Carmen y Lucas, los padres de Mario han ido a la ciudad a hacer unas compras y he venido a hacer los deberes de clase con él. Llevamos haciendo esto desde pequeños, pero hay algo entre nosotros que ha cambiado hace un año, por lo que me ha alegrado mucho que me llamara.
Cada vez nos vemos menos y me duele que nuestra amistad se esté deteriorando. Ni si quiera me ha vuelto ha hablar de Laura, su última relación. Nunca dura mucho con las chicas, pero siempre confía en mi para contarme como le van las cosas.
Mario está concentrado en ayudarme con la tarea de inglés, pero me he distraído con ese último pensamiento.
—No me estás prestando atención Lina.
—Lo siento, esta vez es culpa mía.
—¿En qué pensabas?
—En nada...
—Li, nos conocemos. Sabes que puedes confiar en mí —. Mario frunce el ceño y aprieta la mandíbula en un gesto que con el tiempo he aprendido a admitir que me parece atractivo. Aunque seamos amigos no estoy ciega, y sé que Mario Mencía se ha convertido en uno de los chicos más guapos del instituto. Es muy alto, y para su edad tiene una increíble musculatura gracias a la natación. Está de más decir que el color de sus ojos es... hipnótico, y su amor por las motos le ha convertido en un chico bastante popular.
—Si... igual que tú confías en mí—. No puedo evitar el tono irónico que sale de mis labios.
—¿Por qué dices eso?
—Porque ya no hablamos como antes.
Mario se queda en silencio por unos segundos. Es raro en él porque siempre sabe qué decir, lo que me hace ver que hay algo que no me quiere contar, además de que sabe que tengo razón.
Inspiro hondo, y su olor invade mis fosas nasales, es un olor al que estoy muy acostumbrada. Es un olor que me ha acompañado desde que éramos pequeños. Me da fuerzas para preguntarle:
—¿He hecho algo mal?
—No Li, tú no has hecho nada mal.
—¿Entonces qué es?
Mario me coge una mano y empieza a pasar un dedo sobre el dorso, haciéndome cosquillas. Es algo usual en él. Distraerse tocando mi pelo, o mis manos.
—No eres tú. Es solo que hay cosas que no quiero contarte porque sé que no saldría bien. Estropearía nuestra amistad.
Esto último me saca una sonrisa.
—Mario, nunca, nada va a estropear nuestra amistad. Anda dime qué ha ocurrido.
Él se queda con la mirada perdida, hasta que la dirige hacia mí, con una expresión confusa. Muy serio, demasiado. Parece querer decir algo, pero no termina de hacerlo.
—¿Es por Laura? — A veces las chicas con las que ha estado Mario no entienden nuestra relación, y ha tenido problemas por ello. Ha tenido que ser eso.
—No, no es por ella. Ya no estamos juntos.
—¿Qué ha pasado?
—No quiero hablar de ella.
—Nunca quieres hablar, no es por ella, es por mí entonces ¿Verdad?
Me levanto para irme, pero Mario me coge del brazo haciendo que me caiga sobre él. Me agarra fuerte para que no me vaya y cuando estoy a punto de soltar una lágrima, noto sus labios sobre los míos.
Una expresión gutural de sorpresa sale de mí. Mario me está besando. No entiendo lo que está pasando. No me ha dado tiempo a reaccionar. Se aparta unos segundos para mirarme, sonrojado y despeinado. Qué guapo está.
Estoy desconcertada. Mi mirada cae sobre sus labios. Me ha besado. Mi mejor amigo me ha besado y yo no entiendo cómo ha podido pasar eso.
Con la mirada me pide permiso para repetirlo. Yo asiento. Quiero comprobar que lo que he sentido con este beso ha sido solo por la sorpresa. Y desechar la idea de que el calor y la anticipación no es por él.
Mario se acerca, esta vez lentamente, hacia mí. Con cuidado desliza una de sus manos por mi cuello, como si quisiera retenerme porque en cualquier momento pudiera huir de él. Nuestras bocas encuentran su camino como si esto fuera algo que hubiéramos hecho muchas veces.
—Perdóname, pero necesito hacerlo a mi manera.
No entiendo a qué se refiere hasta que une su boca con la mía con fuerza y siento como su lengua me busca en un beso que duele. Mario me duele. Es Mario en estado puro. Enfadado consigo mismo, ansioso. Es un beso que me dice muchas cosas de él. Porque le conozco, y Mario lleva tiempo ocultándome sus sentimientos.
Unos sentimientos que yo deseché mi mente por querer seguir teniendo una amistad que poco a poco se resquebrajaba. Nunca pensé que quisiera algo así. Espero que no sea un juego para él, como con otras. Porque no lo soportaría.
Su cuerpo se mueve hasta poner su peso sobre mí, tumbándome de espaldas en el sofá. Noto cómo tiembla cuando se separa unos milímetros para mirarme a los ojos.
—Llevo mucho tiempo deseando hacer esto.
No digo nada, no porque no quiera, es que no me salen las palabras.
—¿Y tú?, dime algo Lina.
Lo único que puedo hacer es cogerle del cuello y atraerle hacia mi boca. Esta vez, me besa con una sonrisa que me contagia, y esos besos son los mejores.
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Cuando me recuerdes (I)
Storie d'amoreLina regresa al pueblo de su infanciaacompañada de sus locas pero adoradas amigas, donde se reencontrará con su pasado. Lo que no se esperaba es que ese pasado de ojos grises fuera un crío arrogante con mucho que ocultar. Los hermanos Mencía son má...