Amy Rose, Blaze the Cat y Rouge the Bat son tres chicas completamente diferentes. Lo único en común que tienen es que asisten al mismo instituto, y que están atravesando el último año de su educación secundaria.
Si hubiera sido por ellas, nunca se...
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Rouge
—Y hasta aquí mi reporte del clima para el día de hoy. Vuelvo a ti, Lanolin.
—¡Muchas gracias, Gus! No olviden de salir con al menos un abrigo, entonces. ¡El otoño ya está aquí, y se está haciendo notar!
Entro al baño de mi departamento mientras termino de colocar la corbata del uniforme escolar. A lo lejos, desde la cocina, escucho el televisor con las noticias matutinas. No es que me interese mantenerme informada respecto a los temas de actualidad, pero estoy esperando por una noticia en particular. Me detengo frente al espejo con la intención de maquillarme, tomando una máscara de pestañas y un delineador líquido de un pequeño bolso bajo el lavabo.
—Regresando a las noticias del fin de semana... —escucho que dice la oveja periodista de las noticias—. El conocido villano Doctor Eggman ha vuelto a atacar el casino en el día de ayer. Por fortuna, nuestras heroínas favoritas estuvieron allí para detenerlo.
Y ahí está. Una vez más, logramos ser noticia.
Me asomo desde el baño para poder ver el televisor. Un video de nosotras se reproduce en loop, mostrando el momento en el que nos deshacemos de uno de los grandes robots mecánicos de Eggman. Resulta muy agradable a la vista de ver. Nuestra coordinación mejoró notablemente, y nuestros trajes (sobre todo el mío) son para morirse.
Un mes ya transcurrió de aquella noche en la que nos enfrentamos a él por primera vez. Desde ese día, todo cambió. La noticia de la pelea se propagó rápidamente en las redes sociales, lo que nos propulsó a la fama de la noche a la mañana. Literalmente.
A partir de entonces, hemos estado luchando con el científico al menos unas dos veces por semana. Él ataca, nosotras nos defendemos, tratamos de recuperar el cristal oscuro, pero se nos escapa. Una rutina repetitiva que aún no logramos romper. Y eso, en cierto punto, nos irrita.
Bueno, a mi no tanto en realidad. Blaze sí que está molesta. Es frustrante estar siempre al borde de alcanzarlo, y que se nos escape de las manos. Pero ser una súperhéroe y el reconocimiento que conlleva es fácil de disfrutar. No hay nada que me guste más que verme en el televisor. Y seguido.
Mi orgullo en parte quizás se deba también a que gran parte del material grabado que hay sobre nosotras peleando proviene de mi celular. Siempre encuentro la forma de tomarnos una foto casual o un video en el que se nos vea claramente; para después poder venderlo como material exclusivo a estudios periodísticos. ¿Qué puedo decir? Si la vida te da limones, haz limonada. La limonada es fácil de vender.
Vuelvo a retomar el maquillaje, delineando con suma delicadeza el borde de mi párpado superior. La periodista, Lanolin, continúa describiendo los sucesos de la batalla en el casino.
—... las máquinas para canjear rings —alcanzo a oír que dice—. La hazaña tuvo como daño colateral unos seis heridos, y uno que afortunadamente acaba de salir de un estado crítico.
