Capitulo 13

71 11 34
                                    

El hecho de que el mismo patriarca lo haya mandado a llamar apenas unas horas después de regresar de su primer intento de misión sin cosmos fue algo que no comprendió. Peor por el hecho que fue prácticamente una reunión con toda la orden dorada, incluso Albafica que escasamente lo veía merodeando por el santuario estaba con ellos tras la llamada del patriarca en su sala.

Tras regresar se preocupó por tratar de manera correcta las heridas de sus amigos. No tardó tanto como creyó. Logró ayudar a que sus heridas sanaran aun a pesar de sus limitaciones en ese momento, al regresar al santuario no tardó mucho en terminar de hacer el trabajo. Se sentía al menos complacido de poder cuidarlo luego de que Tenma y Douglas hicieron lo posible porque no saliera enteramente herido. Solo con rasguños a diferencia de ellos.

- Los llame porque supe de lo sucesivo en tu misión.

- ¿Señor Patriarca? - Se atrevió a cuestionar. En silencio se estaba empezando a tornar un poco incómodo, al mirar a sus lados sabía que los demás santos de oro estaban en esa misma situación. Ninguno sabía enteramente el porqué del llamado.

Solo Dohko, Shion y el propio patriarca.

- Yo no hice la gran cosa. - Tenía que ser realista con eso.

- No es lo que hiciste en la pelea, fue lo que hiciste por tus compañeros. - Volvió a hablar. Cada uno de los presentes parpadeo confundido o exclamó sutilmente por lo dicho. Generando varias ideas sobre a que quería llegar su patriarca. - Debo ser honesto, no estaba consciente de que sabías sobre métodos sobre la sanación, aunque conociendo a Ilias, tampoco era de sorprender.

- Mi padre me enseñó mucho sobre la naturaleza cuando vivía con él. Siempre me decía cómo toda la naturaleza está conectada a la humanidad, como esta nos beneficiada y ayudaba. Me enseñó a sobrevivir en ella y respetarla. - Expreso, eran recuerdos que dejaban tristeza y algo de nostalgia en su persona. Sage se paró para quedar frente a él, levantando su mentón para verlo a los ojos.

- Es correcto. Esos eran muchos de los ideales que acompañaban a tu padre. Un hombre que era difícil de entender pero se ganó el título de héroe por sobresalir en toda misión en la que participaba, protegiendo a todo indefenso. No obstante en una guerra no solo se puede ayudar peleando, hay bastantes maneras de colaborar a que esta resulte victoriosa. Acabas de demostrar la tuya, no te fuerces a pelear en un ambiente fuera de tu control. Tengo una mejor idea para que puedas aportar a esta situación. ¿Te interesaría un cargo de médico? - Eso fue algo que ninguno se esperaba.

Regulus miraba al hombre mayor teniendo varias dudas sobre sí mismo. ¿Podría ser este su camino? ¿Podría sanar a sus compañeros? ¿Era apropiado para él? Sus ojos en duda se movieron por el lugar hasta quedar sobre su tío. Que sonriendo quiso mostrarle que le alentaba.

Regulus detallo a cada uno de sus compañeros, concentrándose en 4 de ellas, su tío, Hasgard, Asmita y Manigoldo. Todos eran importantes para él... Sabía que al menos podía ayudarles de esa forma. Suspirando cerró su ojos y volvió su dirección a Sage.

- Acepto el cargo. Prometo ayudar a cada santo herido. - Tomó su decisión declarando su deseo. - Gracias.

- Agradece a Dohko y Shion, fue de ellos la idea. - Y así lo hizo. En cosa de pocos minutos cada uno se acercó a Regulus nuevamente. Sin poder evitarlo, Sísifo lo abrazó, estaba orgulloso y feliz de saber que ahora su niño tenía esta oportunidad. Aunque terminaron siendo Degel y el patriarca los que terminaron acaparando su atención ya que tenían que ayudarlo a familiarizarse con su nuevo cargo. Ofreciéndole más información que le sería de útil.

____

En menos de una semana Manigoldo volvió a tomar posesión de la atención de Regulus. Habían hablado más que nada lo necesario ya que su pequeño rey necesitaba concentrarse, lo único que se permitió fue sacarlo a comer una que otra vez. Régulus staba esforzándose mucho en esta nueva profesión. Así que como no quería terminar arruinar sus planes desde hace ya unas semanas. Existía algo que mínimamente le quería mostrar a su pequeño rey, usando la excusa de ofrecerle un descanso lo trajo con él.

- ¿Y se puede saber a dónde me llevas? - Con una voz que Manigoldo interpretó como coquetería Regulus le cuestiono, estaban ya muy lejos del Santuario y asumió que del pueblo también. Sin contar que ambos habían llevado una segunda prenda de ropa.

- A donde te he querido llevar desde hace un tiempo. - Solo pronunció eso. Regulus volteó los ojos sonriendo y le siguió el paso. Para su sorpresa, Manigoldo lo estaba llevando a un lago donde una hermosa cascada iluminaba el ambiente, esparciendo el rico aroma del bosque a través de su humedad.

Ya entendía porque le pidió una segunda prenda de ropa.

- ¿Sabes nadar? - Desabrochándose la camisa hasta dejar su pecho sin nada de ropa preguntó. Acto seguido se quitó los pantalones junto a las botas. Sin llegar a percatarse como el antiguo santo de Leo recorría cada músculo de su cuerpo con la mirada. Una acción inocente de su parte.

- Del todo, no sé nadar, pero solo lo necesario. Tendrás que cargarme en el agua. - Imitando al santo dorado de cáncer, empezó a quitarse la ropa también. Al estar en ropa interior, Manigoldo sonrió de la misma forma que Regulus. Le gustaba como estaba siendo directo, y al estar lo suficientemente desnudos se acercó para sujetarlo de las piernas y levantarlo en sus brazos. Lanzándose al agua con él.

- Parece que no es tan profundo. - Aun con eso, se negó a soltarse de Manigoldo, acariciando su cabeza suavemente en el pecho de este. Se sentía cómodo y conforme entre los brazos del italiano.

Esto no pasó desapercibido para él en lo más mínimo. Más bien lo apegó más a él.

- Me encanta ver cómo has avanzado. ¡En poco tiempo ya has logrado mucho! Ahora tienes tu propio puesto. - Moviéndose por el agua expresó, moviéndose para quedar cerca de la orilla.

- Es asombroso. Pero... Es... Raro, casi raro a la vez. - Tuvo que admitir. Fueron muchos cambios en menos de 2 meses. - Por cierto... Muchas gracias. Por... Ser mi amigo, por acompañarme desde que obtuve mi armadura, hasta ahora... Yo... - Y se quedo sin palabras. Manigoldo lo estaba viendo a la cara, sonriéndose mutuamente.

- Me siento un poco mal, por qué estos planes eran para que te diviertas, quería que te relajaras divirtiéndote. No solo me salió lo suficiente mal.

- Pero si estuviste conmigo. Me ayudaste con el primer pasó. - Alentándose, Regulus pasó sus dedos por el pecho del cangrejo trazando un patrón. - Eres muy importante para mí. Desde que nos conocimos, has sido mi amigo... Ahora... - Manigoldo no le dejó terminar, acercándose para hacer algo de lo que no pensaba arrepentirse, y lo beso.

- Te amo. Mi pequeño rey. - Totalmente enternecido Regulus pasó sus brazos por el cuello del santo de cáncer para besarlo otra vez, un beso lento que paulatinamente escala de tono.

- Uhmmm... - No supo cuando pero Regulus terminó debajo del cuerpo de Manigoldo, siguiendo compartiendo ese beso, sintiendo un hermoso cosquilleo en todo su cuerpo. Que se amplificó de una manera extraña Manigoldo empezó a besar su cuello. Gimiendo su nombre por primera vez.

Luciérnagas azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora