Capítulo 20. Santa Sienna

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JOSH

Sabía que era cuestión de tiempo que apareciera alguien para sacarme de este antro.

Así que estaba preparado cuando me desperté para ver a Jeremy mirándome a través de los barrotes de metal.

- ¿Qué pasa, tío? —dije tímidamente.

- Recoge tus cosas. Tengo que hablar con el juez, y luego nos vamos.

Sus palabras eran cortantes y escuetas. Para un tipo tan tranquilo como Jeremy, esto significaba que estaba "enfadado".

No estaba de humor para discutir con él. Me sentía como si alguien se hubiera cagado en mi cerebro.

- Sí, de acuerdo —dije, poniéndome en pie y tratando de ignorar las náuseas que me acompañaban.

Jeremy se alejó y, un momento después, oí el sonido de las puertas de seguridad al abrirse y cerrarse.

Entonces oí el chasquido de unos tacones sobre el cemento.

Michelle entró en escena.

Parecía cansada y pálida, con el pelo castaño recogido en un moño desordenado y la cara desmaquillada.

Esta era la verdadera Michelle. La persona esperanzada, hermosa y solitaria que tan poca gento llegó a conocer.

Y pude ver en sus ojos que la había herido.

Mi cabeza se agachó.

- ¿Qué haces en la cárcel, Josh? —preguntó en voz baja.

Ya había escuchado esa pregunta antes. Sólo que de los labios de mi madre en lugar de los de mi compañera.

¿Por qué has estado en la cárcel otra vez, Carl?

Le decía a mi padre cada noche que volvía a casa a trompicones del bar.

¿Por qué nunca puedes contener tu temperamento?

Eres una carga inútil y borracha para una compañera.

Eso había sido antes de que ella lo dejara. Nos dejó a los dos.

No podía dejar que eso sucediera. Tenía que intentar explicarlo.

- Konstantin. Fui a matarlo.

- ¿Así que entras en un muso de historia y aterrorizas a una vieja? —preguntó incrédula.

- ¡Porque se suponía que estaba allí! —insistí

Y él estaba allí. Sólo que llegué demasiado tarde.

Otra vez.

Michelle suspiró cansada.

- Lo siento, Josh, pero tienes que ayudarme con esto. Entiendo que estás tratando de encontrar a Konstantin. Pero ¿qué te hizo pensar que estaba en un museo en Tennessee?

- Porque yo... —dudé,

¿Debía hablarle a mi compañera sobre el lodo?

Si supiera que podemos rastrear al vampyro, podría ayudarla a dormir mejor por la noche.

Pero, además, por mucho que quisiera a Michelle, tenía que admitir que no era la mejor guardando secretos.

Y si ella accidentalmente hablara del lodo, estaría en una mierda aún más profunda de lo que ya estaba.

- Yo... recibí una pista de una fuente anónima. Dejaron un mensaje en mi oficina.

- Parece una pista bastante endeble —dijo.

Lobos milenarios (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora