Capítulo II

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Unas semanas después de lo ocurrido en Marte, Roger, el doctor de la compañía Génesis, Tom, y algunas personas de la Nasa, se reunieron para proponer una solución de lo que le debía pasar al bebé.

—Bien esto es lo que sabemos—inició Roger estando en medio de la mesa rectangular, observando a todos los presentes—dos tercios menos de gravedad alterarán los órganos internos del niño, su corazón simplemente no aguantara la gravedad de aquí y sus huesos serán frágiles, es decir, que probablemente estén agrandados.

Una de las presentes continuó con la conversación—. El niño no sobrevivirá al regreso—bueno, no era algo que los presentes no estuvieran informados.

—De acuerdo Roger—habló Tom—, pero ante el punto de vista del mundo, la misión "Texas del este" es un experimento jamás nos lo...

—¿Un experimento? —Interrumpió indignado Roger, este fue su proyecto por el que trabajó por muchos años—¡Doctor este no es un ratón! —Alzó la voz, levantándose de su asiento. La audiencia sólo veía la discusión.

—Es un ser humano y ante la mirada del mundo la astronauta líder de la misión, no sólo se embarazó—la adrenalina ya estaba recorriendo por sus venas sin poder controlar la desesperación con la que decía las palabras—, sino que murió en el parto dejando a un bebé a una existencia sin madre en el espacio.

Extendió ambos brazos llamando la atención de todos—Imaginen la maldita indignación, Texas del este opera con fondos, ciencia, buena fe y, sobre todo, relaciones públicas.

Sin decir más se alejó de la mesa para caminar hacia la ventana del salón, observando el paisaje de afuera. Alguien en la mesa se atrevió a continuar hablando—No sólo es un secreto, se trata de un encubrimiento. Eso puede acabar con la compañía.

Un largo suspiro salió de los labios de Roger—. A menos...—murmuró para el mismo—a menos que...—regresó su vista hacia la mesa, esta vez dirigiéndose a todos—. A menos que no lo ocultemos y aceptemos la responsabilidad, atacando de frente.

Tom hizo una mueca de desagrado, sería perder dinero y alianzas, por supuesto no podían permitirse eso.

—Tom...—lo miró directamente—quiero estar en la siguiente misión. —Todos ahí exclamaron en sorpresa ante tal confesión.

—¿Cómo pasajero? —Arqueó una ceja, pensando que se trataba de una broma.

—Sí.

—Yo no lo creo, ¡por el amor de...—negó con la cabeza.

—No, tiene razón—mencionó alguien de la mesa—sería una muestra de apoyo—Roger la señaló estando de acuerdo.

—Gracias Alice, exacto, imaginen cómo está su esperanza, perdieron a su líder.

—Roger eso es imposible y lo sabes muy bien—interrumpió Tom, para este punto era el único que se negaba a esa propuesta y tenía sus razones para hacerlo.

Todos pusieron una expresión en confusión ante las últimas palabras del doctor, ¿por qué sería imposible? Tom se dio cuenta de esto y con una sonrisa arrogante dio contexto a los demás.

—Hidrocefalia, un trastorno cerebral que se encuentra en su expediente médico, que...—Roger lo interrumpió antes de que continuase.

—¡Es básicamente benigno! —Expresó alzando ambos brazos, rodando los ojos con fastidio.

—Benigno a menos que viaje al espacio y entonces...

—¡¿Y qué si estoy dispuesto a tomar el riesgo?! —La situación ya le comenzaba a dar dolor en la cabeza, además de acabar con su paciencia.

The Space Between Us (Au Larry S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora