Capítulo 2. Solo quiero continuar mi vida.

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Los esposos Choi entraron tomados de la mano, al salón de su hotel, para presidir la recepción y parecían ser la pareja más feliz del mundo.

Su sola presencia causó que todos los presentes los voltearan a ver con un poco de envidia, puesto que, además de ser millonarios, ambos eran atractivos, elegantes y sonrientes.

Su apariencia era tan perfecta que hacía pensar que también su vida lo era.

Sin embargo, tanto Jeonghan como Jisoo miraron a Seungcheol con el ceño fruncido. Aún le guardaban bastante rencor por todo el sufrimiento que tuvo que soportar Jihoon cuando el arquitecto se alejó de sus vidas, sin ni siquiera despedirse debidamente.

Jisoo había sido testigo del cambio de humor en el muchacho de 15 años, quién no podía comprender el porqué su adorado hyung lo había abandonado así, sin más, sin ni siquiera decirle una razón.

Habían sido largos meses llenos de ansiedad, preocupación, tristeza y finalmente, amargura, hasta que Jihoon pudo entrar al internado Jeon y su espíritu comenzó a sanar.

Por lo tanto, verlo ahora felizmente casado, ignorante de todo el revuelo que había causado, los hacía sentirse enojados con él, pero se contuvieron, pues sabían que Jihoon los necesitaba tranquilos y relajados, para tener un buen ejemplo.

— Mira nada más lo sonriente que está ese tipo. – Le susurró Jeonghan a Jisoo, sentado a su derecha.

— Así es, se ve muy feliz. – Le contestó Jisoo, mientras miraba a Choi que se acercó al micrófono para tomar la palabra.

En cuanto la gente observó esto, comenzaron a guardar silencio, esperando ansiosamente unas palabras del Arquitecto Choi, dueño de la famosa firma.

— Buenas noches a todos. – Comenzó el hombre. – Es un placer y un privilegio para mí, poder recibirlos a ustedes en el Hotel Choi. – Continuó. – Antes que nada, debo confesar que yo no fui la persona que tuvo la genial idea de organizar este concurso. – Les dijo sonriendo. – La señora Choi, mi esposa, fue la que planeó todo esto, y por eso, les pido un fuerte aplauso para ella, porque gracias a su idea, ahora están reunidos aquí, diez de las más valiosas mentes creativas de Asia. – Miró hacia todas las mesas, buscando a Jihoon, a quién encontró, sentado en su lugar, junto a Jisoo, Jeonghan y Chan. – Y gracias a esto, en un año podremos reunirnos de nuevo para celebrar la creación de la moto voladora más genial del mundo, que además estará disponible para que todo el mundo la use. Incluso en la luna. – Agregó, causando el asombro de todos los presentes. Lleno de entusiasmo asintió. – De verdad, incluso en la luna, porque, aunque ya existen motocicletas voladoras, la que crearemos aquí, en la firma Choi, será útil incluso en un lugar tan agresivo y diferente como la luna. – Sonrió, feliz al ver que todos, incluido Jihoon, mostraban un rostro lleno de asombro. – Así que brindemos porque se haga realidad ese diseño fabuloso, y además, porque en un año nos veremos aquí, nuevamente, para celebrar su venta en todo el mundo. ¡SALUD!! – Brindó, con una copa de champaña en la mano, y el resto de los presentes brindaron también, para después aplaudir con fuerza. – Ahora dejaré de hablar para que cenemos, porque ya es tarde, y mis padres siempre me dijeron que los mejores discursos son los más cortos. – Bromeó, para luego bajar del pódium y sentarse al lado de su esposa.

— ¿De verdad harán una motocicleta que se pueda usar en la luna? – Preguntó el padre de Ten, a la mesa en general.

— Pues así lo dijo el señor Choi. – Contestó Jisoo.

— Lo haremos, padre. Somos los mejores ingenieros y lo haremos. ¿Verdad, Jihoon? – Le preguntó Ten a su compañero, quién sonrió también.

— Espero que sí. – Contestó, dudando.

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