ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 3

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- Sorpresa...

Jin habló en un hilo de voz y emitió la sonrisa más triste que Bokuto había visto en ella, mientras unas pocas lágrimas empezaban a salir de sus grisáceos ojos. La única promesa que pensó que nunca iba a romper la estaba rompiendo, estaba lastimando a Jin. Su Jin, su novia, aquella que lo acompañó en cada minuto de locura, en todos sus momentos, aquella adolescente y luego mujer adulta que estuvo a su lado y nunca, pero nunca, le pidió nada. Salvo una cosa. Que no la lastimara.

La joven lo extrañaba tanto que no pudo evitar acercarse y refugiarse en sus brazos. Mientras todo esto ocurría, se preguntó si se estaba volviendo loca y cuántos siglos tardaría en encontrar un mínimo fragmento de su dignidad y orgullo. Kotaro rápidamente la abrazó, queriendo no soltarla nunca.

El íntimo momento de la pareja se cortó cuando Jin decidió ser fuerte y no dejar pasar lo que acababa de ver. Ella apoyó levemente las manos en el pecho de su novio –o ex, ya lo definiría cuando recupere el aliento- y que mala decisión. Ese pecho tonificado, trabajado perfectamente y mucho más adulto que el que recordaba años atrás la invitaba a recostar su cabeza y quedarse a vivir allí.

Pero no, la humillación tiene un límite. Con todas sus fuerzas, la castaña se separó de él, lo miró a los ojos y dio media vuelta para dirigirse a la ansiada puerta de salida. No sabía que podía pasar si intentaba hablar, era consciente de que se encontraban en el medio de la entrada al estadio más conocido y prodigioso del vóleibol japonés, no iba a montar un espectáculo allí. Se conocía muy bien, hablar sería como soltar una bomba, se pondría a llorar drásticamente e insultaría a Bokuto en todos los idiomas posibles tan alto como para que desde la otra punta del mundo pudieran oírla.

Kotaro salió de su trance y emprendió marcha hacia ella nuevamente. Recién acababa de llegar y no podría tolerar perderla otra vez. Sin embargo, una mano se posó en su muñeca para intentar detenerlo. Dirigió sus dorados ojos hacia el dueño de los finos dedos que inútilmente ejercían fuerza sobre él, Akaashi le rogaba con la mirada que la dejara ir.

¿Desde cuándo Bokuto hacía caso? El morocho no se sorprendió cuando su amigo se soltó de él y con una perdida mirada emprendió camino hacia Jin, quien se encontraba atravesando la puerta del estadio. A su lado, Yuji y Konoha corrieron para alcanzarla, antes de perderla de vista.

Una vez fuera, prácticamente todos los Black Jackals, Yuji, Konoha, Kotaro y la familia de Bokuto, posicionaron sus ojos en los dos protagonistas de la tarde. Bokuto sostenía la mano de Jin y llorando le pedía que por favor se vaya con él a su departamento para poder hablar tranquilamente. Ella, tenía una discusión interna digna de una final de UFC. Lo quería. No. Lo amaba, lo amaba demasiado, pero ¿él la quería? ¿por qué estaba con otra chica a tan pocos días de su reencuentro? ¿acaso no podía esperar?

El silencio reinó por un eterno minuto. La joven posó una mano en su frente y comprobó que la misma ardía, le dolía mucho la cabeza. Cerro los ojos unos segundos más y tras un profundo suspiro, movió esa misma mano hacia la mejilla de Bokuto. Sonrió tristemente mientras con su pulgar le otorgó unas caricias que casi hacen perder la estabilidad al jugador.

- Estoy agotada, no puedo pensar ahora. Me siento feliz de verte tan bien, Bo

Mentón arriba, mirada firme y caminar al auto. Esas eran las tres cosas que tenía Jin en la mente, en el trayecto sumó una cuarta, muy importante: evitar mirar atrás. Con el simple hecho de verlo a la cara se volvería totalmente débil y correría a sus brazos nuevamente. No sabía qué iba a pasar, ni qué haría al respecto, pero no tenía dudas sobre el dolor que recorría su corazón en este preciso momento.

Rogó que sus dos fieles amigos la hayan seguido, porque de lo contrario estaría parada como una idiota al lado del vehículo sin poder abrirlo y, peor, sin lograr marcharse. Por suerte los deseos de Jin se cumplieron. Yuji fue rápidamente hacia su amiga apenas la vio alejarse de Bokuto, mientras que Konoha fue a un paso más lento, para acercarse a su ex compañero, quien estaba arrodillado en plena calle. Se detuvo a su lado y posó su palma en su hombro. Akaashi se sumó al dúo.

- La perdí – Exclamó un Bokuto incrédulo, todavía asimilando la situación – Soy el idiota más grande del universo

En el medio de su enojo, golpeó fuertemente su mano contra el pavimento, lo cual hizo que el puño enrojeciera. Atentos, sus compañeros de equipo lo ayudaron a levantarse. Primero que todo, porque eran sus amigos, claro, y segundo, porque al fin y al cabo son sus colegas y Kotaro no puede lastimarse su prestigiosa mano, es su herramienta de trabajo.

****

- Amiga... por favor, no aguanto con tu depresión, me voy a tirar por la ventana si te veo cinco minutos más así

Ya eran las 23:00 y Jin seguía acostada boca abajo en la cama, inmóvil. Yuji y ella se encontraban en la habitación del bonito hotel, ubicada en el octavo piso, lo cual daba una vista impresionante de Tokio. Ser programadora tiene un beneficio muy grande: un sueldo añorado por cualquier trabajador. La joven no se había cambiado de ropa, simplemente se dejó caer en el colchón como si este fuera un refugio para su cuerpo, el cual se sentía más pesado que nunca. Los únicos movimientos que hizo en todas las horas que pasaron fueron agarrar pañuelos y soplarse la nariz.

Yuji volvió a intentar levantarla, pero no hubo caso, con un pensamiento exagerado, determinó que estaba muerta en vida. Con el fin de despejarse un poco y recuperar fuerzas para ser el soporte de su amiga, decidió bajar a buscar comida, algo que Jin ama casi tanto como a Bokuto.

Mientras buscaba un poco de todo para que Jin no pudiera a negarse a comer con la excusa de que algo no le gustaba, llamó a su novio para ver qué novedades tenía y para reclamarle que no vino con ellas, al fin y al cabo, Jin también es su amiga.

- Perdón amor, pero Bokuto siempre fue más mi amigo que Jin y ella siempre supo que si había que tomar partido, yo estaría con el idiota

- Lo sé pero en este caso él tuvo la culpa...

- Un poco si, aunque es discutible

Yuji apretó sus puños, ¿su novio estaba defendiendo que Kotaro se haya tirado a una mujer a días de encontrarse con su novia?

- Tenían permitido estar con otras personas – Exclamó Konoha con miedo y ya habiéndose dando cuenta de que la había cagado

- Si, pero él sabía que venía unos días... Yo entiendo a Jin, supongo que sintió que no la quería tanto... Es decir, se que los hombres son idiotas, pero ¿no podía esperar tres días para follar, encima con su novia a la que supuestamente ama?

- No lo sé

Konoha se quedó sin argumentos, pero obviamente pensó lo que pasó por la cabeza de todos al enterarse de la situación. La animadora estaba muy buena. Así de simple es el razonamiento, tan simple y capaz de romper un corazón en pedazos y poner en juego una relación que parecía haberlo superado la más difícil las situaciones, estar alejados. 

𝑬𝒍𝒍𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊𝒐́ | 𝖡𝗈𝗄𝗎𝗍𝗈 𝖪𝗈𝗍𝖺𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora