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-¡No puedo creer que me haya cancelado el juego! -caminó hacia el telefono de su habitación. -¿Cuál era su maldito número?

Tocaron a su puerta. Ésta se abrió segundos después dejando ver la silueta de su tío.

-¿Eddie? ¿Todo está bien? -se escuchaba preocupado. -Te oí gritar y pensé que te había ocurrido algo.

-Lo siento solo estaba..., tratando de afinar mi voz para el concurso de talentos. -mintió con una sonrisa. -Ya sabes que será el 30 y en serio deseo ganarlo.

El hombre asintió más tranquilo y regresó a sus quehaceres. del hogar

La mentira que acababa de decir no era del todo una mentira, de hecho, era casi verdad. Eddie si estaba participando para el tan mencionado concurso. Él y su banda estaban ensayando para éste.

Dejó el telefono resignándose a que esa tarde sería de nuevo, una tarde aburrida de las que acostumbraba a tener.

La casa se encontraba limpia, no gracias a Eddie, eso era claro. Su tío se había vuelto a esmerar para que la casa oliese y estuviese en esa condición.

Eran las diez de la mañana y habían acabado su desayuno.

-Iré a comprar la despensa de la semana. -el pelinegro asintió sin mucho interés. -En quince minutos de hecho. -miró el reloj de su muñeca.

-Está bien. -dijo con la misma expresión de antes.

El mayor rodó los ojos. No conocía persona más dificil que Eddie Munson.

-Con eso quiero decir que me acompañes, Eddie. -el mencionado fijó su mirada en él. -Por favor.

Munson dio un bufido antes de entrar a su habitación para cambiarse de ropa.

[...]

Habían llegado al super mercado en tan solo 20 minutos. Eddie llevaba puesto los audifonos mientras escuchaba a "Iron Maiden".

Al entrar no pudo evitar reflejar una mueca de disgusto, había mucha gente.

Un par de dedos tronaron frente a su cara y en seguida se quitó los audifonos mirando a su tío.

-Eddie, necesito que busques todo lo que está en esta lista, ¿si?. Yo iré por lo demás, nos veremos en la caja cuatro. -dicho eso, el hombre desapareció por entre los pasillos.

Eddie tomó aire antes de caminar hacia los carritos, jalando uno casi cayendo en el acto.

Comenzó a andar de igual forma que el mayor, esperando ser rápido.

El supermercado no era el lugar que más amaba Eddie en todo el mundo, en realidad lo detestaba bastante. Detestaba tardar en encontrar las cosas que necesitaba, detestaba las largas filas en las cajas y detestaba aún más, los lindos tratos de los empleados hacia él (notese el sarcasmo).

Al cruzar la esquina para poder llegar al pasillo de lácteos, un carrito chocó contra el de Eddie, haciendo que el pelinegro perdiera el equilibrió al sentir el empuje.

-¡Carajo! -habló al tocar su trasero el frío suelo. -Fijate por donde caminas imbécil.

-Lo mismo digo Munson. -al oír esa voz su mirada se alzó para mirar a quien ya sabía que era. -¿Quieres que te ayude a levantar tu culo del piso? -preguntó con sorna.

-Vete a la mierda Harrington. ¿Por qué no dejas de arruiar mis vacaciones, ah?

Se colocó de pie tomando el carrito separándolo de el del castaño.

-Yo creo que eres tú quien no deja de aparecer a donde quiera que vaya. ¿Acaso me estás siguiendo friki?

-¿De qué diablos hablas?, seguramente eres tú el acosador.

Verano Del 84 || Steddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora