Los visitantes del futuro

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Era un día bastante frio para ser de principio de otoño, apenas habían pasado algunas semanas desde que habían vuelto de las vacaciones de verano. No era un día muy diferente a los otros si lo pensaba detenidamente, había tenido clases, comió, más clases y luego... las actividades extracurriculares que tenía que realizar a pedido de él. Desde que había vuelto al colegio había dedicado todo su tiempo libre en realizar un encargo para su señor, pensar en él le daba escalofríos, temía por la vida de su madre, el tiempo apremiaba. Aunque en un primer lugar había estado tan feliz de ser reconocido por él, se había sentido orgulloso, siguiendo el camino de su padre. Que tonto había sido. Ahora estaba marcado como ganado y debía obedecer a un ser que su vida les importaba menos de lo que podría importarle un insecto. Lo tenía claro. Si él fallaba mataría a sus padres y no importaban todos los años de servicio de su padre, todos los años que la honorable casa Black y la antiquísima casa Malfoy, no importaba lo pureza de su sangre, sus capacidades como mago o el poder al que su familia podía acceder, nada. Si tenía que matarlos los mataría.

Se había sorprendido cuando vio pasar a ese curioso grupo por el patio del colegio hacia el despacho del director. Le había dado bastante curiosidad que dejaran entrar a un grupo de encapuchados al colegio. Desde que se había confirmado que el-que-no-debe-ser-nombrado había regresado las medidas de seguridad se habían vuelto muy elevadas, aún más en todo lo que se relacionara con San Potter. La escuela era una fortaleza pensada para protegerlo no permitirían que nadie extraño entrara, por eso se le había dificultado tanto buscar una forma de cumplir parte de la misión que le habían encargado.

Draco miró con curiosidad mientras entraba al gran comedor una mesa agregada al costado de la mesa de los profesores, no era una mesa particularmente grande, pero las personas que la ocupaban era lo que llamaba la atención, no solo de él sino de toda la escuela, por lo menos de todos lo que conocieran el rechazo de los Malfoy por aquellos que consideraban traidores de sangre o peor. Pero allí estaban todos los Weasley (que no eran alumnos en ese momento), sentados junto a ellos estaban ubicados Remus Lupin y Nynphadora Tonks, del otro lado se encontraban los padres de Hermione Granger y finalmente junto a ellos, sobresaliendo por su cara de total desagrado se encontraba el matrimonio Malfoy. Lucius Malfoy no dejaba de mirar con una mueca de asco a los Mugles que ocupan el asiento justo en frente de ellos.

Draco y todos los alumnos no paraban de preguntarse qué era lo que hacía ese curioso grupo en la escuela y que tenía que ver con los invitados que hoy cenarían con ellos. Dumbledore se paró de su lugar en la mesa llamando la atención de todos. Se encaminó hacía el estrado con parsimonia, miró a todos detenidamente con una mueca divertida, como si el conociera un chiste que nadie más conocía.

-Buenas noches a todos -saludó con su usual voz- supongo que todos tendrán curiosidad con respecto al curioso grupo de hoy a la mañana y por los invitados aquí presentes -comentó señalando con su arrugada mano la mesa en que algunos familiares se sentaban mirando con igual curiosidad al hombre de blanca barba- primero quiero que conozcan a algunas personas -agregó. En ese momento un grupo de seis personas entró al gran comedor por la puerta de atrás que solían usar los profesores.

La sorpresa había dejado al salón completamente en silencio, aquellas personas, bastante jóvenes era como ver el reflejo un poco modificado de alguno de ellos.

-Por un extraño accidente, estos muchachos -Dumbledore volvió a tomar la palabra rompiendo el sepulcral silencio del que se había apoderado el Gran Comedor, los aludidos se acercaron hasta el director mirando con curiosidad a los alumnos- terminaron aquí, cuando me explicaron la situación en la que se encontraban no pude evitar pensar que era una excelente oportunidad, ellos explicarán unas cosas mientras se presentan -aclaró volviendo a señalar al grupo.

Lo mucho que te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora