Capítulo 2. Ataque de los Pearce

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SIENNA

Los órganos de Michelle están fallando...

Las palabras eran tan sencillas, pero no podía entenderlas.

- ¡Espera, espera! ¿Qué estás diciendo? —preguntó Josh. Se agarraba a la pared como si fuera lo único que lo mantenía erguido.

- Digo que... —dijo Jocelyn, tocando el brazalete de plata adornado que llevaba en la muñeca— no va a pasar de esta noche.

Se hizo el silencio entre todos nosotros. Nadie se movió.

- ¿Pero qué pasa con las máquinas? —solté.

- La tenemos conectada al ventilador por su respiración anormalmente rápida —dijo Jocelyn—. Pero sus riñones y su hígado son el verdadero problema.

- Está manifestando hipouricemia —dijo la sanadora Lowell.

Miró nuestras expresiones desconcertadas.

- No está produciendo suficiente orina —aclaró.

Mi corazón empezó a latir con más fuerza.

- Sin sus riñones haciendo su trabajo, eventualmente entrará en shock.

- No lo entiendo. ¿Por qué está pasando esto? —dijo Josh.

- El traumatismo que sufrió le causó una cantidad importante de daños internos —dijo Jocelyn, con voz suave.

- Pero... ¿vas a curarla o no? —preguntó Josh.

- He intentado... —comenzó Jocelyn.

- ¡Entonces sigue intentándolo! —Josh se quejó.

La sanadora Lowell negó con la cabeza.

- He venido hoy para ayudar a realizar un ritual con Jocelyn. Uno que requiere dos sanadoras de gran habilidad. Pero incluso así fue una apuesta, y me temo que no tuvo éxito.

- ¿Sin éxito? —Josh se hizo eco.

- Michelle fue atacada por un vampyro —explicó la sanadora Lowell—. Tu compañera fue esencialmente envenenada por él. La magia curativa de los hombres lobo es poderosa. pero aquí nos enfrentamos a la magia de los vampyros.

Josh hizo un sonido de disgusto.

- Era una pieza desagradable, este vampyro —continuó—. Un poder como nunca me he encontrado. Un viejo, estoy seguro de ello.

Oh, Dios. Michelle.

- Entonces, ¿qué estás diciendo? —exigió Josh, con un toque de temblor en su voz enojada—. ¿No puedes salvarla?

Jocelyn abrió los ojos.

- Hay un ritual...

- No, no lo hay —la cortó la sanadora Lowell, con una voz repentinamente fría.

- Un ritual —continuó Jocelyn—, pero está prohibido...

- ¡Está absolutamente prohibido! Es peligroso y va en contra de la Doctrina del Sanador. Lo mejor sería que lo sacaran de sus mentes. Ahora.

La cálida conducta de la sanadora Lowell estaba ahora rígida y tensa. Miró con desprecio a Jocelyn, que miró al suelo.

Josh miraba desesperadamente de una sanadora a otra, deseando que una de ellas sugiriera una nueva solución.

Pero entendí lo que la sanadora Lowell estaba diciendo.

- Va a morir, ¿no?

Todos se volvieron hacia mí. La cara de Josh se quedó sin color.

Lobos milenarios (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora