Lobos milenarios (libro 3)

Capítulo 15. Esta pequeña luz mía

AIDEN

Me temblaban las manos mientras enviaba un mensaje de texto al capitán de mi escuadrón de cazadores.

Aiden: "¿Revisaste alguna prueba del almacén de PH?"

Sayyid: "Nop"

Aiden: "Faltan pruebas"

Sayyid: "¿Qué pruebas?"

Aiden: "El lodo"

Sayyid: "Se almacenó en un contenedor rellenable en el estante superior, cuarta fila"

Encontré la papelera, pero estaba vacía.

Arriba, mi compañera se enfrentaba a las cámaras, por no hablar de mi madre.

Y yo estaba atrapado aquí abajo en una búsqueda inútil.

Aiden: "Comprobado de nuevo, nada"

Sayyid: "Eso es preocupante. ¿Has mirado la grabación de la cámara de seguridad?"

Aiden: "Supongo que eso es lo que haré a continuación"

Al pasar la grabación por mi ordenador portátil, no tuve que mirar mucha cinta antes de ver a un hombre de pelo rubio y puntiagudo que me resultaba familiar entrar en la sala de pruebas.

Josh.

¿Pero cómo sabía que el lodo era importante?

Aiden: "Parece que el Beta Daniels lo tomó"

Sayyid: "Bueno, eso es un alivio"

Aiden: "¿Hablaste con él de eso?"

Sayyid: "Sí, ayer. Ha pedido una actualización"

Suspiré. No había ninguna razón para que Sayyid negara a poner al día al Beta en una investigación en curso.

De hecho, era una práctica general. Josh debería haber sido el que dirigiera la investigación en primer lugar.

Estaba demasiado cerca de todo.

Di un paseo por la Casa de la Manada y no encontré a Josh.

Gruñí en voz baja en mi garganta.

Precisamente por eso me preocupaba compartir información con él.

Se había ido tras Konstantin.

Él solo por su cuenta.

SIENNA

Mónica había insistido en que todos se prepararan para el Festival de la Llama en la Casa de la Manada.

- Cuéntanos cómo te sientes esta noche —me dijo Mónica mientras me arrastraba a una cabina de entrevistas antes de que me maquillaran.

- Nerviosa —admití, tratando de no mirar directamente a la cámara—. Realmente quiero que todo esto salga sin problemas.

- Por supuesto. Todos lo queremos —dijo Mónica, y sus labios se curvaron en una sonrisa.

ERICA

Habían instalado cabinas para grabar con sólo pulsar un botón. Me acomodé en una de ellas, con un vaso de hidromiel tradicional en la mano, y miré seriamente la cámara de grabación.

- Lo que la gente no sabe —dije—, es lo mucho que Sienna está sacrificando por este evento. Por esta manada, en realidad.

Tomé un sorbo de mi bebida.