POV MARIOEsta casa no me gusta, nunca me gustó. Es una de las bases en las que mi hermano más confía su seguridad. En medio de un bosque demasiado denso y profundo como para que pueda disfrutar de las vistas. No negaré que los grandes ventanales de la casa dan la sensación de estar en medio de la arboleda que nos rodea, pero aún así no me saco de encima la sensación de ahogo.
La única forma de distraerme y respirar hondo es en el campo de entrenamiento. Concentro mi mente, tensando los músculos del abdomen que ayudan a estabilizar mi cuerpo dándome la posición perfecta para acertar en las dianas dispuestas a mi alrededor. Lleno los pulmones de aire y respiro hondo antes de lanzar.
Leo se ha ido, y vuelvo a quedarme al mando. Odio esto...acatar órdenes, seguir fingiendo que no pasa nada, luchar contra la voz que me dice que lo mande todo a la mierda y destape todo eso que danza en mi mente. ¡Dios!Levanto la cabeza hacia el cielo nublado. Las gotas de sudor me recorren las sienes hasta alcanzar mi cuello.
Una mano se posa en mi hombro desnudo. Estaba tan abstraído que no me he dado cuenta de que se acercaba. Es un puto error de principiantes no estar alerta. En la academia podrían haberme encerrado una semana en aislamiento por ese mínimo descuido.
—Te he estado llamando.
Me doy la vuelta absorbiendo por todos los poros de mi piel la sensación que me produce su voz. La rabia y los recuerdos siempre se entremezclan cuando estamos juntos, aunque últimamente sólo hay una abrumadora sensación de querer abalanzarme sobre ella, debe de notarlo porque mi entrenamiento, si de algo me ha servido, es para saber leer a las personas, y Lina adopta siempre esa posición de defensa que me hace querer derribarlas a cualquier coste.
—Perdona, no te había oído.
—¿Estás...bien?
Debo tener una pinta horrible si ha podido reunir la valentía suficiente como para decirme eso. Asiento lentamente mientras me fijo más en su aspecto. También parece abatida.
Les escuché el otro día...ella y mi hermano en el salón, discutiendo acerca de acompañarle... Y aún así, a pesar de lo mucho que insistió ella, y de lo cerca que estuvo mi hermano de aceptar, finalmente hizo lo que siempre hace, apartar a todo el mundo para poder desatar a solas sus demonios. Y esta vez...incluso yo admito que fue lo mejor, ya que los asuntos que tenía que arreglar tienen que ver con tapar las huellas que ha dejado desde el principio en toda esta mierda en la que nos ha metido a los dos.
Siempre supe que cederle el control iba a traernos problemas. Ser el líder conlleva sacrificios que yo no estaba dispuesto a hacer; como mi independencia fuera del comando. Una vez que acabo las misiones me largo al lugar más remoto que pueda encontrar, para olvidar, y así hasta que recibo una nueva orden. Pero Leo...él se debe a todos nosotros, a liderar a sus soldados. Y así sus estúpidas obsesiones empezaron a salir a la luz...pero es mi hermano, y ya no hay vuelta atrás.
—Tienes mala cara.
—No he podido dormir mucho últimamente. Mi mente tiene la jodida capacidad de regalarme pesadillas oscuras y dementes. —No sé por qué le estoy contando esto. Tampoco es que crea que le vaya a importar. Aunque hemos estado jugando estos días a un juego demasiado peligroso. Silencios que lo dicen todo y miradas que conozco demasiado bien como para saber que tiene la cabeza hecha un puto lío, y no la culpo...me siento igual.
—¿Tienes miedo de soñar?
No sólo de soñar. Saber que duerme a dos pasos de mi habitación me está trastornando. Me la he imaginado durmiendo con tan solo la camiseta con la que me abrió la puerta el otro día y eso...eso ha sido un puto calvario. He tenido que levantarme en medio de la noche varias veces y ducharme con agua fría para calmar mis nervios, pero aún así, esto no evitó que bajara las manos por mi piel pensando que eran las suyas y tocarme hasta correrme con la ensoñación de sus labios alrededor de mi polla.
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Cuando me recuerdes (I)
Roman d'amourLina regresa al pueblo de su infanciaacompañada de sus locas pero adoradas amigas, donde se reencontrará con su pasado. Lo que no se esperaba es que ese pasado de ojos grises fuera un crío arrogante con mucho que ocultar. Los hermanos Mencía son má...