Aquello era realmente excitante; un hombre musculoso estaba con sus posaderas alzadas, el pecho sobre el colchón y había un delicioso temblor lleno de placer en todo su cuerpo.
Detrás estaba Nicolas, observando la espalda de Sebastian y como se marcaba cada uno de sus músculos debido a sus nervios y contextura. Mordió su labio deseoso, hasta romperlo con sus colmillos.
Observo su trasero, notando que tenía su mano marcada en aquella nalga que le había nalgueado.
La acaricio, notando la curba de la espalda de Sebastian hacerse más marcada, junto a un gemidito tímido.
Beso su nuca, viéndole estremecer, bajo lentamente mientras sacaba lubricante y cuando los besos llegaron a su nalga se detuvo, apartandose, vertió bastante lubricante sobre la entrada del chico.
Comenzó a masajearlo, el Sebastian jadeaba, le masturbo lento, presionando la punta de su miembro, no quería que esto terminace tan rápido.
Metio lentamente uno de sus dedos, sintiendo aquella presión tan placentera, el humano gemia bajo, se tenso brusco y Nicolas espero, moviendo lentamente su dedo, el Sebastian se relajaba lento en sus manos; llego a su nuca nuevamente y le dio castos besos mientras le dilataba y masturbaba con delicadeza.
-mm~ ah~ mm-miierda- susurro el mas joven, tembloroso y jadeante; aquello era demasiado excitante, y aunque estaba asustado sentía que podía confiar en Nicolas, así que simplemente se dejaba gobernar por sus deseos mas carnales.
-mm!!- se arqueo y tenso abruptamente cuando aquel lugar de su anatomía que le derretía del placer fue embestido al tiempo que otro dedo entraba en el. -m-malnacidoaahh!-
-Oh vamos Sebastian- le susurro mordiendo suave su hombro -estoy siendo bueno, no me digas cosas asi- le digo con un ligero tono de reproche y diversión mientras volvía a presionar aquel lugar escuchando los gemidos descontrolados del humano -o te daré unas buenas nalgaditas por cada insulto- le mordió el lóbulo de la oreja, por un lado ofreciendo a Sebastian un juego masoquista y por el otro deseando que lo acepte.
-Eres un cretino- le dijo derritiéndose entre sus manos, y la nalgada fue descomunal, resonó por toda la habitación y el gemido no se quedo atrás. -o-ohh~ m-mierda~- gimio agarrando las sabanas, le temblaba todo del placer.
Nicolas metió el tercer dígito y simuló embestidas con sus dedos, preparándolo con cuidado, pero no por ello menos ansioso.
-m-metete Nicolas~ ah~ y-ya metete- le pidió el humano gimiendo bajo y Sebastian quito sus dedos, tomo a su amante por las caderas y le volteo, observando su rostro sonrojado y todo su cuerpo, como le prendía aquello no tenia descripción.
-Eres hermoso- le beso intenso, ambos jugando y peleando con sus lenguas, ansiosos y muriendo de placer.
El vampiro agarro al humano de las nalgas y se las separo descaradamente, froto su miembro contra la entrada del chico y este se tenso brusco, ubicando sus manos en el pecho del vampiro por inercia, temblando y deteniendo el beso.
Pero no le alejo, no podía moverse, no podía respirar.
-Sebastian- le llamo el vampiro con tono dulce, pero el humano no podía responder. -pequeño- le dijo suave -Tranquilo, si no quieres pararemos- le dijo con tranquilidad, no le forsaría.
-e-es que...- le temblaba la voz, sus manos sujetaban los hombros del vampiro, fuerte, aunque al vampiro apenas le causaba daño -e-es que yo... n-no se... q-quiero hacerlo pe-pero...-
Nicolas sonrio leve.
-Si quieres podemos intentarlo de otra forma- se alejo del humano y saco de abajo de la cama unas esposas muy anchas que se comunicaban entre ellas con las que estaban a los pies. Nicolas se levanto de golpe, dispuesto a salir corriendo pero el vampiro esposo sus propios tobillos y luego esposo sus muñecas, quedando tendido en la cama, con su miembro alzado como mastil. -Joel no pudo dejar que lo penetrara hasta que me tuvo así- dijo con simpleza -No soy capaz de romper estas cadenas, estas a salvo, a tu ritmo, aunque si no puedes así nos detendremos ahora-
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Cautivo de su Infierno
VampirosCuando Dante falleció, Robert creyó que lo había perdido todo. Ya mucho tiempo desde eso, casi un siglo, pero el dolor seguía sin menguar. Sin embargo, cuando tuvo entre sus manos la oportunidad de curar a un humano aun más roto que Dante algo cambi...