serio, imperturbable, sin dirigirme una sola palabra me ayuda a salir del coche. Yo no tengo demasiadas heridas. El golpe ha sido en la puerta del copiloto y la peor parte se la ha llevado ella.

—Hay que llevarla a casa.

—Tenemos que dejarla en un Hospital.— Replica mi hermano.

—¿Estás loco?, no podemos. Demasiadas preguntas. La llevaremos a casa, Chester la curará.

—Chester no es un puto médico.

—No, pero tiene conocimientos. —Todos sabemos lo básico, pero Chester es especial. Siempre se interesó más que el resto en lo relativo a la medicina.

Veo cómo mi hermano se contiene.

—Mario...yo...

—¡Ahora no!, cuando lleguemos a casa y ella esté bien hablaremos.

Eso último ha sonado como una amenaza. Conozco demasiado bien a mi hermano como para saber lo que quiere hacer conmigo en estos momentos.

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Cuando Chester me ve entrar por la puerta con Lina en brazos, su cara se descompone y prácticamente me la quita de las manos. Casi tengo que recordarme a mí mismo que soy su superior y no tengo que suplicarle que la cure, sino darle la orden y que se ponga manos a la obra. Pero ni siquiera hace falta que se lo diga. Chester la deposita con cuidado en el sofá y empieza a desgarrar su ropa para ver dónde está herida. No hay nada sexual en su forma de obrar, sólo un meticuloso examen de daños.

Veo como Mario aparta la mirada, mientras que yo no puedo dejar de observarla pensando que soy el capullo más grande del planeta tierra.

—No me puedo creer que en todos estos años, en los que nunca he fallado, tenga que llegar el momento en el que estoy con ella para sufrir el primer ataque sin estar prevenido.

—¿Eso es lo que te importa? Su integridad física no te preocupa lo más mínimo verdad?, solo tu orgullo. Las misiones. Que te hayan cogido con la guardia baja...

—Cállate —Le espeto.

—Te avisé, te dije que esto pasaría.

—He dicho que te calles. —Siseo entre dientes.

—Pero no...el bueno de Leo tenía que meter sus putas narices en las bragas de mi ex.

Eso último es lo que hace que algo en mi cabeza haga click. Ya no veo a mi hermano. Mi vista se tiñe de rojo. En un momento estoy aquí parado impotente viendo como Chester la cura y al siguiente mi puño se ha estampado contra la mano de Mario que ha bloqueado un golpe que iba dirigido a su cabeza.

Él me devuelve el puñetazo acertando en mi estómago. Por unos momentos me deja sin aire, haciendo que me encoja sobre mí mismo. Pero esto es mejor que lo que estaba sintiendo antes. El dolor me mantiene vivo en algunas ocasiones como esta.

No me hubiese cogido con la guardia baja si no estuviera tan afectado por el estado de Lina, pero lo ha hecho y ahora Mario aprovecha mi estado de shock para seguir gritándome.

—Sé lo que estás haciendo. ¡No está bien joder!

Sonrío, pero lo que debe salir de mis labios es más bien una mueca.

—No puedes seguir así.

—No me voy a volver a alejar de ella. Digas lo que digas.

—Te he permitido muchas cosas en todos estos años. Te he protegido.

—¡Nadie te lo pidió!

—¡Eres mi hermano! ¿Tengo que recordarte lo que pasó?

No le dejo terminar, saco el arma que llevo escondida en el pantalón y le apunto a la frente con ella.

Mario abre los brazos, dando la bienvenida a la muerte con una sonrisa que aterrorizaría a cualquiera.

—Vamos, hazlo. ¡Hazlo, joder! Así no tendré que ver cómo se rompe. —En esa pausa que hace para coger aire me doy cuenta de algo....— Lo he visto.

Mario ensancha su sonrisa. Mi pulso tiembla y por un mínimo instante me planteo apretar el gatillo, levantar la vista al cielo y rugirle a quien quiera que esté ahí arriba, observándonos.

Fijo mi vista en la de mi hermano. Siempre me ha gustado llevarle al límite, pero dudo. Y esa duda es la que me hace apartar el arma.

Chester nos interrumpe. Esperándonos. Nos indica mediante el lenguaje de signos que tiene que curar la herida de la cabeza a Lina.

—¿Se va a despertar?— Mi voz ha perdido la calma para la que nos entrenaron. El gesto afirmativo de Chester me tranquiliza un poco. Tras comprobar que Lina está en buenas manos me dirijo de nuevo a Mario— Tienes que irte unos días. Solucionar esto y averiguar quién se ha atrevido a atacarme. —Le insto, dejando de lado los instintos que hace tan solo un minuto se apoderaron de mí.

—¿Y por qué no lo haces tú?, no pienso limpiar tu mierda. Tú la metiste en esto, tú la sacas.

Me llevo las manos a la cabeza. No va a ceder, lo sé. Pero no quiero dejarla con él. Lina aún no se fía de él y quiero que eso continúe siendo así.

—Está bien, iré yo, no tardaré mucho. Seguramente sean los de la última vez.

La mafia de trata de blancas a la que atacamos la última vez. Sabía que nos iban a traer problemas. Ese tipo de organizaciones son como un pulpo con tentáculos, siempre alguno se te acaba escapando para alcanzarte más tarde.

—De acuerdo, tú te quedarás con ella, pero no tardaré.

—No pienso hacer de niñera. Una cosa es que no me parezca bien lo que estás haciendo y otra muy distinta es que me dejes a su cargo.

Me acerco a Mario en dos pasos hasta situarme frente a frente. Ambos somos dos armarios de puro músculo que podrían acabar muy mal si nos enfrentamos. La cercanía hace que mi aliento se entremezcle con su respiración agitada por la furia.

—Escúchame bien.— Le digo empujándolo levemente con mi pecho.— Te quedarás con ella en esta casa. Cuidarás de que no baje abajo, sabes a lo que me refiero, por supuesto. Y mantendrás la boca callada hasta que yo llegue. Esto hermanito...¡es una puta orden!.

Los dos sabemos lo que pasa si se incumple una orden de tu superior.

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Hola!!! ha sido un capítulo bien intenso ¿Verdad?

La cosa entre los hermanos Mencía cada vez va a más y nuestra pobre Lina se encuentra en medio siempre. 

Si os ha gustado, como siempre, os agradecería que votarais el capítulo en la estrellita y dejarais un comentario diciéndome qué esperáis de la historia. Tal vez escuche vuestros ruegos jajajaj. 

Cuando me recuerdes (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora