Verano Del 84 || Steddie

04

Llevaba dos horas sentado frente al idiota de Steve. Y su molestia no había disminuido ni un poco.

—Ya pasaron más de dos horas Harrington, ¿Podrías irte ahora?

Steve volteó a verle.

—No hasta que tu tío llegue. —dijo haciendo que un pequeño grito saliera de la garganta de Eddie. —Y deja de hacer berrinches por favor. Es muy infantil de tu parte.

—No vuelvas a decir que soy infantil.

—Lo dejaré de hacer cuando vea que no lo eres.

Munson lo miró fijamente achicando los ojos.

—Iré a mi cuarto. —se puso de pie caminando hacia la recámara.

Steve lo vio irse.

Cuando llegó cerró la puerta tras él, se tiró a la cama y miró hacia el techo.

"¿Qué hice yo para que esto me esté pasando?"

Con su antebrazo tapó la mitad de su rostro. Y de repente se le ocurrió una idea.

Steve se acercó a la pequeña televisión de la sala, algo había llamado su atención. Tomó  una foto enmarcada en la que aparecía un niño de quizás unos 4 años. Tenía un gorrito de navidad que le quedaba un poco grande, haciendo que luciera aun más pequeño de lo que ya era y sentado al lado de un verde pino decorado con esferas.

El castaño no pudo evitar sonreir.

La habitación del pelinegro se abrió, y de ésta salió el dueño con la ropa cambiada. Pasó frente a él sin decir una palabra y se dirigió a la cocina. Volvió a salir pero ahora, con una botella en las manos.

—Juguemos Harrington. —tomó asiento donde había estado antes. —Vamos sientate.

Steve irguió las cejas en señal de confusión.

—¿Qué tramas ahora Munson?.

—¿Acaso no puedo invitarte a jugar?. —una extraña sonrisa se asomó de sus labios.

—Eso no responde a mi pregunta.

Eddie rodó los ojos. 

—No tramo nada Harrington. Sólo quiero pasar el rato y tratar de averiguar algunas cosas de ti. —Steve no terminaba de creer en sus palabras. —Tal vez después las use en tu contra. ¿Jugaras o no? 

 El más alto regresó a su asiento.

—Yo paso. No soy mucho de jugar.

Eddie se inclinó hacia adelante abriendo un poco las piernas.

—¿Tienes miedo de que sepa algo sobre ti?

—No.

—¿Y entonces?

—¿Por qué insistes?

Eddie se alzó de hombros.

—Ya te dije que estoy aburrido.

El castaño suspiró derrotado.

—¿Y...qué dices?

—Ya, está bien. —Eddie alargó su sonrisa. Tomó la botella y la colocó sobre la mesa. —¿Verdad o reto? ¿Hablas en serio?

—¿Qué tiene? —preguntó confundido.

—Munson, ¿No se te pudo ocurrir algo más tonto?

—¡Hey!, Verdad o reto no es para nada tonto, además, nunca pasará de moda.

Steve rodó los ojos.

—Si, cómo sea. Comienza el maldito juego.

El pelinegro hizo girar la botella con fuerza. Cuando ésta paró, Eddie miró hacia Steve, que le sonrió ampliamente.