9 | ¿Cámara?

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Sentí como la sangre subía, sentía adrenalina pura y eso es lo que hacía que mi excitación crezca. Enredé mi mano en su cabello mientras la otra acariciaba su barba ¡Joder! Este hombre con solo un roce me excitaba, aproveché el momento para bajar mis manos y sacar su miembro del pantalón, no sin antes, darle unas caricias por encima de la tela.

— Sabes que me excita mucho lo que haces — me decía mientras agarraba mis pechos y esparcía besos —. ¡Ah! —bescuché su gemido mientras yo me encargaba de darle placer con las manos —. Eres traviesa — sonrió.

— Sabes que sí — dirigí mis manos, nuevamente, a su cabello — Por favor, no aguanto.

— Eres preciosa hasta cuando te enojas y me plantas una escena de celos — me agarró de mi trasero y me elevo, envolví mis piernas en su cintura —. Sabes que lo estamos haciendo sin protección — Asentí, sabía lo que estaba haciendo, pero lo necesitaba —. ¿Estás, estas segura? —su voz salía entrecortada y yo no podía pensar porque tenía su miembro cerca a mi feminidad.

— ¡Solo hazlo! — le presioné, estaba tan excitada que no pensaba —. Quiero sentirte dentro de mi, Ferit — y sentí como se hundía en mi.

— Eso querías — vi su rostro y no podía quitar mis ojos de los suyos, mientras sentía como me empezaba a embestir—. ¡Carajo!

— ¡Ah! — no podía ni hablar, solo trataba de aferrarme a él, cerré mis ojos y alcé mi cabeza, mientras sentía sus embestidas. Al momento de abrir mis ojos dirigí la mirada hacia hacia una ¿cámara? —. Ferit...¡ah! hay cámaras en este lugar.

— ¡Mierda! Deja de pensar en eso —seguía sintiendo sus embestidas—. Mírame...— dirigí mi mirada hacia él y por un momento me olvidé de lo que dije.

Pasaron algunos minutos, entre caricias y embestidas hasta que el terminó corriendose en mi interior. Ambos llegamos al clímax. Me ayudó a acomodarme, mientras trataba de estabilizarme, sentía que mis piernas no podían sostenerme. Al verlo, vi como se arreglaba el pantalón y la camisa. Por curiosidad, dirigí mi mirada hacia la esquina del ascensor y sí, era una cámara. En eso, sentí vergüenza.

— Te lo dije, eso es una maldita camara — golpeé su hombro, él se quejó pero dirigió su mirada hacia ella y sonrió —. No entiendo por qué sonríes.

— ¿Y qué quieres que diga? — lo miré indignada mientras el sonreía como sino pasara nada —. Se dieron un festín gratis, no dudo que los hayamos dejando queriendo más — me miró y solto una carcajada —. Si quieres una copia del video puedo decir que me lo den  — me agarró de la cintura y presiono el botón para que el ascensor avanzara.

— No puedo creer que hagas bromas con eso, y si utilizan eso para chantajearnos... eso no sabes y no piensas — rodé los ojos mientras no dejaba de quitar la mirada a la cámara.

— Deja de mirar hacia arriba, con eso no eliminarás el video — besó mi mejilla —. Además... — las puertas del elevador se abrieron —. No todos tienen la ventaja de tenerte a ti —abrió la puerta de la habitación —. ¿Gustas pasar? porque el espectáculo que dimos allá solo era la entrada —dijo mientras me tendía la mano.

No podía negar que eso me gustaba de él, así es como me enamoro, su sentido del humor y como hacía que las cosas parecieran fáciles o que la vida era diversión. No desaproveche el momento, no solo sujeté su mano sino que estampe mis labios en los suyos mientras con mi pie cerraba la puerta. El me alzó y nos dirigimos hacia la habitación, no podía quedarme con las ganas de terminar lo que comenzamos en el ascensor.
No tardamos en desvestirnos, ya estábamos agarrando costumbre así que arranco mi vestido, sin importarle el costo y empezó a besar cada milímetro de piel. Así nos fundimos en placer.

— ¿Ferit? — susurré, estaba agotada pero aún así quería escuchar su voz.

— ¿Quieres otra ronda más? — me preguntó entre sonrisas, a lo cual yo reí.

— Ya no puedo ni moverme —estábamos los dos enredados entre las sábanas—. preguntarte algo — le dije sin temor a cual fuera su respuesta.

— Si esa pregunta termina a como estamos ahora hazla... — sonreí.

— ¿De qué conversaron Eiren y tú? —sentí como empezaba a alejarse y por el momento pensé que se había enojado pero en vez de eso, vi como prendió la lámpara y se sentó. Agarré la sábana y me tapé .

— ¿En serio quieres conversar de eso? —me dió una mirada seria, yo solo asentí —. Bueno...ella vino a decirme que tenemos que...— le costaba mucho hablar —. mejor dejarlo así, no vale la pe... — lo interrumpi.

— ¿Quieres que yo confíe en ti, ¿verdad? — me miró y asintió —. Entonces, cuéntame, no quiero secretos — tomé su mano y la llevé a mis labios — Por favor — escuché como se movía las sábanas y como pasó su mano por mi espalda para acercarme a él.

— Tenemos un negocio, hay un problema en estos momentos. En realidad no es un problema como tal, solo que necesitamos mandar un encargo a uno de nuestros consumidores pero no hay quien se haga cargo de eso, ya le dije que le conseguiré la persona para mañana pero... — se quedó mirando y yo estaba teniendo la idea de...—. Oh oh no, no, no y no — le puse una cara inocente —. Ya sé lo que estás tramando y mi respuesta es no — con voz firme.

— Pero si yo no estoy diciendo...—puse la voz más tierna.

— Ni se te ocurra ofrecerte porque la respuesta será no, no dejaré que te expongas. Tú no — sentí como se tensaba.

— Pero yo quiero hacerlo, no veo que tenga de malo... — me interrumpió para seguir tirandome una mirada de esas que te llevan directo al infierno.

— Eres la mujer que amo y con la que no puedo dejar de fantasear las mil formas de hacerte mía —sus palabras causaron que me sonroje — pero de ninguna manera dejare que...—suspiró—. Solo dejemos este tema, tenemos que dormir no quiero...

— Pero...—yo quería ir, quería demostrarle que podía confiar en mi.

— Solo duerme, no es buen momento para discutir, no después de haberte hecho mía en ese maldito ascensor —dijo y me incitó para que me acostara, mientras el estiraba su brazo para apagar la lámpara.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora