ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 4

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- Hombre, que chicas no hay una sola - Intentó animar a su manera Atsumu, ganándose una mirada fulminante de parte de Akaashi

- Solemos verlo deprimido, pero nunca de esta manera, es distinto – Reflexionó Shion Inunaki, el líbero del equipo

- ¿Qué hacemos? – Cuestionó Sakusa

A unos 10 minutos del hotel donde se encontraba Jin, Bokuto estaba en su departamento rodeado de amigos. Al igual que la chica, él dejó caer su cuerpo en una reposera de su increíble balcón y permaneció allí muchas horas sin inmutarse. Luego, cuando la naturaleza llamó, se levantó para ir al baño, pero después vagamente volvió a su posición.

Los chicos habían hecho de almorzar y de merendar, pero el búho, como le dicen sus allegados cariñosamente, no quiso comer. En el lugar había un silencio y una paz que no representaban para nada lo que pasaba en el interior de las cabezas de los muchachos. Akaashi estaba sobre pensando todo, como siempre, desde el minuto uno en que Jin entró al vestuario, Hinata se preocupaba por los sentimientos, Sakusa temía por una baja emocional en el aura del equipo y que aquello los lleve a perder y así cada uno de los presentes.

A eso de las 9 de la noche los hombres se fueron, o mejor dicho, fueron echados por la familia Bokuto. Compuesta por 5 miembros: Tetsuo, el padre, un hombre de poca habla pero muy amable; Azumi, la madre, una mujer muy alegre, expresiva e impulsiva, Jin siempre pensó que el exterior de Bokuto es claramente el calco de ella; Y los 3 hijos: Kyo, la más grande, muy inteligente, era científica graduada con honores, una mujer centrada y de un semblante serio, pero muy amable, siendo aquel un adjetivo que no podía faltar en los miembros de la familia; Naomi, la del medio, emprendedora innata, fundó su marca de ropa urbana casual y hoy en día tiene tres sucursales en Tokio, ella y Jin siempre se definieron como amigas, ya que se entendían mucho ; y Bokuto, el menor de los tres, jugador de voleibol estrella luchando por el amor de su vida.

El clima no era tenso, si no más bien cómplice. Lo que había pasado a la tarde fue raro, nadie se hubiera esperado jamás que el regreso de Jin terminaría en lágrimas. Los cuatro entraron, aún vestidos con la indumentaria de Black Jackals, ya que cuando podían iban a apoyar al más chico de la familia. Kyo, como siempre, empezó a acomodar demostrando una vez más lo pulcra que es, mientras que Naomi se dirigió a hacer unos cafés.

- ¿Era necesario que vinieran los 4 en patota? No se murió nadie – Respondió un amargo Kotaro. Su madre rodó los ojos y bufó

- No te pongas caprichoso, ¿qué hiciste?

- Oye, ¿por qué asumes que fue él? ¿Y si Jin hizo algo? – Cuestionó el padre

- Si hubiera sido así, ya habríamos tenido esta charla. Además, ya sabes como es ella, no haría ese show público – Respondió Azumi

- Es verdad – Confirmó el pelinegro

- ¿Y? – Insistió su hermana mayor – Contá

- ¡Kyo! No es una telenovela, esto es enserio – Reprochó su madre – Tranquilo, si preferís nos vamos – Sonrió amablemente hacia su hijo, aunque segundos después su mirada transmitió un clima pesado – Lo único que voy a decirte es que pocas personas valen la pena, no dijo que no encuentres otra, pero que no va a ser fácil, seguro

- No me ayuda mucho, igual no quiero estar con otra persona. Oigan, quisiera estar solo

- Perdón, hijo. Sos excelente, un gran hombre, bueno, educado, se que la vas a recuperar – Reflexionó su madre

- Vámonos, es momento de dejarlo descansar. Pasamos porque queríamos ver si estabas bien, se fueron corriendo del estadio y no respondiste nuestros mensajes – Concluyó Testuo

- Gracias – Dijo Bokuto antes de tumbarse en la cama

- Yo me quedo unos minutitos más – Exclamó Naomi recibiendo un bufido claramente audible de parte de su hermano – Un ratito, no mucho, mi novio pasa a buscarme en 10 minutos y es más cómodo que venga a aquí que a mi casa

Los tres miembros de la familia saludaron y se despidieron. El clima en el lujoso departamento no había cambiado, de hecho, empeoró. El chico refunfuñó al recibir un golpe de parte de su hermana.

- Idiota

- ¿Qué te pasa, loca? – La enfrentó perdiendo la poca paciencia que le quedaba

- ¿Qué mierda le hiciste?

- ¿Qué te importa? Esperá abajo, no me molestes más – Bokuto respondió enojado y volvió a envolverse en sus sábanas

- Me importa porque es mi amiga y se que la amas, no puede haber sido algo al azar, ustedes literalmente son el ejemplo de la pareja perfecta, no es frágil para romperse tan fácil – Dijo Naomi

- Soy un idiota, el más grande del mundo. No la merezco – Respondió bajo las cobijas – Vete, Naomi – Ella se dirigió cabizbaja hacia la puerta para retirarse, pero antes tenía algo que decirle

- Mamá tiene razón en todo, todo, todo lo que dijo. Y te repito, no son una pareja frágil. La vas a recuperar

La puerta se cerró y Kotaro colocó la almohada en su rostro para gritar ahogadamente y cerrar su día con un llanto intenso y largo que logró dejarlo dormido. El jugador por fin estaba liberando sus sentimientos, él es una persona que vive rodeado de amigos y gente que quiere, ya que nunca necesita estar solo. Muchos lo definen como el ser más alegre que conocen, la realidad es que Bokuto pocas veces en su vida ha enfrentado situaciones tristes, así que simplemente no sabe lidiar con ello, no sabe estar solo.

Afortunadamente para él, Jin no es la única persona que lo conoce a la perfección y sabe sus 37 debilidades. Siempre presente, su incondicional amigo atravesó la puerta a la mañana siguiente con un café en la mano y las rosquillas favoritas del búho.

- ¿Cómo te sientes? – Preguntó el morocho, cuyo tono transmite la calma a su amigo

- Mal, terrible, Akaashi – Respondió un ojeroso Kotaro – Nunca jamás en la vida me imaginé que la vuelta de Jin fuera así – Mordió bruscamente una rosquilla – Te juro que es lo que más esperaba, que ella vuelva – Otro mordisco – Pedfo sjjy ukn edftúpilko

- Bokuto-san, por favor, traga y luego sigue hablando

- Cierto – El pelinegro hizo caso y reflexionó unos segundos - ¿Qué hago, Akaashi?

- ¿Le escribiste o la llamaste? – Akaashi terminó de hablar y se asustó debido a que Bokuto en menos de un segundo se paró y corrió hacia su celular, el cual se encontraba en la cama – Dejame adivinar, estuviste tan ocupado llorando y sintiéndote culpable, que lo sos, que ni siquiera se te pasó por la cabeza llamarla, ¿es así?

El ex armador de Fukurodani recibió como respuesta un almohadonazo que de milagro no tiró todo el desayuno al suelo. Ambos se sentaron en el sillón y marcaron el número de Jin en el teléfono del búho. Tono... tono... tono...

- Hola...

𝑬𝒍𝒍𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊𝒐́ | 𝖡𝗈𝗄𝗎𝗍𝗈 𝖪𝗈𝗍𝖺𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora