ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 9

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Una horda de chicas se abalanzó sobre los tres hombres segundos después de bajar del taxi. El famoso efecto Oikawa no había cambiado ni un poquito de la secundaria, ni siquiera teniendo en cuenta que no estuvo en Japón los últimos años. Además, en esta ocasión, el ex colocador del Seijoh estaba acompañado de otros dos guapos hombres, uno con su propia fama.

- ¡Oikawa! Un gusto que hayas llegado, gracias por aceptar nuestra invitación – Saludó un hombre en la puerta – Síganme

El empleado de Molly's, quien parecía dedicarse a relaciones públicas, condujo a los chicos a una mesa vip del recinto. La misma se encuentra en el piso superior, en una especie de pasillo cerrado, por lo que, si ellos se acercan a la barandilla, pueden ver la pista central. Antes de retirarse, el joven tomó a los chicos una fotografía, ideal para las redes sociales, como recompensa, se les otorgó una botella de champagne.

- Bravo, nada mal – Sonrió Kuroo mientras brindaban

- Ustedes me trajeron aquí sin que yo quiera, así que me van a tener que cuidar – Advirtió Bokuto para luego dar un profundo trago a su copa

- Tendríamos que haber traído a Akaashi – Suspiró Toru – Bueno, ahora vengo

Luego de unos cortos minutos, Oikawa regresó a la mesa con otro champagne y no dos, si no cuatro chicas. No había lugar para los 7, los sillones de la "mesa" vip, suelen ser totalmente chicos, ya que se trata de una discoteca, no de un bar. Una se sentó encima de Oikawa y la otra intentó hacer lo mismo con Kotaro, pero él se negó, a lo que Kuroo aceptó sin ningún remordimiento.

Pasaron dos horas desde que las chicas se unieron a la ronda y tomaron mucho alcohol, ganándose una gran borrachera. Kotaro se encontraba en el centro de las muchachas, quienes escuchaban atentamente su historia y trataban de consolarlo y de darle consejos. Oikawa y Kuroo estaban a dos pasos de matarlo por arruinar el aura festiva, y peor, llevarse toda la atención sin desearla. Cuatro chicas ardientes estaban a su alrededor y todo lo que salía de su boca era "Jin". En parte, les enterneció el corazón, pero a al ver cómo perdían la oportunidad de estar con esas mujeres, decidieron apartarlo del grupo.

- Oye, ¿qué haces? Vamos a divertirnos, como en los viejos tiempos – Intentó animarlo el morocho. Los tres amigos se apoyaron en la barandilla observando el panorama que tenían debajo

- Claro Ko, nadie dice que no luches por ella hoy, pero es bueno recargar energías, relajarse y hacer una pausa

- Mañana idearemos un plan perfecto para que te quedes más tranquilo

- Si quieren podemos sumar a Iwa, él tiene una respuesta para todo. Literalmente todo

- Puede ser si, obviamente Akaashi también tiene que estar – Kuroo observó a su amigo, quien tenía la mirada perdida en un punto fijo - ¡Idiota, ¿nos estás escuchando?! – Lo sacudió para que salga del trance

- Oigan, esa chica que está en la barra es muy parecida a Jin – Bokuto ignoró lo anterior y señaló a la joven – Tengo que ir a hablarle ya

- Espera espera, está de espaldas, podría ser cualquier persona – Opinó Oikawa – Estamos todos muy borrachos, para mi que estás viendo lo que quieres ver

- Toru tiene razón, te lo pido por favor, no vayas hacia ella y montes un papelón

- Pero... - El búho no podía quitar los ojos de la chica, estaba seguro de que se trataba de ella

- Pero nada, vamos a beber y disfrutar que dentro de un rato ya nos vamos, se pasó volando la noche – Kuroo cerró el tema

Kotaro se resistió unos segundos, mientras observaba a la chica retirarse acompañada por la puerta principal de la discoteca. Por un segundo decidió dirigirse hacia la puerta e interceptar a la joven, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos nuevamente por sus amigos, quienes lo tomaron uno de cada brazo para llevarlo a la mesa vip y compartir las últimas cervezas antes de irse.

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- Jin, Jin Leik. Un gusto – La chica estrechó la mano con el peligris para luego darle otro sorbo a la cerveza número... incierto de la noche

- Perdón, no soy tan pesado, lo juro, pero sos hermosa – Osamu habló provocando que la chica corriera la mirada rápidamente, al instante se arrepintió – Lo lamento, supongo que has venido acompañada, ¿no?

- Si, mi amiga está por allí con su novio – Señaló al centro de la pista, Miya alzó las cejas al ver cómo disfrutaba la ardiente pareja. Jin lo observó y no pudo evitar reír por su rostro – Los odio – Mencionó riendo, al o que él se sumó

- Yo también – El chico le regaló su mejor sonrisa y bebió – Oye, Jin ¿quieres bailar?

- Osamu, te agradezco mucho la cerveza y la atención, pero estoy muy cansada. De hecho, estaba pensando en irme a mi casa – La castaña lo miró directo a sus ojos grisáceos, un cosquilleo le sacudió todo el cuerpo en cuanto sus miradas se encontraron – Bi... bien, voy a avisarle a mi amiga que me voy

- Espera – Osamu la retuvo levemente antes de que se levante de la banqueta – Me gustaría llevarte, tengo el auto afuera

- No es necesario, enserio, no te quedes sin fiesta por una chica – Jin tenía tanto calor acumulado en sus mejillas que sintió que podía explotar

- ¿Por dónde vives? – Ella le pasó la dirección de la esquina de su departamento, intentando ser precavida con la borrachera que llevaba encima – Bien, la casa de mi amigo queda a unas cuadras, lo dejo a él, luego a ti y finalmente mi departamento está a unos minutos de allí

- Por favor, Osamu, insisto, quédate – La castaña quería ir con el chico, pero a la vez sentía que era arriesgado irse con dos desconocidos

- Si no vas a bailar conmigo, no tengo nada más que quiera hacer en esta discoteca, Jin – El joven sonrió a la chica y se dirigió a su amigo – Suna, me voy, ¿te quedas o te llevo?

La castaña se decidió, se iría con él, no le vendría mal conocer a una nueva persona. Además, consideró que no está haciendo nada malo, solo aprovecha un aventón a su departamento, ofrecido por uno de los chicos más guapos que haya visto en su vida, nada más. Jin hizo seña a Yuji para que comentarle que se iba con Osamu, la rubia le advirtió que si le pasaba algo a su amiga, lo dejaría sin hijos. Además, obligó a la castaña a compartirle su ubicación en tiempo real hasta llegar a su departamento, sin dejar de insistirle en que no estaba de acuerdo que se vaya con dos desconocidos.

La muchacha se puso de pie y acomodó su hermoso vestido verde, al cuerpo, comprado ese mismo día. Osamu recorrió su cuerpo con la mirada y tuvo que contener el control para no besarla en ese instante, por suerte, él es un hombre de paciencia y eso es lo que tenía que tener en este momento. Suna finalmente decidió quedarse, así que solo eran ellos dos. Ambos cruzaron la puerta y se subieron al auto del peligris. 

𝑬𝒍𝒍𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊𝒐́ | 𝖡𝗈𝗄𝗎𝗍𝗈 𝖪𝗈𝗍𝖺𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora