Capitulo 12

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— Un gusto verlos, caballero de Athena. — Flotando encima de ellos 4, un espectro que debía tener una edad no muy mayor a la de ellos se presentó. — Tokusa de Hanuman, será quien los mate. —  Sonriendo de una manera que rozada lo cínico les informo. Los 4 santos de bronce se pusieron alertas a cada movimiento que su enemigo fuera a realizar.

Estaban en una clara desventaja sin contar que a una distancia de él que les iba a  dificultar atacar puesto a que este espectro flotaba.

— Baja y pelea como los hombres. — Apretando sus puños Yato le reto. Mala idea porque Tokusa le cumplió con la amenaza. En un tiempo tardío equivalente a unos segundos el espectro quedó frente al hombre coreano, como acto seguido de una simple patada lo envió volando en dirección contra un árbol antes de que pudiera reaccionar.

Los otros Santo de bronce se quedaron sorprendidos pero igual atacaron al espectro arriesgándose más de lo debido.

Curtiss quiso sacar ventaja de las garras de su armadura y envenenarlo, pero para su desgracia el espectro se movía con mucha rapidez, arrastrándolo con suma facilidad. Notando en el rostro del espectro que ese era su objetivo, sujetando su brazo cuando busco atacar de un zarpazo. Lanzándolo en dirección contraria a él.

— Mierda... — Se quejó, buscando pararse otra vez. Apenas iban al combate  empezando como para perder de forma tan patética. — Debo buscar asestar. — Se alentó. Pero el espectro de un soltó a su distancia.

Cosa que aprovecharon los otros 3.

El espectro Gruño cuando Junker logró herirlo usando su cosmos manifestando de un aullido en una ráfaga de viento cortante. Cosa que Yato aprovechó, saltando hasta quedar encima de él, cayendo en picada con su "Galope de unicornio" Golpeando la espalda del espectro logrando que caiga el suelo en dirección de sus amigos, terminando su ataque Beriot y Curtiss combinando su cosmos en un ataque de fuego y veneno que dejo al espectro en el suelo.

— Van a pagar eso. — Gruño. Parándose del suelo sin tomarle importancia a las heridas que los Santos de bronce le provocaron. — La diferencia de poder entre un espectro y un Santo de bronce es abismal. Por asestar unos golpes sobre mi no significa que harán algo para diferenciar eso. Esta vez no habrá ningún santo de oro para salvarlo. — Apretando sus puños a ambos extremos de su cuerpo.

Los Santos frente a él se pusieron alertas. No podían dejarse matar, por lo menos no tan pronto sin dar una pelea digna. Tendrían que estar al máximo. El cosmos del espectro se dispersó por el área en su ataque.

Yato lo tenía en mente, todas las enseñanzas que su maestro le había dado desde el primer momento, no lo defraudará.

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La situación frente a sus ojos tenía a Regulus con los nervios a flor de piel. En medio de esas flechas negras Douglas se puso en medio de ellos 2 para defenderlos, si bien, la armadura lograda protegerlo de varias, su cuerpo se dio comprometido de forma grave por las flechas. Tenía que sanar sus heridas de forma rápida antes de que la pérdida de sangre los comprometiera.

Habían logrado separarse de una forma satisfactoria del espectro pero no sabían por cuánto tiempo más estarían a una distancia segura de este.

— Douglas necesito que me digas cuanto crees poder resistir. Y Tenma, necesito que me digas que tanto podrás defenderte si el espectro nos encuentra. — Estaba serio. Sus propias facciones se veían más afiladas que de costumbre. Siendo sus ojos de gato lo que más resaltaba en ese momento. Ninguno pudo llevarle la contraria.

— Puedo seguir defendiéndonos. — El oso mayor se paró del tronco del árbol donde estaba apoyado para descansar. Sus heridas estaban centradas en varios puntos de sus piernas, sin contar que su armadura estaba quebrada.

— Conozco varias plantas y métodos para sanar heridas. Necesito sanarte antes de que tus heridas, o nos delaten o la pérdida de sangre te empiece a perjudicar. — Alego. Estaba forzando su vista a encontrar una señal de cosmos del espectro que estaba tras de ellos. Sus manos se movían nerviosas, buscando trazar rápidamente un hechizo que les ayudará.

Como hubiera deseado que sus clases de magia no hayan sido de 10 minutos con un maestro, y 2 semanas casi de autodidacta.

Tenía que calmarse. Antes de que algo terrible pasara. Cuando menos lo esperaron esas flechas volvieron a caer por sobre ellos, logrando que Regulus invocara un escudo cuando esto les cayó encima.

— ¡Está en esa dirección! — Indico. Tenma entendió sin problemas y concentró toda su cosmos energía en su puño, de forma que éste brillaba resplandeciente en medio a la distancia. El espectro noto esto y atacó nuevamente terminando rompiendo la barrera de Regulus, la situación no mejoraba, y cuando el pegaso estaba por atacar, de la tierra varios tentáculos salieron a flote. Empujando a Tenma de un azote y tomando un rehén.

— ¿Tu otra vez? — Tenma lo reconocía, Reimi de Gusano. Había atrapado a Regulus encima de él, sujetando sus piernas y brazos de forma que no pudiera moverse, analizando a su presa.

— Que tipo más lindo, y más idiota. No siento una pizca de cosmos en ti, ¡Y así viniste! ¡Con magia para peor! La mayor tontería que los humanos tienen para defenderse. — Regulus no sentía ni asco, ni miedo o intimidado teniendo esos tentáculos encima de él a nada de tocarlo. — Eres un tipo único. ¿Que escondes? — Lo decía al detallar sus rasgos felinos, pensando en cómo matarlo. La mente y motivación de Regulus estaban concentradas en sus amigos. Percatandose de una luz blanca, apretando su espada en el momento justo.

— Meteoros de pegaso. — El espectro se volteó nuevamente a Tenma, lanzando sus tentáculos tras el castaño. Sintiendo dolor cuando Regulus cortó los que lo tenían apresado, gracias a la oportunidad que le dió Tenma. Cayendo de bruces al suelo, tomando aliento se incorporó rápidamente clavando su espalda en la frente de Reimi, sacando a relucir años de entrenamiento junto a Él Cid.

— Mal nacidos… Los mataré ahora. — Furioso se abalanzó hacia Regulus, no contando con el golpe de un oso. Douglas, contra el pronóstico de sus heridas, no se permitió quedar como pedo muerto. Poniendo sus manos juntas en una esfera de cosmos golpeando al espectro con tanta fuerza que lo enterró en el suelo.

Dejando así, que Tenma ataque con una de las mayores ráfagas de meteoros que su voluntad ha creado. Ya con la suficiente concentración, sin el estorbo de un enemigo inutilizado.

— ¡Tenma! — Se preocuparon los 2 cuando vieron como el caballero de Pegaso estaba por desmayarse. Logrando quedarse de pie a duras penas por todo el esfuerzo que le costó eso. Alertando a Regulus, que, a pesar de sus preocupaciones su mente quedó en otro lado cuando se percató de un fuerte cosmos dorado acercándose.

— Dohko, Shion... — Tenma pudo pensar que vaya que se habían atrasado, viendo como la figura de varios dragones se alzaban por los cielos lo que indicaba que el Santo de libra estaba en medio de una pelea que seguramente ganaría.

A su vez, Shion se transportó detrás de ellos.

— Lamento haberlos dejado solos. — Expreso. Detrás de él, Yato, Curtiss, Yunker y Beriot se sostenían de pie a duras penas. Vaya que habían recibido una pelea difícil, llegando Shion a casi salvarles antes de que su pelea se extendiera de forma eterna. Ese chico se buscaba matar.

— Chicos... ¿Cómo están sus heridas? — Regulus preguntó, no se iba a quedar de brazos cruzados y tras la confirmación del estado de todos se puso manos a la obra. - Shion, ¿Me puedes ayudar a traer unas cosas? - Aunque un poco escéptico de las capacidades para lograr su objetivo de Regulus en ese momento, acepto. — Sé mucho de cómo curar heridas y enfermedades, necesito un tipo de plantas especiales y unas vendas para lograr sanarlos.

— No sé si específicamente podamos encontrarla. Pero al menos creo que podemos sanarlos hasta volver al Santuario. — Regulus acepto. Tras varios minutos, los 2 santos de oro no despegaron la mirada del joven Leo. Le había tomado algo de tiempo, más por los materiales no disponibles, pero de manera perfecta había logrado hacer sentir mejor a sus 2 compañeros.

A pesar de no estar en pelea, o no haber logrado mucho podía seguir ayudándolos. Lo habían protegido, no los iba a dejar solos.

— ¿Estás pensando lo mismo que yo borreguito? — Dohko preguntó, codeando a su compañero.

— Puede, pero primero hay que informarle al patriarca. —  Dicho esto, ambos se acercaron para ayudar a Regulus y devolver a los bronces heridos al santuario.

Luciérnagas azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora