No hubo tema de conversación durante casi una semana. No hablamos. Dan estaba distante, dejó de hablarme en cuanto salí de su casa aquella noche después de que se quedara dormido y no sabía cómo acercarme a él. No tenía palabras para decirle, tenía muchas dudas, muchas preguntas y sabía que de él no tendría respuesta, así que decidí darle tiempo, espacio. Quizá eso es lo que él necesita en este momento.
Es sábado, estoy en casa con mi madre y mis hermanos están de visita. Una pequeña reunión familiar. Hablamos sobre el poco tiempo que falta para que yo salga de la preparatoria e ingrese a la universidad. La universidad. Un tema que me aterra inevitablemente. ¿Han tenido esa sensación de no saber qué van a hacer el resto de su vida? Así me siento. Me siento perdida. Sin rumbo. Le he dado muchas vueltas al asunto. ¿Qué quiero ser? ¿De qué viviré? ¿Qué es lo que realmente me apasiona? Tantas preguntas y pocas respuestas. He visitado mil veces cada una de las carreras que ofrecen y ninguna me convence. Leo y leo el perfil de cada una y siento que no encajo en ninguno, leo las habilidades y siento que en algunas me sobran y en otras me faltan. No encajo en nada.
-Y bien, ¿ya sabes qué es lo que estudiarás? –me dice Mario sacándome de mis pensamientos.
-No, he estado viendo opciones, pero aún no me decido. De cualquier manera, todavía tengo tiempo.
-Ya no tienes tanto –puntualiza molesto.
-Lo sé –digo apenas en un susurro.
-Te gusta la literatura, podrías estudiar algo así –dice mi madre.
-O filosofía –dice Janeth.
-¿Podemos, por favor, no hablar sobre esto? –le digo a todos –no me siento bien, voy a mi habitación –lanzo una última mirada hacia todos y camino hacia las escaleras.
-¡No huyas, cobarde! –grita Fabián riéndose.
-Vete a la mierda –digo y sonrío.
Fabián y yo nos hemos llevado bien desde siempre, somos inseparables. Tenemos el mismo humor y coincidimos en muchas cosas. No es mi hermano favorito porque, como todos, ha cometido sus errores, pero sí es con quien me llevo mejor. Mario es más callado, más centrado. Fabián y yo somos una bomba juntos, nos reímos de todo y podemos llegar a decirnos cualquier cosa sin importar qué tan cruel o difícil sea la situación. Así que cualquier cosa que me diga no me sorprende ni me asusta, sé cómo es y él sabe cómo soy, podemos decirnos todo sin miedo a nada.
Estoy en mi habitación acostada en la cama, escucho música. "I'm just a lost boy not ready to be found" suena de fondo en la voz de Troye Sivan, e inevitablemente pienso en Dan, él es quien no está listo para ser encontrado, pero no puedo esperar a que lo esté. Quiero saber de él y que él sepa que sigo aquí. Tomo el móvil y busco su nombre –en línea– aparece debajo. Me tomo el tiempo para pensar qué escribir, mientras aparece y desaparece aquello un par de veces. Suspiro y escribo.
-Sólo quiero que sepas que sigo aquí si quieres hablar, no hace falta que hablemos de lo sucedido, sólo háblame. De lo que sea, no me alejes.
Visto. Sin respuesta. Espero.
Pasan 20 minutos y nada. 30, 40, una hora y no responde. Desisto. "Déjalo, dale tiempo" me digo, pero no entiendo. ¿Qué hice para que me alejara así como así?
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Lo que tu amor me dejó.
Teen FictionDan y Eli se conocen desde la primaria. Después de muchos años sin comunicación se vuelven a reencontrar, ahora más grandes, más maduros. Dicen que en la vida todos tienen un alma gemela, alguien que los complementa, alguien en quien finaliza aquel...