16 | Tenía Razón

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Casa de Alessia:

— Sí papá, solo iré a casa de Sephora —le di un beso en su coronilla—. Te prometo que al llegar te mando un mensaje — me retiro y solo hago un ademán con la mano.

Al estar en el Uber que pedí, cruzaron muchas imágenes por mi mente, no puedo creer que aún estando libre siga pensando en Ferit. Regresé a mi vida y aún así siento que me falta algo, todo había dado un giro inesperado.

— Llegamos señorita —me aviso el chófer, le pagué y me despedí con una sonrisa.

Al estar frente a la casa de Sephora solo me quedó prepararme para el cuestionario que vendría, la conozco y sé que no dejará un cabo suelto.

— Bien...—no terminé y vi como alguien saltaba encima de mi.

— Cariño — me abrazó como si fuera un oso de peluche —. Te extrañé tanto —me soltó y me miró de pies a cabeza—. No sé dónde fuiste ni con quien estuviste pero te ves más preciosa —agarró mi mano.

— ¿Gracias? —no dejó que me detuviera y me llevo directo a su habitación —. Yo creo que...

— De nada — me señalo su cama —siéntate, iré por chocolate, ya vi que estás bien. Ahora quiero que me pongas al día sobre ti — se retiró.

Agarré mi celular y le mande un mensaje a papá, avisando que llegue a casa de Seph.

— Bueno — se acercó a mi y me tendió la taza que tenía —. Empecemos con tu aventura.

— Bueno, digamos que hubo de todo — tomé un sorbo del chocolate —. Esto..esto está muy dulce — le dije, me miró extraña y probó el suyo.

— Yo, diría que esta bien, esta como te gusta — me dijo extrañada, elevo sus hombros —. No importa, igual sigue contando.

— Esta bien, solo promete que no habrá interrupciones.

— Okay, okay, okay. Solo comienza —la mire y rodé los ojos.

— Okay —no sabia como iniciar —. Aquí vamos...—le empecé a contar desde que llegué a aquella fiesta y como Ferit me secuestró, le conté cada detalle de lo sucedido. Gracias a sus interrupciones, no se me escapó ni un detalle—. Y es así como estoy aquí contigo.

— Ale, amiga, déjame decirte que tu historia está para película —me dijo sonriendo—. Solo no comprendo algo —la mire extrañada, eso era raro de ella—. O bueno lo hago pero creo que tú no.

— No te entiendo, ¿de que hablas...—le puse mi atención

— Si ya volviste a lo que querías y le dijiste que no regresarías con él —se quedó pensando — ¿por qué no tienes ese brillo en tus ojos? — me miró —. Es como si, te faltara algo.

— Seph —no sabía cómo decirle—. Yo...

— Sigues enamorada de él, o bueno no dejaste de estarlo — sonrió.

— Pero no puedo, esta mi familia y Emiliano — demonios, después de estos días me acuerdo de Emiliano—. Ay! Me olvidé de llamarlo, seguro está—quise agarrar mi celular pero me lo quitó—. ¡Qué rayos!

—Por tu bien y tu dignidad es mejor que ni lo llames — sentenció

—Pero seguro él...

— Ese idiota, tarado, inmaduro, hijo de su bendita madre — la miré extraña —. ¿Qué? Su madre no tiene la culpa de tener a un hijo como él —movió su cabeza negando—. A lo que voy, él no merece ni una llamada tuya.

— Claro que sí, seguro estuvo preocupado...

— Ese idiota solo le preocupa el sexo, solo piensa en eso — cubrió su boca—. Lo siento, es solo que...

— Dilo, sino me lo dices lo llamaré...

— Emiliano, cuando se enteró de tu "desaparición" lo único que atinó hacer es buscar a su otra víctima. Ese patán solo piensa en él —soltó una maldición—. Él, ni siquiera pregunto por ti, al enterarse solo me visito y me dijo que agradecía las noches de placer que le diste pero el que te hayas ido solo fue una razón para...—le interrumpí.

— Ya no sigas —suspiré, después de todo Ferit tenía razón. Emiliano, siempre me estuvo engañando — tenia razón, él...— sentí como de mis ojos se escapaban algunas lágrimas.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora