Amy Rose, Blaze the Cat y Rouge the Bat son tres chicas completamente diferentes. Lo único en común que tienen es que asisten al mismo instituto, y que están atravesando el último año de su educación secundaria.
Si hubiera sido por ellas, nunca se...
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—¿Está todo bien? Te noto algo pálida.
La observación de Sonic es, increíblemente, acertada. El rostro de Blaze eliminó cualquier rastro de color y vitalidad después de haber visto los mensajes de Tikal. El pánico ya estaba comenzando a apoderarse del cuerpo y la mente de la felina, quien aún sigue procesando la información. Esta vez no parece ser una broma como la de Rouge. Hay una verdadera amenaza ahí afuera, a la que ella y las chicas tienen que enfrentarse...
¡Las chicas!
—Amy y Rouge —piensa en voz alta, mientras se pone de pie—. Tengo que encontrar a Amy y a Rouge.
—Tengo que admitir que estás espantándome un poco —acota el cobalto, imitando su accionar.
Blaze se sobresalta ante la voz de él. Se había olvidado por completo de la presencia de Sonic. El chico la observa preocupado e intrigado a la vez. No puede darle las explicaciones verdaderas así como así, así que la felina empieza a hilar lo que sería su primera mentira de muchas para cubrir su misión.
—Mis padres —se excusa, levantando el celular y rodando los ojos—. Quieren que vuelva a casa.
—¿Y qué pasa con Amy y con Rouge? —cuestiona Sonic.
—¿Las conoces? —inquiere Blaze, sorprendida.
—Si, bueno, pero fuiste tú quien las nombró —contesta el erizo, alzando los hombros—. Amy Rose es compañera nuestra desde hace años, y Rouge... Es la conquista de mi amigo.
—¿Conquista?
—Ya sabes, coqueteo por aquí, besitos por allá...
—Sí, si. Se de lo que hablas —lo interrumpe la morada, empezando a dirigirse hacia la casa nuevamente—. Tengo que entrar y buscarlas.
—¿Quieres que las busque yo? Así vuelves a casa con tus padres, y no los haces enojar más de lo que ya están —sugiere Sonic, siguiéndola.
—¡No! No. Es que... Eh... Tienen que venir conmigo —dice Blaze, su cerebro buscando la mejor excusa posible—. ¿Recuerdas la cena de la que te hablé? Todos nuestros padres están ahí, y quieren que volvamos ya con ellos.
—Ah, si. Qué mal. La fiesta apenas comenzaba.
—Dijiste que darías otras, ¿verdad?
—Si... Siempre y cuando mi madre me deje y mis hermanos no estén en casa...
La morada ya casi ni le presta atención al cobalto. Su mente está muy preocupada como para ocuparse de ello. Vuelve a entrar a la cocina, con Sonic pisándole los talones, y escanea el lugar con la mirada, sin encontrar nada interesante. Ya habían abandonado el lugar desde antes, recuerda la felina. Cuando pasó con el erizo por el lugar minutos atrás, las chicas ya no estaban por la zona.
Si fuera una insoportable y presumida murciélago con alcohol en sangre, ¿en dónde estaría?
Blaze piensa en la pista de baile. A Rouge le gusta bailar y ser el centro de atención, así que sería el lugar perfecto. Camina hacia allí a paso apurado, el cobalto siguiéndola de cerca.
