Capítulo 28. Una mano perdedora

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MÓNICA

- ¿No puedes verlo, Curtis? —dije, paseando por mi pequeña oficina.

Este lugar era diminuto, y no iba a quedarme aquí mucho más tiempo.

En cuanto pudiese, me iría sola.

Y llevando a Curtis conmigo. Al menos hasta que me fuera útil.

- Me pregunto cuánto tardarán en llegar las ofertas —dije—. WolfWideNews... InfoWolves... Demonios, ¡antes de que pase mucho tiempo podríamos tener nuestro propio canal!

- Sigue sin gustarme que hayamos robado el diario de ese sanador —dijo Curtis nervioso.

Uff. Siempre estaba tan malditamente nervioso.

Nunca había conocido a un lobo más sumiso.

Normalmente, funcionaba bien para mis propósitos. Pero de vez en cuando, me gustaría que le creciera un par.

- ¿A quién le importa, Curtis? Nadie nos va a mirar. Estarán demasiado ocupados viendo la ruptura de la celebridad del siglo. ¡Y luego iremos a las grandes ligas!

Curtis se encogió de hombros, mordiéndose el labio como un niño pequeño asustado. Sus ojos se dirigieron a los míos y luego se alejaron apresuradamente.

Me encantaba que me tuviera miedo. Era tan excitante.

Me acerqué a él y le pasé el dedo por la parte delantera de la camisa.

- Sabes que no debes cuestionarme, Curtis —le dije al oído.

- Tomamos el diario. La prueba está ahí. La pequeña perra del Alfa caerá. Charlotte puede volver a descremar la parte superior. Tengo lo que quiero. Todo va perfectamente.

Curtis gimió cuando le puse la mano en la ingle y le di un apretón.

- Así que no hay nada de qué preocuparse. Hemos ganado.

- ¡Pero aún podría salir mal! —protestó. Su cara estaba torcida en un mohín muy poco atractivo.

- Nada va a salir mal —dije—. Sigue haciendo exactamente lo que te digo y seremos ricos.

Le di otro apretón a su miembro medio flácido a través de los pantalones.

Curtis emitió un gemido bajo y suplicante.

Me reí por lo bajo y empecé a desabrocharle el cinturón.

La puerta de mi despacho se abrió de golpe, casi rompiendo el cristal empañado.

Me di la vuelta para ver quién era.

Ah, Sienna.

Y su patético frenesí...

- ¡Sucia ladrona! —Sienna gritó.

Curtis se puso pálido y retrocedió ante mi mano en su entrepierna.

- ¿Crees que puedes salirte con la tuya? ¡Si intentas darle ese archivo a Raphael, le diré que se lo robaste a Hahn!

- ¡Y te arrancará la cabeza de los hombros! —Michelle añadió.

Era adorable, la forma en que pensaban que podían dominarme.

Como si no hubiera planeado todas las posibilidades.

- ¿Tienes pruebas de que he robado algo? —le pregunté, con una voz dulce como el azúcar.

- ¡No tendrías ninguna prueba si no lo hubieras hecho! —respondió ella acaloradamente.

Lobos milenarios (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora