Un incesante picoteo en la puerta despertó a Draco. Parecía el ruido de un pájaro carpintero, excepto que era imposible que haya uno de esos en las mazmorras de Hogwarts. Entonces... ¿una lechuza? Sí, eso parecía ser lo más plausible.
Cuando intentó salir de la cama, se dio cuenta de que algo lo detenía. O, bueno, más bien era un alguien, porque podía sentir unos brazos enroscarse en su cintura por detrás de su espalda.
Asustado, salió despavorido de la cama. ¿En qué momento se había metido un intruso en su cama? ¿Por qué no lo había visto entrar? ¿Y por qué Theo tampoco? Espera...
¡Theo! ¡Theo estaba en su cama! Oh, dioses, había dormido en la misma cama que Theodore Nott. El chico más guapo de Hogwarts (después de él), el que... el que había estado besando toda la noche del día anterior. Si bien ese pensamiento puso una sonrisa en el rostro de Draco, también hizo que deba tomar asiento en su cama, porque le había empezado a doler la cabeza de tan solo pensar acerca de ello. No, no era nada malo, era mucho más de lo que había imaginado antes, pero... de verdad, Draco Black con Theodore Nott. Wow, ¿qué diría su padre si se enterase?
―Draco, piensas en voz alta y me has despertado ―dijo Theo detrás suyo con voz ronca.
El mencionado se dio vuelta en su cama, y tragó en seco. De verdad tenía que dejar de pensar en voz alta, pero no podía. Era una maldición, de verdad.
― ¿Theo? ¿Por qué no vuelves a dormir? ―preguntó Draco dulcemente, tapando a su (uh, ¿qué eran?) amigo (¿amigo? ¿eran amigos?) con las mantas.
―No puedo, un ángel empezó a hablarme en sueños, y cuando me desperté me di cuenta de que lo tenía frente mío ―respondió él con una amplia sonrisa―. Y me gustaría pasar más tiempo con ese ángel.
Draco puso los ojos en blanco, pero igualmente sonrió.
―Eres tan cursi y empalagoso ―susurró Draco.
―Y tú eres tan bonito ―contestó Theo en el mismo tono de voz que él.
Nuevamente sonó el picoteo incesante en la puerta. Con un bufido, Draco fue obligado a interrumpir el momento que estaba teniendo con Theo, y dejó entrar a la lechuza al cuarto. Uno pensaría que sería Altair, de lo molesta que era, pero ellos dos tenían un sistema de reglas en el cual la primera era: «No, por nada del mundo, mandar cartas antes de las ocho de la mañana».
La lechuza era de un color marrón muy claro, con unos ojos azules rodeados por lo que parecía ser un gracioso antifaz negro en su plumaje. En sus manos dejó un pergamino blanco rodeado por una cintita roja.
―Gracias, lechucita, lamento no tener snacks para ti ―le dijo Draco, y ella salió volando por la puerta, indignada. Después de cerrarla, se giró a ver a Theo―. Traigo malas noticias.
― ¿Cómo sabes? Ni siquiera has abierto la carta ―respondió Theo como si fuese algo obvio. Draco le mostró el pergamino y lo sacudió un poco frente a su rostro―. Oh, son malas noticias en serio. A ver, léelo.
Draco se aclaró la garganta y empezó a leer:
―Queridos estudiantes de Hogwarts ―recitó, y se escuchó el resoplo de Theo de fondo―. Como todos saben, anoche fue el baile de Navidad, y se formaron varias parejas... peculiares.
―Oh no, ¿crees que se refiere a nosotros? ―preguntó, incorporándose en su lugar de pronto, y apoyó su cabeza detrás del hombro de Draco―. Ah, mi padre me matará. Deberé besarte una vez más antes de morir.
Draco le pegó en la cabeza con el pergamino.
― ¡Nadie te hará nada, tonto! Probablemente se refiere a Potter y a mí. Ahora, shh ―puso un dedo en sus labios―, déjame seguir leyendo.
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OUROBOROS
FanfictionDraco Black y la venganza de Lamia. La vida de Draco B. Black nunca fue ideal. Podía lidiar con el hecho de ser el hijo prohibido de un dios y una bruja, ¿pero ser el protagonista de una de las mayores profecías de todos los tiempos en donde deberí...