Amy Rose, Blaze the Cat y Rouge the Bat son tres chicas completamente diferentes. Lo único en común que tienen es que asisten al mismo instituto, y que están atravesando el último año de su educación secundaria.
Si hubiera sido por ellas, nunca se...
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Amy
—¿Quién de ustedes es Tikal?
Estando en uno de los lugares más recónditos de la biblioteca del instituto, me giro al oír la voz de Blaze the Cat. Al igual que yo, todavía tiene puesto el uniforme escolar, y carga con su mochila sobre su hombro. A juzgar por su cara, pareciera ser que no le queda demasiada paciencia en el tanque.
Junto a mí, además, nos acompaña una murciélago de ojos aguamarina y pelaje blanco. Está muy concentrada limándose las uñas. También trae puesto el uniforme de nuestra escuela, pero jamás la he visto antes. Quizás ella sea la tal Tikal. Y quizás sea nueva. Sin embargo, al escuchar la pregunta de Blaze, alza los hombros, indiferente.
—No tengo ni idea de quién estás hablando —responde la murciélago, sin siquiera levantar la vista—. Me llamo Rouge the Bat.
—Y yo soy Amy Rose —digo—. Somos del mismo año.
—Ah, sí. Te he visto en clases de gimnasia —me reconoce Blaze—. ¿Por casualidad vieron a una Tikal por aquí?
—Tal vez. ¿Podrías describirla? —inquiere Rouge, mientras continúa limándose las uñas.
La felina suspira, y se masajea la sien con su mano izquierda.
—No sé quién es —dice Blaze, algo molesta—. Me escribió pidiéndome ayuda con algo y me dijo que estaba acá. Pero al parecer no.
Por primera vez en la conversación, Rouge alza la vista, intrigada.
—A mi una tal Lakit me pidió que la ayude con un tema de las porristas, y también me dijo que estaba acá —habla.
—Lakit es Tikal al revés —observa Blaze.
—O Tikal es Lakit al revés —replica la murciélago.
—Yo estoy aquí porque un número desconocido me pidió su ayuda y me dijo que lo espere aquí —comento.
Las dos chicas junto a mi se giran a verme, estupefactas.
—¿Viniste hasta aquí solamente porque un número desconocido te pidió ayuda? —cuestiona Rouge.
—Pues... sí —respondo.
—¡Es una persona que no conoces! ¡Podría ser un criminal! —me espeta Blaze, indignada.
—Si alguien necesita de mi ayuda, entonces tengo que dársela —le digo, cruzándome de brazos.
