01| Amy Rose

642 64 55
                                    

Amy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amy

  Odio las matemáticas.

  ¿Cuál es la necesidad de que todo sea tan exacto? ¿Acaso dos más dos siempre tiene que dar cuatro? ¿Quién fue el imbécil que decidió inventar los teoremas? No me malinterpreten; sé que, gracias a esta ciencia, muchos de los avances tecnológicos de hoy en día existen. Es lo que Vanilla suele decirme todo los días. Pero, ¿por qué nos enseñan cosas que en mi vida utilizaría?

  Veamos. ¿De qué me sirven los polinomios? Porque puedo jurarles que nunca, ni yo ni nadie, los han utilizados para algo que no esté relacionado con la ciencia. Las sumas y restas si son útiles en nuestras vidas diarias, por ejemplo. Las multiplicaciones y divisiones también. ¿Pero los polinomios? Nuh-uh. Son inútiles.

  Esa es una gran forma de justificar mi cuatro en el examen que me acaban de entregar. Observo la hoja de papel con el ceño fruncido: escrito con una lapicera roja, y encerrado dentro de una circunferencia, aquel número par se burla de mi y de mis capacidades mentales con solo su presencia. Y pensar que en algún momento llegué a imaginar en que había aprobado.

  Oh, bueno. El año escolar recién comienza; tendré más oportunidades para mejorar mi promedio. Pero si bien este examen solo ha sido una especie de diagnóstico, me sirve para saber que este año será aún más difícil que el anterior.

—Esperaba mucho más de algunos de ustedes —dice mi profesora, la señora Mellow, terminando de entregar los últimos exámenes. No hago contacto visual con ella, pero sé que me está mirando—. Ojalá y en las próximas evaluaciones sepan como superar mis expectativas.

  Ojalá, profesora. Ojalá.

  El último timbre de la mañana suena y suspiro del alivio. Guardo mis pertenencias en mi mochila, y al igual que todos mis compañeros, me pongo de pie para salir del salón. Pero antes de que pueda hacerlo, Mellow me detiene.

—Me gustaría compartir algunas palabras con usted, señorita Rose —me dice, tomando asiento detrás de su escritorio. Me dedico a asentir, mientras ajusto las correas de mi mochila una y otra vez—. ¿Me permites tu examen?

Mellow es una eriza rubia pálida de unos cuarenta y tantos. Siempre me pareció agradable, por más que su materia sea la mismísima obra del diablo.

  Saco mi evaluación de mi mochila y se la entrego, sin dudarlo dos veces. Ella le otorga una mirada superficial, mientras que yo siento que el corazón se me va a salir del lugar. Si hay algo que no me gusta, es que los profesores corrijan tus errores frente a tus narices, porque de esa forma distingues las distintas reacciones en sus rostros. Puedo ver lo decepcionada que se encuentra mientras sigue estudiando mis respuestas.

—Estos contenidos los hemos estado estudiando desde el año pasado —habla, levantando la vista del papel—. ¿Por qué crees que te ha ido así en el examen?

Triple ThreatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora