Parte 28 Cumpliendo promesas

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POV LINA

En la cocina, Leo permanece parado a unos pocos pasos de mí. Le veo meter las manos en los bolsillos de su pantalón, como si no supiera qué hacer con ellas. En ese gesto tan simple le observo con otros ojos; no me había parado a pensar en su edad, en lo joven que parece, en esa postura, en todo lo que ha vivido con tan pocos años.

—Li...siento mucho lo del accidente. —Había contenido el aliento sin darme cuenta.

—No fue tu culpa.

—Si lo fue, no lo vi venir, y yo...me siento impotente cuando se trata de ti. Siento que deberías estar viviendo la vida que pensabas aquí en el pueblo.

—Estoy viviendo la vida que quiero vivir, y eso va a seguir siendo así. Ni tú ni nadie me ha obligado a nada.

—No debí pedirte que te subieras a ese coche.

—Como te he dicho...fue mi elección Leo.

Ya han pasado más de esos siete minutos que acordó con Coco, y estoy segura de que él se da cuenta de ello, mirando el reloj en un rápido vistazo que le confirma que nadie nos va a molestar para solucionar lo que sea que tenemos que hablar, aquí y ahora.

—¿Tú... estás bien?. —Me arrepiento inmediatamente de haber dicho eso al ver su sonrisa.

—¿Has estado preocupada por mí?. —Su tono burlón enciende ese instinto defensivo que siempre saca de mí. Suele actuar como si le encantara molestarme.

—Tampoco te creas... he estado bien acompañada.

Esto último me sale con un tono que no pretendía, dándole a creer cosas que no son. Porque no solo he estado con Coco y Chester. Mario también ha estado en la casa estos días. Cuando creo que eso le va molestar, ocurre todo lo contrario, sonríe aún más.

—No creo que la compañía fuera tan buena como la mía.

No me había dado cuenta de la forma casi imperceptible en la que su cuerpo se acerca al mío poniéndome peligrosamente cerca de la encimera.

—Creo que tienes una estima demasiado alta de tí mismo.

—¿Tu crees?

Asiento con la cabeza, viendo como se acerca a mí con pasos seguros.

—¿Y qué más crees?

Mis manos viajan hasta su pecho, deteniendo su avance, una vez que las puntas de nuestros pies han chocado. Mis palmas se topan con un muro de puro músculo. El contacto parece haberle hecho pensar en algo, porque su mirada cambia.

—Creo...creo que has tardado mucho en volver.

—Sí...siento eso también. Créeme quería venir cuanto antes, y cumplir la promesa que te hice.

Esa promesa de la que habla, sin duda alguna era la de volver a casa después de aquella desastrosa cita y continuar con lo que empezamos en el baño de ese restaurante.

—Pero antes...quería asegurarme de dos cosas. Y me complacería mucho que me contestaras a dos simples preguntas. —No entiendo muy bien a lo que se refiere, así que asiento con la cabeza haciéndole ver que estoy preparada para lo que sea que me quiere preguntar.

—¿Crees que podrás ser sincera?. —La curiosidad me invade cuando asiento una vez más. —La primera era confirmar que te has recuperado realmente. No quiero cumplir mi promesa hasta que no estés sana.

¡Ay!.

—Estoy perfecta. —Respondo con una rapidez bochornosa. Dioses Lina, no podías ser más enigmática y...—¿Y la segunda?

Cuando me recuerdes (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora