Capítulo 26

944 59 138
                                    

― ¡THEODORE NATHANIEL NOTT!

―Dr... Draco... Ángel...

― ¡Sí, necesitarás un ángel guardián si quieres sobrevivir! ―bramó Draco, ojeando su brazalete que en cualquier momento se convertiría en lanza.

Draco le había advertido, ¿no? Le dijo, "no, Theo, no te aferres a mí". Ah, pero el muy cabeza hueca tenía que ir y no hacerle caso. Porque aparentemente Draco no tenía ni voz ni voto en esta relación. Y ahora, estaba estancado en la peor de las situaciones: Theo estaba en el campamento junto con él, y... debería revelarle la verdad. Erre es korrakas! No había palabras que expresen lo furioso que estaba con él, solo no lo mataría porque lo quería mucho, pero si no fuese por eso, su cabeza ya hubiese estado rodando por el suelo en el segundo en que habían llegado.

―Draco, escúchame...

― ¡No, tú escúchame a mí! ―replicó Draco―. Ahora mismo iremos al aeropuerto y te tomarás el primer vuelo a Londres que encontremos, ¿entendiste?

― ¿Aeropuerto? ¿Qué es eso? ―preguntó Theo, y Draco tuvo que enterrar sus uñas en las palmas de sus manos para no golpearlo―. No importa, no puedo volver ahí. Por favor, amor...

―Theodore, esto no es algo de poder o no poder, ¡debes volver ahí! ―le gritó―. Es muy peligroso aquí para ti, y si tu padre se llegara a enterar...

― ¿Peligroso? ¿No es acaso un campamento para modelos? ―volvió a preguntar, echando la cabeza hacia un lado como hacía Nix cuando no entendía algo. Dioses, ¿podía este hombre ser menos patéticamente adorable mientras estaba enojado con él? Muchas gracias.

―Mira, no sé por qué has hecho lo que hiciste, pero has cometido el peor error de tu vida. ¡Podrías perder la vida!

― ¿Qué me matará? ¿Un par de tacones? ¿Una brocha de maquillaje? ―dijo Theo en tono burlón, pero se disculpó inmediatamente cuando vio la mirada asesina que le lanzaba Draco―. Lo siento, ángel, pero de verdad que no puedo volver allí, es...

― ¿Qué está ocurriendo aquí, Dorcas? ―dijo una voz detrás de ellos―. ¡Estaba jugando al pinacle con los sátiros! ¿No podrías mantener tus gritos a un mínimo? ¿Y quién es este mocoso que trajiste contigo?

Era el Señor D, que venía acompañado de Quirón, en su forma natural. Theo abrió la boca, pero Draco lo pisó con el pie y la cerró.

― ¿Sátiros?

―Draco, bienvenido una vez más al campamento ―lo recibió Quirón con una amplia sonrisa, y abrió los brazos para que Draco vaya a ellos. Draco no dudó en correr hacia él y aferrarse a su cintura. Dioses, lo había extrañado tanto―. Ahora, ¿puedes decirnos por qué has causado tanto alboroto?

―Un centauro amigable... En tu campamento de modelos...

― ¿Campamento de modelos? ―dijo el Señor D―. Creo que te han dado mal la dirección, niño. Este es el Campamento Mestizo.

― ¿Mestizo? ¿Como mitad brujo y mitad muggle?

―Ah, creo que ya sé qué ocurre aquí... ―dijo Quirón, frotándose las sienes―. Pero... si ha podido entrar al campamento así sin más... bueno, supongo que será un legado.

― ¿Theo, un legado? ―interrogó Draco, alzando las cejas―. No, no, eso sería imposible.

―Excepto que tiene todo el sentido del mundo ―insistió Quirón.

― ¿Qué es un legado? ¿De qué están hablando? ¿Qué...?

―Dime tu nombre, niño ―le dijo Quirón, girándose a Theo―. Y... tal vez sea mejor que se sienten.

OUROBOROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora