06

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Eddie miraba directamente los ojos   a él en la mesa del comedor.

Steve también lo miraba, pero no sé hallaba odio en sus miradas, sino más bien de diversión escondida en sonrisas diabólicas.

—¿Entonces vives con tus padres, Steve? —preguntó el mayor comiendo de sus fideos.

—Así es señor Munson. —le ofreció una sonrisa mientras por abajo mesía el pie para tocar el de Eddie y tratar de dar un golpe. El pelinegro no tardó en darse cuenta de ello.

—Que bien. Espero te esté gustando la comida. —señaló el plato del castaño. —¿Qué opinas de ella?

Eddie aprovechó la atención que le estaba dando su tío a Steve y golpeó la espinilla derecha de éste.

—¡Mierda!

—¿Qué dijiste? —la mirada del hombre fue de confusión. —¿No te está gustando?

—Nonononono. —se apresuró a decir negando con la cabeza. —Está buenísima. —llenó su boca de la pasta.

El mayor asintió con extrañeza en el rostro mientras Eddie reía por lo bajo.

Cuando la cena acabó Steve se despidió del hombre con un apretón de manos, la charla en el transcurso de ésta fue muy agradable para los dos dejando de lado aquel incidente, y así fue que el tío de Eddie se sintió confíado del chico.

—Gracias por la comida señor Munson.

—Puedes llamarme Wayne.

—Muchas gracias Wayne, la comida fue espectacular.

Wayne sonrió y despidió al castaño dejándole en claro que podía volver las veces que quisiera.

Munson y Harrington salieron de la casa para comenzar a caminar al  lago.

—Tu tío no se parece nada a ti, él es una buena persona.

—¿A qué te refieres con eso?

—Interpretalo cómo quieras. —se alzó de hombros sonriendo. —¿Él siempre ha cuidado de ti?

El más bajo asintió.

—Bueno en realidad, no siempre, solo desde los seis para ser específicos.

Steve se contuvo de preguntar algo más, no quería ser indiscreto.

Cuando llegaron al lago, tomaron asiento en el pasto mirando al cielo, quedando en un silencio muy cómodo para los dos.

—¿Sabes?, no creí que pasar tiempo contigo fuera...¿agradable?

Eddie rió por aquello.

—¿Me estás preguntando Harrington? —alzó una ceja.

—No, es solo que... —miró a los ojos del pelinegro haciendo que olvidará las palabras que debía decir. —¡No lo sé Munson, deja de molestar!

Volvió su mirada al cielo estrellado.

—Harrington. —habló Eddie recostando su espalda en el suave pasto. —¿Cuál es tu canción favorita?

Steve irguió las cejas.

—¿Es importante tener una?

Eddie lo miró en seguida.

—Obviamente. La música es la octava maravilla del mundo, debes tenerla.

—Pues no la tengo.

—¿Bromeas?

—No.

Se colocó de pie tapando la vista que tenía el castaño del hermoso cielo.

—Debo ayudarte a que tengas una canción favorita. No puedo creer que no tengas una.

Verano Del 84 || Steddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora