1 | Cigarrillo

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— Mamá, papá, ya me voy —dije parada frente a mis padres.

Se levantaron rápidamente para darme un abrazo que casi me deja sin oxígeno. Mamá, puso una mano en mi mejilla para sonreírme, quizás fue la última sonrisa que había visto.

— Cuídate mucho, te amamos —me dijo y besé sus mejillas.

— También los amo.

Tomé el Uber que había pedido antes de bajar a despedirme de mis padres. Iba a reunirme con mi novio y mis amigos, en una de sus casas, por lo que teníamos planeado pasarla súper bien. Además de que, tenía permiso para quedarme a dormir en la casa de mi mejor amigo gay, Angelo.

Pagué y me bajé del auto sin antes desearle una buena noche al conductor. Me acerqué a la puerta y todo estaba súper apagado, ¿que habrá pasado?

Decidí entrar.

— ¡Sorpresa! — gritaron todos provocando una sonrisa y un susto en mi. Encendieron unas luces especiales.

— ¡Feliz cumpleaños guapa!— dijo Angelo y mi novio con un pastel para recibirme.

Me tapé la boca de la emoción. Lo tenía todo: unos padres que me adoraban con locura, unos amigos que me quieren, estaba estudiando derecho en la universidad, la cual era la carrera que siempre me había gustado desde pequeña y sobre todo, había encontrado la persona que me ama tal y como soy, Emiliano Arik.

— ¡Son los mejores!—dije abrazándolos y Emiliano, me tomó de la cintura para darme un beso en los labios.

— Creo que llevaré el pastel a la mesa — dijo Angelo al ver que encendieron la música.

— ¡Felices veinte! — solté un pequeño grito al cárgame de repente en sus brazos—. ¡Hora de celebrar!

Comida, bebidas por todos lados y sobre todo, una buena música, fueron los protagonistas de esta maravillosa noche que había pensado en terminar de la mejor manera pero...no. Emiliano, había bebido demasiado y era el responsable de llevarnos a la casa de Angelo pero no podía permitir que siguiera bebiendo.

— ¿Cómo nos iremos? — preguntó Angelo mientras me acompaña mirando a Emiliano mientras bebía sin parar.

Me acerqué a Emiliano.

— ¡Deja de beber! Nos tienes que llevar —le grité y el se rió.

— ¡Toma un Uber! — me gritó enojado.

Esta me la voy a cobrar. Miré hacia la dirección de Angelo y no estaba, por lo qué, empecé a buscarlo en toda la casa. ¿Dónde diablos se habrá metido este también? Decidí salir de la casa pero hacía demasiado frío joder.

Estaba en mis cinco sentidos cuando del otro lado de la calle, había un auto estacionado y una persona, más bien, un chico estaba fumando mientras me miraba fijamente.

¿Y si le pedía que me llevara? Estás loca, Alessia. No lo conocía pero no tenía otra alternativa y Angelo, no aparecía. Tenía ganas de irme, estaba cansada y para el colmo, tenía mucho frío.

El chico del auto votó el aire del cigarrillo para seguir mirándome fijamente y decidí acercarme para darme cuenta de que me parecía conocido. Era alto, llevaba unos jeans ajustados, botas negras, un tshirt blanco y una cazadora que hacía resaltar sus hombros anchos y sus fuertes brazos.

— Disculpa, ¿podrías llevarme a un sitio? Te puedo pagar si quieres pero necesito irme — dije tratando de mostrar seguridad a pesar de que el frío no cooperaba mucho.

El chico del cigarro votó humo de nuevo para soltar una risa, risa que había escuchado antes. Se acercó y entre el humo restante supe de quién se trataba.

— ¿Qué diablos haces aquí? — le pregunté mirándolo con cierto odio.

Votó el cigarro para tomar mi rostro en su mano izquierda y mirarme, joder estaba más alto, guapo y fuerte. Pero, ¿que diablos hacía aquí? Tragué fuerte cuando sus intimidantes ojos me miraron.

— Vine por lo que fue, es y será mío —me susurró con su voz ronca—. Vine por ti, mi chiquita hermosa.

Saco un pañuelo de su bolsillo trasero. Puso aquel pañuelo en mi rostro cubriendo mi nariz con un olor a medicamento provocando que no pudiera gritar porque había tapado mi boca.

Era imposible salirme de sus fuertes brazos. Aquella sustancia iba haciendo su efecto rápidamente por lo que mis ojos empezaron a cerrarse poco a poco, volviéndose todo negro para mi.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora