Capítulo 11. Sienna pide ayuda

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AIDEN

El crujir de dientes se acercó a un centímetro de mi garganta.

Ahora Olía a vampyro, pero este tipo no era Konstantin.

Tenía una estructura fornida y un pelo rubio salvaje.

Me lo quité de encima y me moví.

Mi forma de lobo se alzó sobre él; gruñí y le enseñé los dientes.

Se lanzó sobre mí y yo rugí, retorciéndome para tratar de conseguir un bocado de su carne.

Sacó un cuchillo de algún lugar de su ropa y me dio un tajo, abriendo una herida en mis costillas.

Con un aullido me alejé de él y luego lo rodeé, entrecerrando los ojos mientras estudiaba por dónde atacar.

Esa maldita arma iba a complicar esto.

No quería saltar sobre el tipo y arrancarle la garganta. Era un vampyro. Podría saber algo sobre Konstantin.

Pero él tenía la intención de matarme, de eso no quedaba duda.

Cargó, levantando el cuchillo y clavándolo.

Esquivando, escuché.

- ¡Suelta el cuchillo, Walter! —una voz que sonaba gangosa vino de detrás de mí.

Me giré. Un hombre blanco envejecido con una gorra de béisbol descolorida apuntaba con una escopeta al vampyro.

Cuando me volví hacia el atacante, noté una sombra que se movía en la penumbra detrás de él.

- Ríndete ahora, Walter, y el buen Alfa de aquí puede dejarte vivir —dijo el tipo de la gorra de béisbol con un movimiento de cabeza hacia mí.

Sin embargo, el vampyro estaba más allá del razonamiento.

Se lanzó hacia el tipo de la escopeta, que apretó el gatillo, pero levantó el cañón para evitar matarlo.

Los túneles amplificaron el ruido de la explosión.

Fue mucho para mis orejas de lobo, y me estremecí.

Aprovechando mi momentánea distracción, el vampyro volvió a lanzarme un tajo.

La daga me atravesó el hombro y aullé de dolor, luego gruñí mientras mordía su brazo.

La tiró y liberó el cuchillo, levantándolo para apuñalarme de nuevo.

BANG!

El tipo de la gorra de béisbol vació su segunda bala en el pecho del vampyro.

El vampyro se tambaleó y, al tropezar, el humano de piel oscura que había visto fuera del bar de Sonny surgió de las sombras detrás de él.

Con una gracia que hablaba de años de práctica, el negro blandió un machete en el aire.

La cabeza del vampyro emitió un sonido de aplastamiento al chocar contra el pavimento. Un momento después, su cadáver sin cabeza se desplomó hacia delante.

Volví a la forma humana, con la sangre brotando de mi hombro y el corte a lo largo de mis costillas.

- Ojalá no lo hubieras matado —dije.

El de la gorra de béisbol me miró mal.

- ¡De nada! —dijo.

Estaba de rodillas, desnudo y sangrando en el frío aire invernal.

- Este hombre necesita primeros auxilios —dijo el tipo del machete al de gorra de béisbol.

- Estaré bien —dije—. Curación de hombre lobo.

Lobos milenarios (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora