Rey de Hielo, Reina de Fuego

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Dejame contarte un cuento que no podras creer...

Uno que puede ser real o ficticio...

Actual o atemporal...

Erase una vez un Rey de hielo que habitaba el extremo mas apartado de un gran reino.

Este rey, como su nombre lo indica, era un bastardo hermoso, joven, cruel y despiadado con todo el mundo.

Un rey que trataba a todos sus subditos con frialdad pues el rey helado jamás fue bondadoso ni amable con los demás.

Este rey apenas mantiene a su pueblo vivo, pues su reino siempre permanece bajo devastadora nieve y con desoladoras tormentas de hielo.

Casi tan desoladoras y devastadoras como el interior del rey mismo.

Cuentan los mas viejos del reino de hielo que una vez el rey helado amó a una bella chica en el pasado...

Chica que rompió su corazón en miles de dolorosos astillas sumiendo al rey en un dolor intenso y desgarrador.

Por lo que, para protegerse y seguir viviendo, el Rey tuvo que congelar su corazón y todo a su alrededor.

Y fue asi como el próspero reino que gobernaba comenzó a enfriarse y congelarse también.

Sus subditos aprendieron a sobrevivir en este duro invierno permanente pero...

Cada año se volvía más cruel la ventisca fria.

Cada año que pasaba, la nieve y el hielo ganaba más terreno en el reino, devorando vidas humanas en el proceso...

Sumiendo en un estado perpetuo de frialdad desalmada a pueblos enteros.

Por tal motivo, las pocas personas que aun quedaban vivas en el reino helado decidieron emigrar al lado opuesto del reino, aunque eso representara morir en el intento.

El rey helado miró desde lo más alto de sus torres heladas la pobre peregrinación de los últimos habitantes vivos de su reinado y no sintió ni compasión ni aflicción por el abandono de sus súbditos.

Los sentimientos del rey frío permanecen congelados para siempre en su interior.

Los sádicos e inhumanos vientos gélidos hicieron la travesía toda una prueba de resistencia para los pocos supervivientes.

Pero todo valió la pena cuando una brisa calida y un atisbo de luz solar calento los cuerpos maltratados y heridos de los pobres aldeanos.

Exhaustos, hambrientos, desfallecidos y sedientos, las personas se desplomaron sobre el cesped verde que tanto añoraban ver.

Fue entonces cuando ella apareció.

Sonriente,
amable,
calida
y hermosa, la reina de fuego paseaba por su extenso jardín, apreciando y admirando la belleza de las exhuberantes plantas y flores que crecen en ese hermoso lugar cuando se dió cuenta de los aldeanos desfallecidos.

La reina de fuego se apresuró a calentar los cuerpos casi congelados de las desfallecidas personas quienes al ver a la reina agacharon la cabeza y mostraron sumisión total, justo como lo hacian al estar ante su rey.

Conmovida al ver la actitud de las personas quienes visten harapos grises sobre sus delgados y pálidos cuerpos, la reina se dedica a abrazar a todo el mundo con amor.

Y con este simple acto, la reina les devuelve la fe y la esperanza en que hay un lugar mejor para ellos.

Después de ofrecerles calor a sus cuerpos y almas, la reina invita a los aldeanos a su castillo para que tomen alimentos calientes, vistan nuevas ropas coloridas y ocupen algunas de las casas disponibles.

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