Capítulo IV

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De regreso en Marte, Harry se dispuso a romper las reglas y salir sin compañía hacia el exterior, buscando la tumba de su madre. Para esto tenía que cruzar una puerta que pedía de una clave, una que no tenía, pero que gracias a las investigaciones que hacían con él, tenía un implante magnético en el corazón, una que con un salto y ayuda de la gravedad pudo llegar para desbloquear la puerta.

Detrás de esta, antes de encontrarse en el exterior, había trajes de astronautas, para precisamente tener mayor seguridad a la hora de salir; una vez se lo colocó, salió.

Marte es un lugar con colores cálidos, lleno de montañas, polvoriento y muy parecido entre sí; era fácil perderse si no habías pasado suficiente tiempo afuera como para conocerlo como la palma de tu mano.

Louis, al mismo tiempo estaba entrando en desesperación al no hacer que Alex le siguiera el paso, mientras hacían un chequeo rápido del avión.

—Prueba los frenos—Louis posó ambas manos sobre su cintura.

—No tiene frenos—respondió Alex, haciendo al ojiazul bufar.

—Ahora los rociadores—empezó a caminar alejándose de estos para evitar que lo mojara, pero no valió la pena, pues Alex los encendió. La expresión en su rostro, no ayudaba a Louis con su enojo que crecía.

—¡Pero no cuando estoy detrás de ellos! —Gritó. Alex apagó los rociadores y Louis acarició sus cabellos para calmarse. —Por favor—dijo acercándose al asiento del piloto—, ¡vamos a perder otra propiedad!

Alex volteó a verlo molesto—. Hazlo tú.

—¿¡Qué!? —¿En serio le había dicho que él lo hiciera? Su molestia ya estaba llegando a los límites con este hombre.

—Sabes pilotar está cosa, hazlo tú—sus fosas nasales exhalaron el olor a cerveza del hombre, haciendo que se alejara mientras negaba con la cabeza, soltando una risa sarcástica.

—Tu instinto paternal es increíble—prefirió darse por vencido con él—¡Arriesgar mi vida por 190 dólares! —Grito caminando de vuelta a la casa, dejando al hombre ahí, en el avión—, ¡ya sé lo que vale mi vida para ti!

Harry no se quedaba atrás con su objetivo, pues para llegar más pronto tomó una de las cuatrimotos que había ahí. Para su suerte, él conocía perfecto el camino que debía tomar.

Desaceleró una vez estuvo a una corta distancia de la lápida, donde Anne Styles, nacida en 1984 y fallecida en 2018, estaba escrito. La tristeza, el enojo y la nostálgia comenzaron a llenar sus pensamientos.

¿Por qué tuvo que nacer en Marte alejado de todos? ¿Por qué no podía tener una vida como cualquier chico de su edad? ¿Por qué su padre no se dignó a preguntar por él? Sabía que era un secreto, pero al menos debía estar enterado de su existencia, ¿no?

Todas esas preguntas, esa ira, la estaba descargando mientras conducía el vehículo a una gran velocidad, con la mirada comenzandi a cristalizarse. Debido al casco, no podía limpiarse.

No sentía miedo, sólo quería desahogarse, pero tan pronto como dio la vuelta haciendo que cayera y que uno de los tubos en su traje, que evita el escape de oxígeno, se zafara, la desesperación por la falta de aire, llegó.

Por suerte, no sabe cómo, Kendra llegó a su rescate, ayudándole a levantarse del vehículo y a colocar el tubo de nuevo en su lugar. Quiso llorar mientras recuperaba el aire perdido, al mismo tiempo que Kendra lo acariciaba por el hombro preguntando si se encontraba bien, a lo que Harry asentía, tratando de regular su acelerada respiración.

Sin embargo, el regaño no se hizo esperar una vez llegaron de vuelta al plantel.

—¡¿Estás loco?! —Regañó Kendra terminando de quitarse las botas del traje—¡¿Crees que el protocolo de salida no aplica contigo?! —Harry la escuchaba en silencio, colocando el traje de donde lo había tomado.

The Space Between Us (Au Larry S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora